El asesino intelectual de Héctor Félix, codirector de ZETA, ha gozado de 37 años de impunidad y es inaceptable
Desde el Hipódromo Caliente se ordenó el homicidio de Héctor Félix Miranda, de acuerdo a la investigación, la mañana de ese miércoles 20 de abril de 1988. Los autos, las armas y los matones, que resultaron ser el jefe de escoltas y dos de los guardias del ex reo, Jorge Hank Rhon, salieron del centro hípico, y regresaron a las mismas instalaciones, después de cometer el crimen.
A partir de entonces, el asesino intelectual ha gozado de 37 años de impunidad.
“El Gato”, como apodaban a Félix, era reportero, columnista y codirector fundador ZETA, este proyecto de periodismo libre de investigación, contestatario, de denuncia, y los empleados del Grupo Caliente lo mataron cuando tenía apenas 47 años.
El dueño del hipódromo cumplió 69 años el pasado mes de enero, todos vividos bajo el halo protector y la impunidad generada por la cuantiosa fortuna y las relaciones políticas generadas desde tiempos de su fallecido padre, el priista Carlos Hank González (1927-2001); le han permitido evadir cargos judiciales, cada vez que ha sido detenido e investigado por varios delitos, desde hace 34 años.
En 1991, en el Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México lo retuvieron por contrabandear perlas y artículos fabricados con partes de animales en peligro de extinción de Japón
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El 10 de enero de 2009, por sospechas de conducta ilegal, le quitaron la visa para cruzar a Estados Unidos.
En junio 2011, fue aprehendido y liberado dos veces: la primera junto con 11 escoltas, por el acopio de 40 armas largas, 44 cortas (dos relacionadas con homicidios), y más de nueve mil cartuchos en el hipódromo; la segunda vez, por su presunta participación el homicidio de una joven de 24 años, novia de su hijo, cometido en 2009. En la misma carpeta se mencionó que hubo movimiento de droga en el centro hípico entre 2006 y 2010.
En 2012, eludió la acusación por el delito de traslado de las aves exóticas que se transportaron en el avión privado en el que llegó a Tijuana con su personal.
Los hechos no deben olvidarse.
Pero los beneficios en territorio bajacaliforniano los recibe desde 1985, porque los gobiernos federales le han autorizado el disfrute y explotación comercial de las decenas de hectáreas de terrenos de la nación, que albergan el casino Caliente, el Hipódromo, el zoológico, un estadio, un club hípico, una escuela de futbol, un residencia y un colegio, a través de una concesión pública. Y no se ha informado de ningún cambio.
Todavía más, en el México de la narcocultura, el país en el que todo es posible, el adinerado casinero fue alcalde de Tijuana y candidato a gobernador en tres ocasiones. Instituciones electorales y partidos políticos simplemente han decidido burlarse del requisito de la buena fama pública. De hecho, la actual gobernadora Marina del Pilar le ha mostrado su apoyo desde que lo invitó al festejo privado de su toma de posesión.
La historia del lado de los agresores contrasta con los antecedentes de la víctima.
En 1980, en Tijuana, el ejercicio del periodismo crítico y responsable provocó la ira de los gobiernos del PRI que terminaron despojando a Jesús Blancornelas y Héctor Félix de un periódico; en ese contexto fundaron ZETA, un medio de comunicación al que estos periodistas le apostaron su dinero y su vida, para ser los dueños únicos de la línea editorial.
Durante los primeros dos años de este Semanario, cuando la persecución política obligó a Blanco a vivir en San Diego, California, fue el trabajo de Héctor Félix, yendo y viniendo de uno a otro lado de la frontera, con información, con notas periodísticas, con instrucciones, incluso cruzando él los ejemplares del periódico, lo que permitió el nacimiento y la sobrevivencia del medio, a pesar de la persecución de políticos acostumbrados a comprar periodistas y voluntades.
Previo a que los sicarios le quitaran la vida, “El Gato” sólo pudo disfrutar durante 8 años y 9 días de la libertad periodística que él y su compañero de lucha crearon. Pero ese tiempo le alcanzó a Félix para que su lenguaje y actitud relajada, lo convirtieran en uno de los columnistas más importantes en el estado. Quien a pesar de su amistad con el empresario hípico, escribió que en sus fiestas había droga y algunas carreras se “arreglaban”.
Tras su asesinato, fueron cientos los ciudadanos y lectores indignados que se manifestaron marchando en las calles de Tijuana. Pero los reclamos de la sociedad sólo alcanzaron para que la investigación alcanzara a dos de los homicidas materiales, Victoriano Medina, escolta, y Antonio Vera Palestina, jefe de escoltas de Hank Rhon, detenidos tras mantenerse prófugos (10 días y 2 años respectivamente), fueron sentenciados a 25 y 27 años, penalidad que completaron en 2015 cuando fueron liberados. El tercer guardia, y presunto homicida, Emigdio Nevarez, no fue procesado porque fue localizado asesinado.
37 años y 10 gobernadores han pasado sin que el autor intelectual del homicidio de Félix haya sido detenido y procesado. Ante la ausencia de justicia, les recordamos para que no olviden. Contamos la historia para los nuevos lectores y junto con los ciudadanos que nos han apoyado a lo largo de los años, repetimos a la Fiscalía General del Estado lo que dijo el exgobernador Ernesto Ruffo: en esta muerte “todos los caminos conducen al Hipódromo”.
No habrá silencio, ni olvido. El reclamo de justicia es permanente. La impunidad es inaceptable.
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