La última entrega de esta tremenda saga llegó con buen resultado a la pantalla grande, retomando la historia de una familia a la cual le ronda la muerte.
Ahora le toca a Stephanie Lewis (Kaitlyn Santa Juana), una universitaria que finalmente quiere romper con la fatal cadena que se le presenta a través de pesadillas recurrentes. Por eso vuelve a casa, para encontrar a la persona que puede romper ese círculo.
El trayecto está lleno de emociones fuertes, terror de sobra y un buen manejo de la historia después del estreno de la precuela en 2011.
La muerte como un contradictorio villano justiciero es el elemento a vencer y, por supuesto, no se plantea aquí el desenlace, aunque sí se advierte que esta película dirigida por Adam B. Stein y Zach Lipovsky está muy bien lograda, con momentos que honran a los protagonistas de entregas pasadas y un margen para integrar toques de humor con fineza.
Es un filme entretenido que, de seguro, atrapará a los fanáticos de “Destino final”, mientras que a los espectadores neófitos les garantizará una buena experiencia en el cine. ***
Punto final. – Claro que Tom Cruise puede con “Misión imposible” y demás.