Desde niña yo anhelaba
poder escribir un libro,
hoy trabajo en el octavo
y al recordarlo suspiro.
En sus páginas va el alma
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bordada en cada renglón,
y mis sueños, mis deseos
el río el mar y una flor.
La milpa en aquellos surcos
donde algún día sembré,
dos granos a cada paso
descalzos iban mis pies.
Papá guiaba la yunta
con su voz firme y segura,
un hombre de gran talento
y lo sabe hasta la luna.
Me contaba mil historias
de cuando él era pequeño,
y decía que estudiar
es tesoro de gran precio.
Y mi abuelita paterna
muchos cuentos me contaba,
yo me sentía el personaje
con la magia de las hadas.
A escribir yo me ponía
con alma temblorosa,
mirando hacia las estrellas
oliendo aroma de rosas.
Me hipnotizaba el cuaderno
yo conversaba con él,
de mi sueño de hacer libros
-se logran sueños hoy sé-
Lourdes P. Cabral
San Diego, California