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sábado, junio 14, 2025
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Inició en la Feria del Libro de Tijuana ciclo de homenajes a Eraclio Zepeda

 

Entre anécdotas y recuerdos, reflexiones o reconocimiento a su obra literaria, fue homenajeado Eraclio Zepeda en la XL Feria del Libro de Tijuana, a diez años de su fallecimiento (24 de marzo de 1937-17 de septiembre de 2015).

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A una década de su muerte, Masha Zepeda Macías, hija del escritor, informó que durante 2025 se llevarán a cabo diversos homenajes al autor de “Benzulul”, tanto en Chiapas como en Ciudad de México, y en otros escenarios por confirmar, en el segundo semestre de este año; además, detalló que este año también se publicará un libro de 12 cuentos inéditos de Eraclio Zepeda.

El ciclo de reconocimientos a “Don Laco” inició en la Feria del Libro de Tijuana, el jueves 12 de junio, con la incursión de Rogelio Arenas, Jorge Ruiz Dueñas, Teresa Vicencio, Pedro Ochoa y Masha Zepeda.

Rogelio Arenas, Jorge Ruiz Dueñas, Masha Zepeda, Teresa Vicencio y Pedro Ochoa. Foto: Jorge Dueñes

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Durante la tertulia literaria llevada a cabo en la Sala 2 del recinto ferial, en el stand de la Secretaría de Cultura de Tijuana, Teresa Vicencio Álvarez refirió que “los cuentos de Eraclio Zepeda son como una rama que se desprende para caer suavemente en el agua y cuyas ondas concéntricas terminan por abarcarnos a todos”.

Vicencio Álvarez incluso recordó que entre 1996 y 1997 dirigió la serie radiofónica “Hojas de papel volando” que se transmitió en Estéreo Frontera, cuya colección de 50 cuentos incluyó “Los trabajos de la ballena”, de Eraclio Zepeda: “‘Hojas de papel volando’ fue una serie de transmisión semanal, de programas misceláneos en donde se daban noticias sobre actividades y reportajes diversos de lo que ocurría en Tijuana en la escena literaria. Se transmitía en la estación del IMER que entonces se llamaba Estéreo Frontera. El componente más importante del programa era una adaptación radiofónica de un cuento. Hicimos 50 adaptaciones que salieron al aire durante un año. Hoy celebro mucho coincidir con Rogelio Arenas en esta mesa, entonces director de la Escuela de Humanidades de la UABC Tijuana, gran artífice de este proyecto; gracias a él este programa se grababa en el taller de radio de la Escuela”, rememoró Vicencio, al tiempo que dio paso a la transmisión radiofónica del cuento “Los trabajos de la ballena”, mientras el público escuchaba la recreación sonora del célebre cuento de “Don Laco”.

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Vicencio también tuvo palabras de reconocimiento para el equipo con el dirigió “Hojas de papel volando”, entre 1996 y 1997: “Las mejores experiencias, las mejores aventuras, han sido las que llevado a cabo en equipo. Por eso hoy evoco con enorme gratitud a Gonzalo González, a Héctor Villanueva, a Roberto Castillo, a Yadira Rodríguez, a Claribel Bernal, a Domingo Arvizu en la operación técnica. Y al talento actoral: Manuel Villaseñor, Sergio Limón, Hebert Axel, Carlos Corro, Isabel Rolón y Soco Tapia que alternaban sus participaciones según los personajes que el guion demandaba”.

Asimismo, Rogelio Arenas mostró primeras ediciones de libros firmados por Eraclio Zepeda como “Asalto nocturno” y “Benzulul”; además, se refirió a “Eraclio Zepeda en Viento de siglo”, publicado en la revista “Otros diálogos” de El Colegio de México y en “Viento de siglo” (FCE, 2013), cuyo texto “es un homenaje al escritor chiapaneco Eraclio Zepeda y a su tetralogía novelística que culmina con ‘Viento del siglo’, donde relata cien años de historia política y cultural de Chiapas a través del prisma de su propia historia familiar”.

Masha Zepeda. Hija de Eraclio Zepeda. Foto: Jorge Dueñes.

“‘Viento del siglo’ (2013) del escritor Eraclio Zepeda (1937-2015), Premio Nacional de Literatura y Lingüística (2014) y reconocido, además, con mucho merecimiento —dígase lo que se diga— con la Medalla Belisario Domínguez, cierra de manera notable el ciclo novelístico de la extraordinaria tetralogía que comenzó a escribir en el año 2000. En más de una entrevista, él mismo recordaba un consejo que recibió de don Alfonso Reyes cuando, siendo todavía muy joven, lo mandó llamar y le dijo, con la gran deferencia solidaria del escritor consagrado: ‘Tarde o temprano usted terminará escribiendo novelas. Cuando se decida a escribirlas, póngase municiones en las nalgas’.
Así fue como, en el año 2000, cuando fungía como funcionario de la UNESCO en París, Zepeda inició la escritura apoteósica de ‘Las grandes lluvias’ (2006), a la que seguirían ‘Tocar el fuego’ (2007) y ‘Sobre esta tierra’ (2012), novelas que, junto con ‘Viento del siglo’, despliegan la hermosa saga narrativa de la familia Urbina (alias de la familia Zepeda, de la cual procede el escritor). No es gratuito que la primera esté dedicada, precisamente, ‘A la memoria de doña Juana Zepeda’, noble, íntegra y admirable mujer fundadora de toda esa dinastía. La tetralogía toda abarca el marco extraordinario de un siglo de historia de Chiapas: 1837-1937. Es precisamente el marco histórico el que va dando ritmo y relevancia a la sucesión de los hechos. Cada novela del ciclo comienza con la muerte de un miembro de la familia, pero dentro del halo mágico y fascinante del entorno literario: cada vez que un Urbina-Zepeda muere, el reloj del abuelo Mariano, que aún conserva el escritor, se detiene, pero de igual manera suena cuando alguien nace, como sonó cuando nació el hijo primogénito de Ezequiel Urbina, el 24 de marzo de 1937, a las 5:00 horas de la mañana, memorable fecha de nacimiento de Eraclio Zepeda”, de acuerdo con Rogelio Arenas en “Eraclio Zepeda en Viento de siglo”.

