Los discursos de austeridad, de vivir en la medianía y rechazar la opulencia, tal como los heredó Andrés Manuel López Obrador no les interesan, ni los siguen, funcionarios afines a Morena en Baja California. En Mexicali, la clase política morenista, tampoco sigue la máxima de la presidenta Claudia Sheinbaum que pide “no alejarse del pueblo”, sino que están conformando la nueva clase fifí capitalina. Por ejemplo, aquellos morenistas que, como nuevos ricos, lo que quieren es ser parte del Club Casino, un club campestre privado en Mexicali del que no formaron parte pero que ahora, desde la administración pública, esperan serlo. Es el caso del director de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali (CESPM), Armando Carrasco López, a quien, a través de una publicación en los grupos de redes sociales del Club Casino, se le dio la bienvenida como nuevo integrante de la “familia casinista”. En la imagen, hecha pública en mayo, aparece Carrasco López, su esposa Norma Graciela Monge Grageda, y su hijo, por cierto, también nacido en El Centro, California, y su perro, mostrando una familia tradicional casinista. Otro prospecto para ser miembro exclusivo del Casino de Mexicali es el director de Administración e Imagen Urbana, Daniel Humberto Valenzuela, del equipo del ex alcalde priísta, Francisco Pérez Tejada, pero que en la administración morenista de Norma Alicia Bustamante, ha ocupado cargos de alto nivel en el municipio. Lo interesante es que los sueldos de Carrasco y de Valenzuela son de 47 mil 267 y 65 mil pesos, respectivamente, según la Plataforma Nacional de Transparencia, lo cual evidencia que tuvieron que ahorrar por muchos meses para conseguir los 24 mil dólares que requieren para adquirir la acción que les permita formar parte del Casino, sin dejar de mencionar los 5 mil pesos mensuales que deben aportar por la membresía, lo que se estima en poco más de 3 mil dólares al año. Con ambos ejemplos, queda claro que poco o nada importa el discurso de Morena, partido al que si bien no se afiliaron, sí representan como servidores públicos, con lo que, en teoría, deberían sujetarse a sus principios. Pero nada de eso, los funcionarios morenistas construyen su nueva clase fifí.
La nueva clase fifí

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