“La ficción ordena a la vida”, expresó a ZETA la autora de origen argentino radicada en España que en 2024 entregó el libro de relatos “Tres maneras de decir adiós”, editado por Páginas de Espuma
Entre el cuento y la narrativa de largo aliento, el ensayo y la poesía, la microficción o el microrrelato, Clara Obligado explora diversos géneros en un relato que, unidos tres de éstos, podrían ser incluso una novela. Ésa es la riqueza de su propuesta literaria en general, particularmente de su más reciente libro, “Tres maneras de decir adiós”, editado en 2024 por el sello literario Páginas de Espuma.
De manera que luego de “Todo lo que crece. Naturaleza y escritura”, ensayo editado en 2021 también por su casa editorial Páginas de Espuma, la autora nacionalizada española de origen argentino Clara Obligado (Buenos Aires, 1950), exiliada política de la dictadura militar desde 1976, regresa con un libro de relatos que “al menos en España ha tenido muy buena recepción, se vendió muy rápido y tuvo muy buenos comentarios, así que estamos contentos”, expresó a ZETA la autora, que formó parte de la delegación de España, País Invitado de Honor en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2024.
“TODO TEXTO ES UN POCO AUTOBIOGRÁFICO”
Clara Obligado es autora de los libros de cuentos “Las otras vidas”, “El libro de los viajes equivocados” (IX Premio Setenil al mejor libro de cuentos de 2012), “La muerte juega a los dados” y “La biblioteca de agua”. En “Tres maneras de decir adiós” deambulan los personajes femeninos: una mujer de 40 años en el cuento “El héroe”; una escritora que ronda los 70 años en “Tan lleno el corazón de alegría”, que reflexiona sobre el oficio de escribir; y una joven, nieta de la mujer de 70 años.
“Son como si fuera una familia, pero también los podrías leer separados sin ningún problema”, refirió Clara Obligado.
– ¿Cuál fue el origen de estas tres historias que se entrelazan a través de los personajes?
“La primera historia, es una historia que tardé mucho tiempo de escribir, después de vivir diez años en un pueblito de Castilla, y habla un poco de la guerra y las pérdidas relacionadas con la guerra, no solamente con la guerra de España, sino también con la guerra de Irak, la guerra en África; se habla de qué es un héroe según cada situación y qué pensamos que es un héroe. En el segundo caso es una mujer, que ya es mayor, que está escribiendo y es una relación de ella con sus personajes, que a su vez ella vive una historia de amor con un hombre mayor. La tercera es una historia que es como una distopía: ¿qué pasaría en 20 años? Es una chica de 19 años que vive el amor tonto de los 19 años, equivocándose de pareja, como es habitual en esa edad. El libro habla de tres momentos: tres maneras de enamorarse y de los errores que vamos cometiendo también”.
– En el segundo cuento, “Tan lleno el corazón de alegría”, la protagonista es una mujer de 70 años que está escribiendo. ¿Qué tan autobiográfico es este cuento?
“Todo texto es un poco autobiográfico. El personaje se parece a mí en muchas cosas, pero en otras nada que ver, yo no tengo una hija como ésa que aparece allí, ni mi pareja se parece nada a esa pareja. Tiene elementos que son míos y otros que no tienen nada que ver”.
“LA ESCRITURA DE LAS MUJERES ES DISTINTA”
En el relato metaliterario “Tan lleno el corazón de alegría”, la protagonista escarba sobre el oficio de escritora: “La vida de escritora como pretexto para no escribir, lo que rodea a la escritura y la convierte en imposible”; o en otro fragmento: “Escribir es cantar y fantasear con la eternidad, escrutar la muerte, la tuya, la de todos. Sentir pena por tu propia ausencia, llorarte. ¿Qué hará Fernanda con tus cosas?”.
– ¿Cuál es su intención en el cuento “Tan lleno el corazón de alegría”, donde la protagonista constantemente reflexiona sobre la escritura desde el punto de vista de una mujer?