En su turno, al hacer uso del micrófono, Pedro Ochoa Palacio recordó al ser humano en Eraclio Zepeda: “De Laco me sorprendió su sencillez, su calidez en el trato, esa forma tan suya de hacer sentir cómodo al otro, como si nos conociéramos desde siempre. Pero al leerlo cuando comprendí que estaba ante uno de los grandes narradores del siglo XX mexicano. Y luego, al escucharlo hablar, supe que estaba algo más: una voz que no sólo decía, sino que construía constantemente”.

Por otra parte, Ochoa también destacó la maestría literaria del homenajeado: “Entonces Laco con esa verbalidad desbordantemente creativa, pero a la vez precisa para inventar un personaje o describir una emoción, ambas manifestaciones estaban hechos de palabras. Eraclio hablaba como quien ha conversado con la historia de Chiapas, pero también de México y de América Latina, sus palabras venían de los más profundo. Su voz sonaba como las maderas templadas de la marimba, como lluvia sobre tierra mojada, o como un vuelo que sobrevuela Tuxtla Gutiérrez y se posa en las ramas más altas de la ceiba. Era un escritor verbal, intensamente oral, que sabía improvisar según la audiencia. No leía: encantaba. No narraba: envolvía. Se echaba al público a la bolsa —es decir, lo metía de lleno en la historia selvática de Chiapas, llena de sueños como los chiapanecos, generosa como el corazón de Eraclio”.

Al hacer uso del micrófono, el poeta y narrador Jorge Ruiz Dueñas también destacó las aportaciones literarias de Eraclio Zepeda a la narrativa mexicana: “Sin pretender repetir lo bien dicho por otros, no puedo dejar de hurgar en la metáfora de Pamuk que deambula en el Estambul de su corazón, y asomarme al ejercicio literario que hizo de Eraclio Zepeda un escritor de inagotables recursos. Él se decantó a la manera del bahiano Jorge Amado, nacido en la raigambre de su pueblo, comunista, diputado, que, como Laco, describe la sangre, la discriminación y el abuso”.

Ensayó Ruiz Dueñas: “La narrativa de Eraclio Zepeda acompañado o impostado en Ezequiel Urbina nos ha dado otra versión del tejido nacional en un territorio del país que pudo no ser, porque esta actitud de permanecer es la apropiación de la palabra por el pueblo mismo. En la gesta de una familia tan incandescente como los Buendía de Aracataca, va la narrativa chiapaneca de Eraclio fluyendo como los ríos tumultuosos que recorren estos espacios poblados por seres reales y seres etéreos. Algo similar al mundo nordestino de José Lins do Rego habita en sus renglones. La saga de los indígenas y de los mestizos, de los criollos y los invasores, con los elementos eternos, abren heridas por donde el combatiente, andando el tiempo, hace de la oralidad una heredad testimonial y surrealista, tanto como la propia realidad que la supera con frecuencia en vértigo y violencia”.

Finalmente, Ruiz Dueñas citó “Benzulul”: “Casi al final de la ruta de Eraclio tuve la satisfacción de estar con él y la querida Elva. Me apenaba entonces la finitud. Ante la certidumbre de lo efímero de ese momento me reanimaba imaginar que estaremos todos en la memoria de otros y entonces, como en nuestra juventud, perduraremos. Me alegró haber estado en su homenaje con amigos alrededor del hombre que pudo decir como Sebastián Pérez Tul, su personaje de ‘Belzulul’, lo mismo que afirmó en la profecía del libro:

“—Quien dice verdá tiene la boca fresca como si masticara hojitas de hierbabuena, y tiene los dientes limpios, blancos, porque no hay lodo en su corazón […].
“—Quien no recuerda vive en el fondo de un pozo y sus acciones pasadas se ponen agrias porque no sienten al viento ni al sol. Los que olvidan no pueden reír y el llanto vive en sus ojos porque no pueden recordar la luz […]”.

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Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Enrique Mendoza Hernández estudió Comunicación en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en la categoría de Periodismo Cultural, otorgado por la Secretaría de Cultura de Baja California; Premio Nacional de Periodismo Cultural FILEY 2025, otorgado por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), a través de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán, y Manos Libres Periodistas. Ha sido incluido en diversas antologías, entre otras, en “Relatos de frontera y otras costumbres. Crónica joven de Tijuana”, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) y el Centro Cultural Tijuana (CECUT) en 2013. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”, publicado por la Secretaría de Cultura de Baja California en 2024. Es periodista cultural en Semanario ZETA, en Tijuana
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