Escrita y dirigida por Ray Mendoza, esta película vale por su veracidad, porque se alimenta de testimonios de quienes lo vivieron, empezando con el citado realizador que es un veterano de la guerra de Estados Unidos con Irak y su mano derecha Alex Garland.
La historia se concentra en el infortunio de un grupo élite de la armada norteamericana, ampliamente conocido como los SEALs de la Naval, que deben cumplir una misión en la ciudad de Ramadi, por allá del año 2006.
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Vaya manera de recrear un combate con esa brutalidad que no sólo se ve en pantalla, sino que se siente, se huele, se anticipa y se queda en la memoria como si uno también hubiese estado ahí, en esa tensión que debe generar la vida justo cuando se extingue en una zona de guerra.
Otro elemento a destacar es que el filme funciona por su excelente reparto en donde cada actor hace lo que debe sin perder de vida que el gran protagonista es el pelotón en plena batalla.
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D’Pharaoh Woon-A-Tai interpreta a Mendoza con una credibilidad que sostiene a todos los demás, mientras que la sobriedad de las escenas, primero desde una casa semivacía donde la espera parece eterna e inquietante a la vez, después ya entre el polvo de las calles llenas de peligro y fatalidad, hacen creíble las acciones de unos militares altamente entrenados, pero más que eso, jóvenes que se sienten hermanos porque de eso depende, además, su sobrevivencia en el infierno. ****
Punto final.- El documental de Netflix “Momentos decisivos: la guerra de Vietnam” es muy recomendado. Vaya pedazo de historia en filme.