“El personaje es una escritora que lo único que hace durante todo el cuento es escribir. A mí me gustaba mostrar qué se siente y qué se piensa cuando se escribe de una manera sencilla, porque probablemente si yo fuera un escritor hombre, yo sería muy importante, estaría inventando grandes historias. Yo creo que la escritura de las mujeres es distinta: están cocinando al mismo tiempo que escriben y dándole vueltas, que por qué estará escribiendo, por qué hace esto, cómo se cansa. Me parecía interesante la reflexión sincera sobre qué es escribir. Entonces, el texto todo el tiempo está hablando sobre lo bueno de escribir y lo malo de escribir, por ejemplo, la posibilidad de inventártelo todo, la eternidad o leer de otra manera copiando textos. O sea, de ser una lectora de otra forma y también una modesta escritora, una persona que vive una vida normal: cuida sus plantas, su jardín, su nieto y escribe.
“En general, los hombres creen que lo que hacen es importante, y las mujeres hacemos lo que tenemos. En ese cuento son dos escritores porque el novio de esta mujer también es escritor, es un escritor famoso y escribe de otra manera: escribe como si fuera a la oficina con su horario, el respeto de su tiempo; entonces, ese cuento representa dos maneras de escritura en realidad. Yo no digo que todas las mujeres escriban así y que todos los hombres escriben así, pero sí que hay una manera propia de las mujeres. Yo al menos he escrito cuidando a mis hijas de noche porque tenía que llevarlas luego al colegio, haciendo lo que podía, poniendo cara de que me estaba ocupando cuando en realidad estaba pensando lo que escribía. Entonces, me parece interesante esta sinceridad sobre lo que es la escritura de las mujeres, no de todas las mujeres, pero sí de muchas”, refirió la autora.
“CONTAR NO SE ACABA NUNCA”
La estructura de “Tres maneras de decir adiós” está compuesta por tres cuentos, a su vez contados por relatos cortos. Da la impresión que es una sucesión de relatos dentro de cada relato.
– ¿Por qué en sus relatos hay historias que parecen microficciones o historias dentro de las historias?
“Me interesa mucho la estructura de un libro y que nuestra estructura pueda atraer al lector de alguna manera, entrar conmigo y opinar. En este libro hay muchas cosas que si el lector no dice qué es lo que son, no se sabe tampoco. Por ejemplo, ¿quién lo escribió?, ¿cuál de los personajes escribió este libro?, ¿dónde se escribió? Para eso tiene que participar el lector. Entonces voy eligiendo una estructura que es compleja, porque creo que la estructura de un libro es como el esqueleto de un ser humano: compleja, y me permite que haya historias de distinto volumen, como lo que tú dices muy bien: ‘Hay historias que parecen microficciones, hay historias dentro de las historias’. Como que contar no se acaba nunca. El cuento es un género que permite esta cosa abierta, como en cajas chinas: una cosa dentro de la otra, entre la otra, dentro de la otra, y eso es un poco lo que yo estaba practicando, o sea, con poco material hacer una historia mucho más grande, en realidad”.
– ¿Cuál es su idea de la escritura fragmentaria como estructura?
“Las cosas no salen solas. Todo es subsidiario y tiene que ver con esta manera de contar. Éste es mi cuarto libro donde yo trabajo este tipo de estructuras. Es una estructura que está como rota en algún punto, y creo que es lo más complejo de mi escritura, además”.
– Pero no se pierde uno en la lectura, porque la mente tampoco es lineal. Es decir, ¿qué tanto tiene que ver la estructura de sus cuentos con la memoria que no es lineal?
“La memoria y la vida. La ficción ordena a la vida, en realidad; la vida es muy desordenada. Entonces, yo lo que hago son cosas que son como los saltos: mis historias saltan todo el tiempo, porque es como si tú te fueras encontrando con esta gente a lo largo de la vida y me gusta la sensación, porque vas leyendo y dices: ‘Ah, éste era fulanito’, como te pasa en la vida misma. ¿A esta persona qué le pasaba? Entonces, yo hago algo para que tú recuerdes lo que le pasaba. Yo trabajo mucho para que no te pierdas, es decir, yo no quiero que te pierdas; yo lo que quiero es que tengas esa sensación de cómo es la vida, con sus idas y venidas, no lineal”.
