Jacobo B. Hanson nació en 1828 en Farsund, Noruega. En 1871 compra cinco mil hectáreas en lo que hoy es el Parque Nacional Constitución 1857 o Laguna Hanson.
A principios de julio de 1885, hace140 años, Hanson salió de su rancho en San Diego, California, y el último lugar en el que se le vio fue en Campo, CA.
El noruego Hanson, desapareció aparentemente en Campo, CA., pero hay fundadas versiones que no desapareció, sino que vivió prósperamente en el paraíso que, para él, fue vivir en el inmenso bosque y laguna en su honor. En realidad, la comunidad del aserradero cercana a su casa-cabaña de piedra y pino, sospecharon de unos gringos que extrañamente repartieron en abundancia ropa, comida, dulces, bebidas, provenientes de la bodega del noruego. Se señala que las sospechas de que le habían privado de su vida fue por las cenizas que exhalaba la chimenea de Hanson al quemar el cuerpo, el cual, nunca fue localizado.
Para la policía, del entonces Distrito Norte de Baja California y de lo que fue la primer capital de Baja California, Ensenada, se le dio sencillo ubicar a los sospechosos de la muerte de Jacobo Hanson; tres individuos que no pasaron ni un año en la prisión de Ensenada, porque no se les acusó del crimen contra Hanson, pero sí de remarcar su ganado —abundante por cierto— que lo comerciaba por la bajada del Rancho San Luis, hacia el Cañón de Guadalupe, en la Sierra de Juárez y sus cañones, para hacerlo llegar a California u Oregón, durante la fiebre del oro californiano.
Luman Gaskill, James Ward y Andreas Adams, fueron acusados de remarcar el ganado de Hanson y de su asesinato, aunque el cuerpo nunca fue hallado (fue incinerado, según el testimonio de sus trabajadores y familias del aserradero). En el Parque Nacional aún se conserva la chimenea de la centenaria casa del ganadero noruego. De los asesinos de Hanson, Adams escapó, y Ward murió a unos días de escuchar la sentencia condenatoria en diciembre de 1886. Los que sobrevivieron —escribe una autora de Campeche en su libro de 1940 tras el crimen del prominente noruego—, ya libres en USA, se transformaron en reconocidos magnates.
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Con todo y ser un paraíso, la Sierra de Juárez, que es inmensa y conocida hasta el más mínimo detalle al menos por las exploraciones norteamericanas plasmadas en los cuadernos de Baja Map, describen los caminos ordinarios, extraordinarios (4×4), minas, arroyos, altitud, ingresos, curvas de nivel, rancho por rancho: toda la Baja California y la Sur. Sería una pena que ni el mismo gobierno ni la Sedena o la Secretaría de Gobernación contasen con la precisión informativa de Baja Map (San Diego).
Había una mujer, ya mayor, que en el 2003-2006 se dedicaba a “rentar” ranchos en la Sierra de Juárez para sembrar droga: mariguana y amapola, por las condiciones naturales e inaccesibles del lugar, con ojos de agua y las lluvias y el clima que favorecen. Y cualquier mortal sabe que en cañones como el de La Mora, Agua de León y otros más adentro en las faldas, hay personas armadas que, como halcones, vigilan los sembradíos. A los paseantes y gente común se les advierte claramente que no se acerquen, específicamente, a esos ranchos.
Recordará usted hace uno o dos años, senderistas cachanillas que caminaban con sus mochilas por las faldas de Picachos o la Teta de la India, como “conejos” fueron sorprendidos por unos malandrines que abrieron fuego contra ellos sin razón aparente; se salvaron porque corrieron hacia un costado del cerro para no ser alcanzados por las balas, y así salvaron su vida.
En otra mención, uno de esos ranchos eco turísticos del norte es La Ponderosa, a 15-20 kilómetros de la Rumorosa. Se sabe, que conforme se va adentrando el paseante, todo cambia; pues no hay servicios desde la Rumorosa hasta el aserradero dentro del mismo Parque Nacional hacia el Sur.
En 2020, hubo un cementerio de vehículos desde la Piedra Bola hasta casi La Laguna, y nunca jamás fueron considerados por el gobierno de Bonilla, menos por el de Marina del Pilar. Incluso, en la caseta del rancho Aubanel Vallejo, la primera advertencia para la Sedena: una manta visible CJNG (Cartel Jalisco Nueva Generación); después ZETA y otros medios documentaron el crimen del productor de queso del rancho Alamar, el Sr. Dukes. En ese contexto, una familia que disfrutaba descansando en el Parque Constitución, con pistola en mano unos criminales les arrebataron su carro y pertenencias; el robo de vehículos nuevos, y que fueron adaptados 4×4, fueron incidentes similares posteriores.
Es por eso, que la comunidad de la región de Ensenada, San Quintín, Tijuana, Tecate, Mexicali-San Luis, y sus valles, están frustrados ante la indiferencia de las autoridades de todos los niveles de gobierno; desde la Semar, Sedena, municipales de Ojos Negros, y de Tecate y la Rumorosa. No se diga la procuraduría o fiscalía estatal. Hasta los magistrados del Poder Judicial tienen una enorme pero abandonada casa en el Rancho Rodeo de Cota.
Durante el sexenio de los presidentes Fox y Calderón, hubo mucho control e incluso presencia permanente de la Marina Armada de México, que incluía un helicóptero que ubicaba el tránsito normal de vehículos y lo comunicaba a tierra a una brigada de la Semar que realizaban trabajo preventivo. Más de una avioneta con droga se ha desplomado en los gigantescos pinos de la sierra con altitud de 1,600 a 1,200 metros. Un paraíso en el que unos quieren descansar al menos al año por el verano o incluso disfrutar en las cabañas de la Semarnap o Conafort con muy buenos servicios, e incluso con señal o wifi o telefonía satelital para emergencias como en los incendios forestales, recurrentes en las zonas de chaparrales o en el pleno bosque de pinos.
“Quién sabe en qué mundo viven la Sedena y la Policía”. Ellos saben que los 16 malandrines que cobardemente atacaron en la Rumorosa e hirieron gravemente a los soldados —desafiando el poder del Estado Mexicano— ya no los encontrarán en la Laguna Hanson, seguramente no los hallarán en los sureños ranchos de La Botella, El Tularcito, Alamar, Rodeo de Cota, Gavilanes, Pino Suárez o el Topo. Menos en el aserradero donde vive gente de bien. Ranchos queseros.
Ya se habrán escondido en mismo Ensenada o Tijuana, o en Ojos Negros, y quizás en el temible Valle de la Trinidad en donde desafortunadamente se dedican a sembrar droga en las zonas de La Palizada, por los rumbos del Rancho Mike, como en el rancho San Pedro Mártir en donde hace algunos años encontraron abundantes sembradíos de mariguana e incluso amapola, aprovechando los ojos de agua que nace de la zona ya de la sierra de San Pedro Mártir, que se conecta por muchísimas brechas con la de Juárez.
Un desafío, descuido, una tragedia en la Sierra de Juárez lo que ocurrió hace 140 años con el crimen del noruego Jacobo B. Hanson y que hoy en 2025 tiene frustrados a cientos de paseantes que quieren descansar del calor o aprovechar las vacaciones en el paraíso que son los parques nacionales de Baja California.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.