Los mensajes de grupos delincuenciales son parte de la industria de la violencia criminal porque cumplen con varios objetivos, entre éstos, causar terror a sus rivales, las autoridades y la población, pero también existen organizaciones criminales que capitalizan económicamente la difusión de esos recados a través de redes sociales e internet, considera la doctora Yuriria Rodríguez Castro, una de las pocas especialistas en prevención del terrorismo y en análisis de inteligencia para la prevención delictiva.
Para la académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los más de 40 eventos en los que autoridades, medios de comunicación y ciudadanía dieron cuenta de los llamados narcomensajes en espacios públicos y físicos de los municipios de Baja California o medios virtuales, son recados deliberados o plenamente intencionales que pueden considerarse terroristas por su contenido y objetivo de parte del narcotráfico. Además, tienen la finalidad de que sean replicados para que lo anunciado llegue a más distancia y mayor número de personas, e incluso se convierten en una especie de entretenimiento criminal que tiene un número importante de consumidores cautivos.
Durante 2024, en Baja California se reportaron por lo menos 40 eventos donde se localizaron ese tipo de mensajes, unos del crimen organizado, y otros, iniciativa de particulares para denunciar o lanzar amenazas, sin que el número de acciones coincida con la cantidad de recados hallados -quizá idénticos- en diversos puntos geográficos de forma simultánea.
En un recuento de ZETA se tiene el dato de la ubicación de 16 de estos narcomensajes en Tijuana; en Mexicali, encontraron 13; en Ensenada y Tecate, uno en cada municipio; y otro más difundido a través de redes sociales.
Abril fue el mes con más amenazas escritas públicamente, con nueve mensajes colocados; octubre, con seis; mayo, cinco; agosto, cuatro; febrero y septiembre, tres cada uno; marzo, julio, noviembre y diciembre, con dos recados cada mes; así como enero y junio con al menos uno cada uno.
En cuanto al material utilizado por los emisores de la comunicación, en 27 de los asuntos se escribieron consignas con o sin fotografías, símbolos, siglas, nombres o apodos de los presuntos autores sobre lonas, pedazos de tela o sábanas; en nueve se emplearon cartulinas; dos veces sobre cartón; una pinta y un producto audiovisual.
Diecinueve fueron los lugares donde se localizaron mensajes, en puentes vehiculares o peatonales, barandales o enrejados de escuelas u otros inmuebles; cuatro de ellos acompañando cadáveres; tres estaban junto a restos humanos como extremidades o vísceras; tres más en torno a restos de animales; dos se apreciaban a un lado o sobre cabezas humanas; dos en carros baleados o incendiados; otros dos en parabrisas de vehículos estacionados en la calle o un lote de autos; un recado en un parque; uno entre árboles; uno en un despacho contable incendiado; otro era un video en redes sociales; y uno más lo cargaban sujetos que fueron detenidos con lona, drogas y arma.
El Libramiento Rosas Magallón en Tijuana y el Bulevar Lázaro Cárdenas, en Mexicali, fueron los escenarios elegidos con mayor frecuencia por los emisores de las denominadas narcomantas, que a diferencia de otros años, tuvieron como principales destinatarios o receptores a miembros de las autoridades, más que a los criminales adversarios.
Así se advierte que 14 de los mensajes fueron para funcionarios, gobernantes o políticos; cuatro en contra de agentes, oficiales o mandos de policía; nueve en contra de particulares, ya fuesen comerciantes, presuntos abusadores sexuales y hasta organizadores de espectáculos musicales; y 13 en contra de narcotraficantes conocidos o grupos rivales de los firmantes.
Entre los mensajes a funcionarios, destacaron los emitidos en contra de la fiscal estatal, María Elena Andrade Ramírez; contra el fiscal contra el Narcomenudeo, Juan Carlos Heredia Pelayo; y el fiscal central, Rafael Orozco Vargas. También los hubo para la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda; contra el ex presidente municipal de Tecate, Édgar Darío Benítez; contra el secretario general del Ayuntamiento de Tijuana, Miguel Ángel Bujanda Ruiz; amenazas para el secretario estatal de Seguridad, Leopoldo Tizoc Aguilar Durán; al subdirector de Bomberos, Ignacio Lozoya; para el subdirector de la Policía Municipal de Tijuana, Jesús Becerra; y advertencias para algunos mandos de la Fuerza Estatal de Seguridad Ciudadana (FESC).
NARCOTERRORISMO
Entrevistada por ZETA, la doctora Yuriria Rodríguez Castro, autora del libro “El terrorismo transnacional y del narcotráfico en México”, cuyo subtítulo es “Mensaje terrorista, violencia y derecho penal”, publicado por Flores Editor y Distribuidor, explica que existen por lo menos 17 tipos de mensajes de esta naturaleza, que al menos, ella ha encontrado a través de sus investigaciones. Entre otros están los recados de amenaza y protección del propio grupo amenazante; de presentación del grupo; de unidad y disciplina grupal; los despersonalizados; los escritos en mantas, cartulinas y cuerpos; los corporales interpretados a través de restos anatómicos humanos; de destrucción corporal y de destrucción grupal.