“NO CREO MUCHO EN LOS GÉNEROS LITERARIOS RÍGIDOS”
Aunque también en su obra en general, en “Tres maneras de decir adiós” la autora convoca relato, poesía, ensayo o ideas ensayísticas y aforismo o microficción.
– ¿Ha llegado a alguna conclusión sobre los géneros literarios?
“Yo no creo mucho en los géneros literarios rígidos. Me parece que eso está bien en el Siglo XIX. Estamos en el Siglo XXI, en una época de mestizaje, de viajes, de estructuras que se rompen, de un mundo que no terminamos de entender. No me parece que las estructuras sean firmes: la poesía, el microrrelato…yo voy mezclando. Si necesito algún motivo, quizá uso una prosa poética, y si necesito sintetizar, igual aparece una microficción; hay momentos que son muy teatrales también. Me parece que todo me sirve para contar, o sea, no tengo por qué remitirme al cuento nada más, o a la poesía nada más. Creo que esto es también una ideología, una manera de ver el mundo, como algo que se mezcla, que no es lineal, que no es simple y no tiene fronteras”.
– ¿Tenía claro lo que era el cuento cuando empezaba a escribir? ¿Cómo ha ido evolucionando su idea de este género durante su trayectoria?
“Siempre estoy trabajando formas, y éstos son tres cuentos que están casi siendo una novela, están en el borde de la novela. Cada cuento tiene un experimento formal distinto, no sé si seguiré por este camino, no sé si ya lo he llevado donde lo quería llevar, pero es eso: trabajar con los límites de las cosas, la relación entre geometría y literatura, la relación entre lo plegable y lo que se expande, la historia contada al derecho o al revés. Y aquí el límite con la novela, lo pienso mucho en realidad. Este libro, en ese sentido, no es clasificable, no puedes decir ‘es una novela’ o ‘es un libro de cuentos’, está en el medio”.
– Pero también es un libro que deambula por los límites del ensayo…
“Claro, tiene muchas ideas, se acerca mucho al ensayo. (En el cuento El héroe) La pregunta de qué es un héroe pregunta por la violencia, por la historia. En el segundo cuento (Tan lleno el corazón de alegría) se pregunta mucho por la escritura, es un texto muy metaliterario; y el tercero (El idioceno) es una distopía que se pregunta por el mundo del porvenir. O sea, eso puede ser un ensayo también. Es decir, a mí me gusta que sea así, una ensalada de cosas”.
“LOS TEXTOS SON MUCHAS COSAS A LA VEZ”
Normalmente para establecer si un relato es un cuento largo o una novela corta, algunos autores toman como referencia la extensión o la cantidad de páginas, así que se cuestionó a Clara Obligado:
– ¿Cuál su parámetro para determinar si un relato es un cuento largo o una novela corta?
“Piensa, por ejemplo, en ‘Aura’, de Carlos Fuentes. Es un texto que se publicó como cuento en un grupo de cuentos, y después se separó del conjunto y se convirtió en una novela corta, y es el mismo texto. O sea, los límites son muy borrosos. Yo creo que es evidente que ‘Tres maneras de decir adiós’ no es una novela, pero sí un libro de cuento raro, muy cerca de la novela, eso sí. Yo creo que cada uno hace lo que le parece. A mí me gusta como estirarle el tejido a los géneros, estirarlos”.
Para concluir, la narradora argentino-española ejemplificó sobre los géneros literarios:
“Cuando Julio César fue a la Galia, volvió y dijo: ‘Vine, vi, vencí’. Eso podría ser una epopeya y podría ser un aforismo, podría ser un poema y podría ser el resumen de la guerra de las Galias. Los textos son muchas cosas a la vez”.