A pesar de que el incendio registrado el pasado 16 de junio en el predio donde se ubica el Centro de Transferencias de Residuos Sólidos de Tecate, en la colonia Guajardo de ese municipio —administrado por el gobierno municipal— fue catalogado como “controlado y confinado” mediante un comunicado emitido por el Departamento de Comunicación del Gobierno de Tecate ese mismo día por la tarde; a 30 días del hecho el humo sigue produciéndose y esparciéndose por la mancha urbana, acumulándose en colonias circunvecinas y generando un cúmulo de denuncias ciudadanas por afectaciones que van desde consecuencias en la salud —principalmente en niños y adultos mayores— hasta la pérdida de prendas de vestir y artículos del hogar.
“Hace ya un mes que respiro el humo de la basura que emana del centro de transferencias y que por las noches se concentra dentro de mi vivienda. ¿Me preocupa? ¡Claro! Porque ese mismo humo lo respiran mis hijos de 3 y 7 años. El menor va para 10 días con una tos crónica que se le agrava con el humo, y es más que claro que nadie va a venir a cubrir los gastos médicos ni a resarcir las consecuencias que el humo genere en la salud de mis hijos, mi esposa o en mí”, dijo Ramón, quien por más de 10 años ha tenido que soportar los malos olores en la zona por las cientos de toneladas de basura concentradas en el centro de transferencias, a lo que ahora se suma el humo de los también constantes incendios que antecedieron a este último.
Especialistas en el área de la salud explicaron a este medio que la exposición al humo durante tantos días sí repercute en afectaciones a la salud, particularmente en las vías respiratorias, además de causar irritación en ojos, nariz y garganta: “Se puede presentar irritación en nariz, garganta y ojos si hablamos de una persona común, mientras que, para aquellas personas que sufren enfermedades crónicas pulmonares o cardiacas, la afectación puede ser irreparable”.
A 550 metros del punto donde se genera el humo se encuentra el Asilo de Ancianos San Vicente, lugar que alberga a más de una veintena de adultos mayores, algunos con enfermedades crónicas degenerativas avanzadas, quienes a diario inhalan el humo que sigue emanando del centro de transferencias.
A inicios de la administración de Román Cota Muñoz, el alcalde anunció que antes de concluir los primeros 100 días de su gobierno el centro de transferencias ubicado en la colonia Guajardo sería clausurado. La fecha se pospuso por las lluvias que retrasó la construcción del nuevo centro de transferencias ahora ubicado en la colonia Paso del Águila, a unos metros de la línea divisoria entre Tecate y Tijuana, informando entonces que la clausura sería para finales del mes de junio; a la fecha el lugar sigue recibiendo basura, a pesar de que esto agrava la situación generando que el humo perdure.
“Es muy molesto porque ya los niños están de vacaciones y si antes había la posibilidad de mantenerlos en la escuela respirando un aire más limpio hoy no, aquí están todo el día encerrados, oliendo toda esta contaminación, acalorados porque no podemos salir al patio o abrir las ventanas porque entonces la casa huele a humo, la ropa, las sábanas. Yo quisiera que los del gobierno vivieran aquí, que lo respiraran, que les oliera la casa, los muebles, la ropa, para ver si seguirían volteando a otro lado”, explicó Laura, residente de la zona.
El pasado 25 de junio durante la inauguración de la primera fase del centro de transferencias ahora ubicado en la colonia Paso del Águila de Tecate, el presidente Román Cota se comprometió a que, antes de que se cumpla el primer año de su mandato al frente del llamado “Pueblo mágico” el predio impactado de la colonia Guajardo estaría totalmente vacío, es decir, en menos de tres meses.
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“Cuando a (Javier) Urbalejo se le ocurrió sentar aquí el Centro de Transferencias no vio la cruz que nos acababa de dar a los residentes. Nuestra vida ha sido un infierno desde que en la administración de Nereida (Fuentes) la situación se agravó. El olor a podredumbre, las moscas, cucarachas, ratas enormes, no nos dejan vivir. Estamos todo el día encerrados, y si se nos ocurre abrir la puerta es un martirio sacar el olor de la casa”, dijo Antonio, uno de los vecinos más cercanos a las montañas de basura.
Los vecinos dijeron estar en espera de ver si Román Cota cumple su palabra, y de que se accione para que el humo que emana llegue a su fin, luego de un mes sufriendo las consecuencias.