Una mañanita fresca
caminé en el callejón,
cortando las maravillas
y admirando su color.
Hice un collar con las flores
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y fui a mirarme al espejo
cuando aquel collar me puse
que formé con tanto esmero.
Después me miré en el poso
donde crece yerbabuena
y vuelan las mariposas
hasta el patio de la escuela.
Hoy me vienen los recuerdos
de la mañanita fresca,
cuando corté maravillas
y las usé de diadema.
Empezó a llover después
y caminé por los charcos;
un sapito hizo “glo glo”
y se oyó por todo el campo.
Solo quedan los recuerdos
de tiempos tan memorables;
yo era tan sólo una niña
al amparo de mis padres.
No eran grandes los problemas
aunque así lo parecían,
pues después de la tormenta
todo a la calma volvía.
Hoy me parece inhalar
de aquella tierra el aroma
donde crecen maravillas
y hacen nido las palomas.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California