Lleno de curiosidades, nutrido de la realidad, enamorado del teatro y la poesía, Joaquín Cosío encarna el futuro inmediato con su singular rostro y con resistencia ante una industria de entretenimiento movida por el interés económico y las nuevas audiencias
En el arte hay seres que trascienden las generaciones por su talento e ímpeto, elementos que sumados a la suerte, llevan al reconocimiento artístico. Y hablando de histriones con esa conjugación, no podría haber mejor ejemplo que Joaquín Cosío Osuna, de 62 años, ganador del Premio Nacional de Literatura y el Premio Ariel, por su interpretación nutrida en la realidad, la observación del día a día, del entorno inmediato, la calle, del señor sentado en una banca, el taxista, la señora gritando.
“Observar, vivir y dejarnos sentir. Palpar la pasión, tener total convicción y estar lleno de curiosidad para encarnar roles fuera de nuestra zona tranquila”, señaló a ZETA Joaquín Cosío, quien fluye a través del cine que es capaz de leer la mente, retratar el brillo de los ojos, la alegría y el esbozo de una sonrisa.
Nayarita de nacimiento, criado brevemente en Mexicali, letrado en Chihuahua y con residencia en la Capital mexicana, el intérprete, dramaturgo y poeta destaca por roles antagónicos en el cine. Con una altura cercana a los dos metros, pómulos pronunciados, cejas arqueadas, nariz firme y barba prominente, hay un aura que impone de su parte, la cual ha sido del gusto de críticos y directores, pese a ser lo contrario al arquetipo de villano.
“La carrera del actor es de resistencia y pasión, donde hay que estar ahí porque la amas”, explicó a este Semanario sobre su perspectiva del mundo actoral en la actualidad, donde la constante para continuar es una de las grandes concepciones humanas: el amor. Porque actuar “es lo más emocionante que puedo hacer y resistir por ello, como cuando te enamoras de alguien: te enamoras y resistes, aguantas, esperas, soportas, porque estás enamorado y estás esperanzado de que te volteen a ver”.
Y es el amor el que ha forjado una trayectoria que iniciara a través del teatro – “el gran salón de clases, el punto de partida”, reiteró- en la década de los 80, transicionando al cine durante el nuevo milenio, donde llegaría uno de sus papeles más reconocidos: Rubén “Mascarita” en el filme “Matando Cabos”.
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Desde entonces hubo un auto reconocimiento “por personalidades, por rostros más peculiares, más distintivos y por esencias más dramáticas” en las que “es una suerte para los que no somos tan galanes, el cine sí te registra, te capta; rostros como el mío, singulares, son los que funcionan”, precisó el histrión que recientemente protagonizó la segunda edición del Festival de Cine de Loreto.
CINE DE RESISTENCIA
A cambio de su entrega y constancia en el mundo cinematográfico, Cosío recalca que no basta el talento: “Desgraciadamente, para que un actor pueda tener éxito y reconocimiento, hay que tener mucha suerte”.
Reconoce su suerte, pero también su capacidad para resistir las negativas.
“De pronto es una carrera también de resistencia, hasta que de pronto un director diga ‘ese me gusta’, como en mi caso mío. Todos los actores tenemos que esperar y eso no nos hace menos talentosos, pero algunos no han tenido la suerte ni la posibilidad de hacer una película que de pronto tenga un éxito, de alto impacto. Muchos tiran la toalla literalmente, se quedan a la mitad del camino. Sobre todo cuando la industria generalmente movida por el interés económico, por las audiencias, hace lo que le venga en gana, meten youtubers a actuar, no tengo problema con ellos, pero son pésimos; mientras tanto, nosotros tenemos que buscar alternativas, hacer grupos teatrales, crear productoras, hacer nuestras propias películas, conseguir recursos y algunos hacer latas de conserva o cremas de cacahuate para vender, o instalar puestos de jugos de naranja”, lamentó quien es conmemorado por su papel de “El Cochi loco” en la cinta “El Infierno”, crédito que se suma a títulos como “Cassandro”, “El Poderoso Victoria”, “Sonora”, “La delgada línea amarilla”, “Las Aparicio”, “La dictadura perfecta”, “Salvando al Soldado Pérez”, “Rudo y Cursi”, “El Tigre de Santa Julia”, “Sin ton ni Sonia” y “La habitación azul”.
Esa resistencia lo ha llevado a papeles “complejos, los que tienen contradicciones, los que son como nosotros, como seres humanos, llenos de conflictos, con ambigüedades; los personajes se equivocan, cometen errores graves, ése es el tipo de personaje que a mí me gusta, el que tiene contradicción, el que es ambiguo, el que se equivoca y mete la pata; entonces, es un ser humano”, con lo que ha podido incursionar en personajes como Don Neto en “Narcos: México” y en producciones hollywoodenses como “Quantum of Solace” o “El Escuadrón Suicida”, además de doblajes como “Spider-Man: Un nuevo universo”.
Cabe mencionar que en el interés actoral del mexicano está también en la comedia, donde espera continuar incursionando en filmes como “¡Que viva México!”, “Pastorela” o “Lecciones para canallas”, películas que “me hicieron darme cuenta que la comedia me gusta, de qué puedo dar, o que mis recursos histriónicos tienen un espectro amplio; puedo ser el villano terrible, hacer comedia, e incursionar en el terror como en ‘Belzebuth’”.
Su versatilidad continúa confirmándose con tres interpretaciones para 2025, con su participación en un episodio de “Bloopers”, serie de comedia sobre títeres que se vuelven influencers; protagonizando “Infatuación”, película sobre un detective que persigue a un asesino en serie; así como su esperada interpretación del Capitán Bedoya en la próxima serie de Netflix “Las Muertas”; y un rol en el largometraje “Pérdida total”. Distintas actuaciones y situaciones que parten de lo mismo: saber comunicar una historia.
“Como parte de este universo de ficción, nosotros hacemos y contamos una historia como nos la contaban las abuelas o como nos la cuentan nuestros amigos, contar algo bien hecho, y de ahí nos podríamos brincar a que si el arte tiene que ver con si refleja la realidad o no, que es una discusión de toda la vida: para qué sirve, no sirve, en qué ayuda, en qué no… esas preguntas cada quien las tendría que responder, pero contra todo, el cine, el teatro y la pintura continúan como una necesidad humana”, en la cual el séptimo arte robó el corazón del licenciado en Ciencias de la Comunicación para “explotar muchas facetas, desde hacer doblaje, locución, y actuar en cine, televisión, y teatro”.