Hace 40 años, un día como hoy, se graduó la generación de la escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Baja California. 21 vigorosos jóvenes que iniciarían su vida de trabajo, pero un año antes vinieron a visitarme a mi oficina los líderes, dirigidos por el entusiasta Ramón Loaiza, para que les diera una plática en su escuela propiciados por el maestro Adalberto Aceves Monteón, quien les recomendó me visitaran.
Después de mi plática sobre historia de Baja California se entabló una franca y amistosa relación entre los líderes y su servidor, que culminó con la invitación que me hicieran para ser padrino de su generación, lo cual desde luego rechacé pues corría la idea de que los egresados de las universidades buscaban a un tarugo con pluma para firmar cheques y para pagarles fiestas y anillos, lo que me resultaba incómodo y sofocante, por lo que viendo la tozudez izquierdista de los muchachos decidí presentarles a personajes de la vida pública y económica de la región para cambiar en algo su obcecada concepción del mundo y esto ocurriría a través de un desayuno semanal que se llevaría a cabo todos los sábados, arrancando en septiembre de 1984 y culminando en junio de 1985.
Propuesta que fue aceptada con gusto y que dio inicio a una serie de desayunos en los que invité a participar a personajes del gobierno, de la banca, de la industria, de la sociedad, para que les dieran una concepción de un mundo diferente, un poco más realista y centralista.
Tuvimos, pues, al gobernador del estado Xicoténcatl Leyva; al presidente municipal de Tijuana, René Treviño Arredondo; a personajes de los negocios como José Fimbres Moreno, Enrique Mier y Terán, Pedro Romero Torres Torija, Enrique Ríos (Grupo Dorian’s), Héctor Lutteroth, y a personajes de la banca, así como también estuvo como expositor invitado el entonces Obispo de Tijuana Emilio Berlié Belauzarán. Estas pláticas además de ser aleccionadoras en un ambiente de confianza y del buen yantar, iban propiciando una relación agradable entre los participantes. Y los violentos choques de conceptos que se hubieran dado en cualquier otro campo, aquí se volvía encuentros de ideas y diálogos abiertos.
Sábado tras sábado nos encontrábamos con ánimo de escuchar y de discutir los variados temas que nos eran presentados por personajes relevantes, que seguramente empezaron a influir en el ánimo de los jóvenes participantes, ganando amistades con los personajes invitados que resultaron buenos espacios para que les ofrecieran trabajo y un buen sueldo, por lo que casi todos iniciaron a trabajar con los personajes que yo había propiciado.
Pasaban las semanas y en lo personal yo iba ganando estimados amigos que se incorporaron a los negocios ahí presentados y que fueron encontrando su futuro en esta extraña reunión semanal que habíamos inventado para evitar el gasto ridículo de una fiesta y unos anillos.
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Han pasado cuarenta años, hoy nos encontramos de nuevo, el grupo un poco mermado, pero todos relativamente exitosos, con buenas familias cuyos hijos todos han terminado universidades aquí o en Estados Unidos.
Algunos retirados ya de la banca, se sintió un ambiente afectuoso y nostálgico por quienes nos habíamos frecuentado poco los últimos cuarenta años. Cada uno platico sus vicisitudes y sus logros, encontrando que en general nos había ido bien a todos; el afecto era evidente, por un momento se notaban destellos de juventud de los ya adultos asistentes en el recuerdo de lo vivido, estrechando los comentarios de la década en 10 minutos de: “mi vida ha sido…” y se prolongaban los comentarios de los éxitos.
Al final, con cariño decidimos realizar una canción sobre una chica de Tijuana que denominamos “Tijuana Baby” y que la presentimos guapa, alta, morena clara, procedente del sur, cruzando la frontera, sin complejos, trabajadora, alegre, bella y dimos tema para que dos de los participantes que tienen nexos con la música iniciaran a hacer el proyecto final de aquella generación de economistas.
Mucha agua ha corrido, muchas cosas han pasado, obviamente la ciudad se ha transformado en estos cuarenta años, pero el lazo afectuoso de los estudiantes y el que esto escribe continúa de manera grata.
Un brindis por los tiempos idos, y por los resultados de aquella buena generación.
José Galicot es empresario radicado en Tijuana.
Correo: [email protected]