La doctora en Ciencias Penales y Política Criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE) y también comunicóloga con maestría en Periodismo Político en la Escuela Carlos Septién, advierte que además existen mensajes de fuerza armada y formación paramilitar; de castigo; de rutas; mensajes territoriales; dominio; de exteriorización y magnificencia; rotulados y subtitulados en imágenes de video; de vigilancia (panóptico invertido), como son los casos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Irapuato contra peritos y del Cártel del Golfo con sus videocámaras de vigilancia a los policías y sus turnos y el uso de drones del CJNG; y los mensajes de exculpación o coartada, que también describe en su libro.
“Todo esto forma parte de lo que hoy le llamamos la cultura del narcotráfico y también de la apología del delito. Ellos (los criminales) lograron hacer una campaña sólida a través de narcomensajes y la sociedad los ve. Los mensajes no sólo son escritos, por ejemplo, estos muertos colgando en puentes con o sin leyendas, son un mensaje en sí mismos. Muertos descabezados con recados y las lonas hasta con faltas de ortografía, son parte de esto. Pero van más allá y se han sofisticado hasta producir también videos cortos para subirlos a TikTok sobre ejecuciones en vivo, como pasó en el caso de Lagos de Moreno, Jalisco, con unos jóvenes”, detalló Rodríguez Castro.
La doctora destaca que no sólo se utiliza la comunicación para amenazar, mostrar músculo de poder o inconformarse contra la autoridad; entre las estrategias se usa el outsourcing para el reclutamiento juvenil, como es el caso de los call center simulados para captar jóvenes y luego matarlos o ejecutarlos para su exhibición en redes sociales.
“Creo que todo esto forma parte no sólo de una industria de reclutamiento, sino de una industria del entretenimiento donde ellos obtienen todavía más ingresos como grupos criminales. Así que ese todo es un mundo o universo criminal que no estamos investigando desde el punto de vista científico y del derecho penal”, refirió.
En su visión, hay mucho que trabajar:
“Las autoridades tienen que comenzar por reconocerlo, porque si no, no hay nada que hacer y los delincuentes nos van a seguir dominando en todos los ámbitos: cultural, social, político, económico; se trata de una industria de entretenimiento criminal, en este caso podemos decir que se manifiesta a través de todo esto, puedo asegurar y tengo fundamento para decirlo, que hay gente que se dedica en el crimen organizado exclusivamente sólo a desmembrar cuerpos, o sea, aprenden a desmembrar cuerpos. Ellos saben, tienen áreas, rastros, donde cortan partes de cuerpos y enseñan. Hay tutoriales donde ellos mismos enseñan cómo se debe de portar un cuerpo. Existe un área también dedicada sólo a la comunicación; es decir, tienen especialistas que se dedican a grabar estos videos y a subirlos en formato datos específicos ya sea en Tik Tok, en Instagram, compartir en Telegram, en distintas redes sociales. Es decir, tienen toda una industria que también tiene que ver con el entretenimiento de la violencia, eso es muy lamentable y parte del terrorismo que no hemos reconocido. Lo peor es que hay un sector social que ya lo aprueba, consumidores de esa información y contenidos, más allá de esa idolatría que ya existía sobre Jesús Malverde como santo o el propio Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, que es todo un ícono para algunos jóvenes. Entonces, toda esta imagenología del crimen organizado es de lo que doy cuenta en mis investigaciones, y creo que hay mucho que cambiar también como sociedad”, refirió Yuriria Rodríguez.
Sobre la insistencia del próximo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en designar a los cárteles mexicanos del narcotráfico como organizaciones terroristas, Rodríguez Castro afirma que el Gobierno de México debe abandonar la postura hipócrita de que no existe este fenómeno terrorista por parte de esas agrupaciones criminales: “Colombia lo acepta cuando se habla de narcotráfico; España, sin duda alguna es con concepto que se maneja asociado al narcotráfico; en Estados Unidos y Canadá, y en prácticamente todas parte del mundo, se reconoce. Aquí, en nuestro Código Penal está incluido el tipo penal de terrorismo asociado a la actividad de los traficantes de drogas y a la persecución del lavado de dinero, sin embargo, nuestras autoridades políticas no se han atrevido a dar el paso importante de admitirlo”.
Al preguntarle por qué no se reconoce que existe el narcoterrorismo, la académica puntualizó: “Hay dos factores importantes; uno, es el grado de colusión que hay entre las autoridades políticas y los grupos criminales. El narcotráfico en México no surge como en otros países, combatiendo al Estado, sino como parte del Estado; es decir, nace del vientre del Estado mexicano. Entonces, es muy difícil que ataques la corrupción del crimen organizado, a los grupos criminales cuando forman parte de tu misma estructura política, y casos de ejemplo sobran, como algunos ex gobernadores. El otro factor es nuestra relación con Estados Unidos, que tiende a ser simulada, hipócrita y pretendemos que ellos sientan que estamos atacando el problema de fondo para evitar algún tipo de injerencia. Y en vez de trabajar juntos, que es muy importante, que Canadá, México y Estados Unidos trabajen de manera conjunta para combatir el crimen organizado, tratamos de deslindarnos de este problema, y eso es lo que creo que nos tiene más hundidos todavía en una crisis de violencia nacional”.