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viernes, mayo 9, 2025
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Morena, otro partido de Estado

En el punto número cinco de las diez máximas que Claudia Sheinbaum Pardo entregó, vía epistolar, a su partido Morena, a manera de su participación en el Consejo Nacional en calidad de militante con licencia, consigna que no deben convertirse en un partido de Estado. La lectura fervorosa que hizo la líder morenista de las palabras de la Presidenta, arrancó varios aplausos, y confirmó que son eso que no quiere ser: un partido de Estado, un partido hegemónico, dominante, influyente, concentrador de poder.

Incluso, la falsa “sana distancia” de Presidenta y partido quedó evidenciada con el envío de la carta que, por sobre todo, tiene como objetivo darle rumbo político, formación y sentido al partido en el poder. Las palabras de la mandataria fueron lo más trascendente de la reunión morenista, donde aún resuena el nombre del ex presidente como su líder fundador ante la apenas perceptible participación de su vástago, Andrés López Beltrán.

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Claudia Sheinbaum tuvo para todos. Tiró dardos que dieron en el blanco. Aunque en su retórica intente ser vistos de otra forma, se confirman como lo que son: el partido de Estado que controla las cámaras legislativas, el Poder Ejecutivo y va por el control del Poder Judicial. El partido que aprueba por aplastante mayoría todo lo que la presidenta quiere, el partido que tiene 23 de 32 gubernaturas estatales y la mayoría de los municipios y, por supuesto, los congresos en los Estados.

La mandataria nacional se atrevió a decir que su partido, Morena, es el movimiento más fuerte “del planeta”, unido además sin hacer “pactos escrupulosos” como la derecha, dejando de lado los pactos que hizo con priistas y panistas como Miguel Ángel Yunes o Alejandro Murat, que ahora están en sus filas y apoyaron las reformas constitucionales por ella propuestas.

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Exige a sus militantes “honestidad, humildad y sencillez”, alejarse de actos frívolos, del consumismo y el dinero cuando gobernadores, gobernadoras, alcaldes y legisladores, como Fernández Noroña, son dados a viajar en primera clase; a poseer relojes de alta gama como su secretario de Economía, Marcelo Ebrard, o su representante legislativo, Adán Augusto. Es notorio cómo la nueva clase política de Morena goza del dinero en su vestimenta y efectos personales.

Pidió una vez más que no haya en las filas gubernamentales de Morena, ni amiguismo, ni influyentismo, ni nepotismo, cuando el hijo del fundador de su partido, es el secretario general del mismo; o el padre de la gobernadora de Guerrero quiere sucederla en el cargo, cuando él fue quien le dio la nominación a ella cuando quedó impedido para ser candidato. Exige que todos los gobiernos de Morena se concreten a la “austeridad republicana”, que no se trasladen en camionetas de último modelo con decenas de escoltas, alejados de la sociedad, cuando es la nueva norma.

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En Tijuana, el alcalde Ismael Burgueño -por cierto, dado a los efectos de lujo que adquiere, al igual que la síndico morenista en San Diego, California- acude a cualquier sitio, sea una colonia en la menor de las ocasiones y a restaurantes o reuniones, con cerca de 15 elementos de seguridad, que prácticamente toman las instalaciones. El derroche del erario es visible, y la protección que se autoproveen para proteger su integridad contrasta con la inseguridad que vulnera a la mayoría de la sociedad.

En ese sentido, pidió que los morenistas en los gobiernos no se coludieran con el crimen organizado o de cuello blanco, pero la manera en que entregan las obras los gobiernos es precisamente a un ya establecido grupo de empresas y empresarios dados a la comisión para la obtención de contratos y concesiones. Ahora mismo es el caso de un empresario ligado a Adán Augusto, Fernando Padilla Farfán, que con sus caravanas de salud ha ganado miles de millones de pesos en los Estados gobernados por Morena, entre ellos Baja California, donde la gobernadora le habría dado casi dos mil millones de pesos por la renta de sus caravanas de salud. Y ese tema llevó a otro relevante de manera reciente: las campañas adelantadas para las sucesiones en los estados y en el Poder Legislativo en los comicios de 2027.

Para ese proceso electoral, la Presidenta pidió a los morenistas que se establezcan reglas claras, que lo hagan en enero de 2026, para respetar los tiempos electorales legales, y los conminó a reescribir las normas: prohibir la promoción de políticos en carteleras y espectaculares, no promover campañas de odio contra la competencia interna, no utilizar más recursos económicos privados, ni públicos, ni dinero ni avaricia, campaña casa por casa, entregando propaganda de mano en mano y repartiendo el periódico del partido.

Y el tema fue relevante dado las ansias de poder de la legisladora Andrea Chávez, quien aspira a ser candidata de su partido al gobierno de Chihuahua en 2027, y para lo cual trae por lo menos tres caravanas de salud a costo -de acuerdo a lo que se invierte en el mismo servicio en Baja California- de unos 20 millones de pesos mensuales por la renta de los camiones con servicios médicos, que en aquel estado la legisladora ofrece de manera gratuita, con su imagen a tamaño espectacular en las caravanas que primero, dijo, le eran patrocinadas por la comunidad empresarial, y después que era una donación. Como sea, 20 millones de pesos al mes por caravana exceden las sugerencias de la Presidenta.

Porque justo lo que Claudia Sheinbaum sugiere hacer para no convertirse en un partido de Estado, con ansia del poder por el poder, con ambición no sólo política sino económica, es en lo que se ha transformado el movimiento de Morena: un partido hegemónico, que avasalla en la generación de políticas públicas y la creación de leyes, al son que dicte Palacio Nacional, integrado por una nueva clase política pudiente, con muchos recursos económicos a su servicio, con camionetas blindadas, escoltas para cuidarlos y acaso alejarlos de la vida cotidiana y adentrarlos en una llena de lujos, de poder, de excesos. Así es el partido de Estado en que se ha convertido Morena y, con base en el pasado, se sabe que esto no es un buen camino para México.

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Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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