No al Muelle Almar, La Posada es nuestra”; con este lema se encabezó la más reciente protesta realizada en contra del nuevo proyecto turístico que atenta contra uno de los últimos espacios de recreación que quedan en La Paz.
Y es que la ciudadanía de la Capital se mantiene organizada en defensa para evitar que este muelle se construya en la playa conocida popularmente como “Gran Baja” o “La Posada”.
Andrea Méndez, presidenta del Comité Vecinal El Manglito-Inalámbrica, señaló en un escrito que se leyó en la manifestación que una vez más personas alejadas a las dinámicas de nuestro territorio están intentando adueñarse de un espacio que, históricamente, ha sido nuestro y de toda la ciudadanía.
Recalcó que la playa La Posada no es solamente el patio trasero, de quienes hoy se han apoderado de terrenos en la zona, sino que se trata de uno de los últimos espacios dentro de la ciudad, en el que niños, niñas, jóvenes y personas adultas vienen constantemente a disfrutar en calma de actividades recreativas.
Además, también forma parte de un ecosistema que es el sustento de muchas familias que pescan o trabajan el camarón cuando es temporada.
En este escenario subrayó que la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) de “Muelle Almar” no contempla los posibles impactos a las diversas actividades que se desarrollan dentro de esta ensenada.
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“Muy seguramente, estas personas ni siquiera tienen idea de la historia del cultivo del callo de hacha y el cultivo de ostión que aquí sucede, así como tampoco de la conservación de manglares que se realiza día a día en beneficio de todas las personas que habitamos esta ciudad”, dio.
La población acusa que la construcción del “Muelle Almar” violentaría los derechos culturales, sociales y económicos de todas las personas que habitan las colonias y que se han apropiado de este espacio, “sólo para dar paso a una comodidad más de quienes tienen más dinero”.
“La sociedad paceña ha demostrado a lo largo de los años que, mediante la organización comunitaria somos más fuertes que estas amenazas. Hemos corrido las minerías de la Sierra, cruceros de Pichilingue, a la turistificación de Balandra y logramos que se construyera el parque de El Manglito y ahora vamos a lograr la conservación dentro de nuestras playas”, comentó.
Es por ello que exigieron a las autoridades locales y federales que, no solamente nieguen el permiso de construcción, sino que en los planes de regularización urbana esta playa y toda la ensenada sean protegidas.
Ya han enviado solicitudes de consulta pública para que el proceso se nutra por personas especialistas en temas técnicos, así como cualquier otra que desee abonar desde su perspectiva social; sin embargo, hasta el momento ha habido respuesta por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).