A quienes tomaron desprevenidos y no supieron cómo reaccionar ante una medida del gobierno, es al sector político-empresarial de Baja California. Luego del anuncio de Marina Ávila Olmeda de desaparecer el Fideicomiso Empresarial (FIDEM), para destinarlo -según dijo- a inversión educativa en toda la entidad… se quedaron callados. Pasivos. Son más de 180 millones de pesos que se encuentran bajo resguardo de cierta cúpula empresarial desde la administración de Eugenio Elorduy Walther, cuando el fideicomiso fue instaurado como una medida de contención política ante el cobro del impuesto estatal sobre nómina, y se les dio el recurso para manejo en acciones vinculadas con el sector empresarial. El fin de los dineros destacó por ser opaco y discrecional, ante lo cual la gobernadora anunció, el 23 de abril, la desaparición del FIDEM. Previo al contundente anuncio, tanto la gobernadora como su secretario de Hacienda, Marco Moreno, ya habían cuestionado la entrega del recurso. De hecho, el sector empresarial había negociado con la mandataria mantener el FIDEM durante el 2025 y renegociarlo para el 2026; y aun cuando Ávila Olmeda dio su palabra de que así sería, al final ha enviado una iniciativa para desaparecerlo. Dicen en el centro de gobierno que la ruptura entre un sector del empresariado con la gobernadora, fue el hecho de desconocer a Kurt Honold, secretario de Economía, como interlocutor. Total, que, a dos días del anuncio del fin del FIDEM, los empresarios “organizados” no saben cómo responder, pues estaban en la creencia que mantendrían tal recurso hasta el 2026. Ningún representante empresarial ha emitido un posicionamiento sobre el tema, y se espera que sea hasta el viernes 25 de abril que sostengan una reunión en Tijuana, para analizar el tema y definir una postura; aunque ya están en la lona, pues ante el anuncio de la gobernadora se vieron sumamente pasivos y empequeñecidos.