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lunes, julio 7, 2025
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De malos policías, ministerios públicos y jueces

Relatos verídicos de malos policías y de más

Soy de San Juan de los Lagos, Jalisco, tengo 73 años de edad, gente de trabajo desde los 13 años. Tenía unos 8 años de edad cuando un domingo por la madrugada escuchamos una balacera; fuimos ver que pasó para auxiliar, pues ocurrió a unos setenta metros de mi domicilio familiar, calles Camino Nuevo esquina con Pedro Márquez. En medio de un charco de sangre, un señor agonizante alcanzó a decir que fueron policías que lo siguieron desde el autobús. Dos hermanas de la víctima, inmersas en llanto, culpándose por no encontrar las llaves de la puerta a tiempo. El caso, luego de trabajar varios años en E.U., el señor traía sus ahorros para construir su casa, lo mataron después de robarle. Se “fugaron” los policías y quedaron impunes, gracias a que antes, en la ciudad, no había judiciales; la ley eran los policías (la mayoría rancheros, no eran de la ciudad).

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Cuando tenía 11 años apareció en la ciudad un grupo de ladrones criminales despiadados, que por las noches, sembraron el terror torturando y matando; les decían “los encapuchados”. Era una banda grande que se reunían todos los lunes en una casa cerca del hospital junto al río.

A unos 40 metros de mi domicilio, robaron la casa de una señora. En ese momento, salió el hijo de la señora, amigo mío, persiguiéndoles; desafortunadamente, lo mataron en la banqueta, afuera de la casa de mi tía Higinia Márquez. Pasaron años impunes. La gente decía que la policía eran sus cómplices, razón de porque no los detenían.

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Tenía 13 años de edad cuando en la calle del “resbalón”, afuera de la casa de mi tío Melesio Márquez, (único armero del pueblo, componía armas en su casa, tenía un torno, trabajé con él un tiempo), un domingo por la madrugada, otro comandante y varios policías acribillaron a un joven de 21 años recién casado (su esposa, Beatriz, amiga de mi hermana Teresa, Q.E.P.D.). Le decían “El Zurdo”, no recuerdo su nombre, siempre andaba pistola al cinto; no era buscapleitos, pero no era dejado y temido por policías prepotentes (a dos de ellos los desarmó semanas antes). Varios de ellos se fugaron, también quedaron impunes; semanas después, hermanos de la víctima, mataron a ese comandante que se llamaba Rodolfo, quien tuvo el cinismo de seguir de comandante y de no “fugarse”.

Cuando tenía 14 años, dos policías abusaron del poder y me apresaron sin justa causa con cuatro compañeros, todo ocurrió un domingo cuando estaba en la matiné del cine “América”. Desde las 11:00 hasta las 18:00 horas incomunicados (a las 18:00 horas empezaba la función del cine); sin comer nada. Cuando se enteró mi padre, Antonio (Q.E.P.D.), pagó la supuesta multa, porque supuestamente estábamos quebrando butacas, se estaba proyectando la película, la sala estaba a oscuras. Era absurdo, puesto que toda mi familia teníamos acceso al cine sin pagar porque mi padre conocía al gerente del cine, Don Jesús. Al enterarse después, un policía comisionado que cuidaba la plaza, me dijo: “Si hubiera sabido, yo los conozco a ustedes que se reúnen aquí pacíficamente por la noche”.

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Cuando tenía 17 años nos vinimos a vivir a Ensenada y la banda continuó. Posteriormente, mi tío, Benigno Pérez (Q.E.P.D.), me dijo que mi primo hermano, Ramón Pérez Sánchez (Q.E.P.D.), quien había ingresado al ejército y, años después, ya con grado de sargento, patrullaba a pie por la ciudad con un pelotón de soldados (independiente de la policía) para detener a miembro de esa banda, en la que la mayoría se fugaron; la banda desapareció. Después de eso, mi primo estuvo comisionado de custodio del Secretario de Gobernación, Ramón Martín Huerta (Q.E.P.D.), quien fue también diputado y gobernador de Guanajuato, era nativo de San Juan. Mi primo fue titular de la policía en Guanajuato, luego titular de la policía en San Juan, desde el año 2007 al 2017. Él le dio seguridad a la ciudad. En el 2009 le dije: “Primo, ¿cómo es que no traes escoltas?”, me contestó: “Me pagan para cuidar de la ciudad, no para que me cuiden”.

Una noche del año 2017 —la nota esta en internet— matan al comisario de San Juan entre cinco criminales con armas largas, lo emboscaron y mataron en el crucero de buen viaje y camino nuevo, esquina con Galeana. Semanas después, solicité por teléfono hablar con el presidente de San Juan; nunca me comunicaron. Siempre contestaba otro “funcionario”; le solicité que una de las calles de ese crucero llevara el nombre de mi primo. El dicho “funcionario” me contestó: “No, no se puede. Además, eso tiene que solicitarlo familiares directos, no usted”. Le dije: “cualquier ciudadano puede solicitarlo; lamentablemente, por unos ‘funcionarios’ indolentes que no reconocen a algunos verdaderos patriotas  no son recordados y pasan al olvido por lo que hicieron por la Patria, los que tienen voz y voto llámense regidores, cámaras de comercio, ciudadanos de bien y más… son apáticos al respecto”.

En Ensenada no es la excepción, algunos malos policías quedaron marcados en la historia, comandos negros. El caso de Paulina, una adolescente mexicoamericana que murió en las celdas de la comandancia a manos de malos policías. Por casos recientes ocurridos: varios presos, otros prófugos, una veintena en investigación, hechos de toda la ciudad conocidos. Continuará esta historia en otra carta más adelante.

 

Atentamente, 

José de Jesús Márquez Pérez.

Ensenada, B.C.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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