Cómo han cambiado los hoteles, desde la vieja hostería a la que acudía Don Quijote en un lugar de La Mancha, enamorado de Dulcinea, y los viajeros que iban con sus caballos recorriendo la campiña, a la diversificación de espacios que atienden diferentes necesidades de albergue e intereses en la actualidad. Hoy hay hoteles para adultos, para niños, para negocios; divididos entre trabajo y convenciones. Hoteles de tiempo compartido, hoteles que llenan todas las necesidades del viajero, de modo que no tenga que salir del espacio donde se encuentren, con muchos comedores y entretenimiento que los convierte en un punto de referencia y estancia. Hay hoteles para quienes acuden a curarse enfermedades y hoteles a quienes quieren conocer destinos; desde altos picos de montañas, costas y hasta desiertos en oasis. Por ahí, se encuentra un hotel submarino. Otro tipo de hoteles se hacen junto a escuelas, junto a universidades para estudiantes. Sin duda, los hoteles se han diversificado.
Encontrar en los hoteles lo que uno busca es el objetivo de un buen servicio. Por ejemplo, reposo o acción; comida y variedad; espacio para convenciones y espacio para diversiones. También hay hoteles para clases sociales que llegan a lo máximo de lo epicúreo o a lo mínimo de lo necesario. Hay hoteles que son pequeñas ciudades, donde el visitante recibe todo tipo de atenciones, que contienen una variedad de diferentes restaurantes o espectáculos que impiden que el viajero visite el punto turístico, pues está más que aportado por el hotel. El hotel se convierte en destino. Los barcos de placer son sin duda hoteles marinos, donde el paseante goza de todo tipo de actividades que le hacen la travesía grata.
¿Cómo educar ejércitos de servidores que den con gusto la mejor atención y el servicio requerido? Es un arte que te reciban con frases como “bienvenido a su casa”, “es un placer servirlo”, “lo que se le ofrezca, encantado”, “estoy para atenderlo”, etcétera.
México tiene bellísimas playas y una cultura de hospitalidad que lo lleva a ser un destino aceptable para el mayor consumidor del mundo, que son los americanos; sin embargo, no hay que darlo por hecho. Es constante la necesidad de superación y la imaginación de los creadores de destinos. Las playas como Cancún, Vallarta o Los Cabos van dejando atrás a viejos espacios turísticos como Veracruz y Acapulco, que no han sabido renovarse adecuadamente y que han perdido en mucho el atractivo, a pesar de que los lugares en sí son maravillosos. Vemos en Europa cómo acuden a la frase renovarse o morir. Es inevitable que el viajero cambie de lugar ante más mejores, diferentes y apropiadas ofertas.
Ser hotelero es una profesión que requiere muchas habilidades para cuidar, proteger, alimentar, divertir y complacer al cada vez más exigente viajero. México tiene que hacer un esfuerzo sostenido para no perder los maravillosos destinos turísticos que las costas y las diferentes ciudades proporcionan. Decía Antonio E. Savignac, el genial inventor de Fonatur (y de ahí se derivó el crecimiento de Cancún, de Cabo y de otros muchos lugares turísticos), que “hay muchos lugares bellos y el turismo es una experiencia que requiere el esfuerzo de un equipo comprometido, pues la competencia en el mundo es mayúscula”.
Baja California tiene dos hermosas costas: la del Golfo de California y el Pacífico, aún sin descubrir por los turistas y viajeros zonas maravillosas de mares increíbles. También tenemos la extraordinaria Sierra de San Pedro Mártir. Ya aparecen pequeñas muestras de hotelería de calidad en el Valle de Guadalupe, pero aún está lejos de ser un destino turístico que ameritan los maravillosos espacios en los que vivimos. La pregunta que se hace el mundo de la hotelería es: ¿Qué es primero, que lleguen los aviones cargados de turistas o que haya hoteles que reciban a los mismos? (¿qué es primero, el huevo o la gallina?) ¿La demanda de servicios o la oferta? ¿Cuál será el detonante para Baja California, nuestro estado?
Algún día descubriremos que tenemos un tesoro en los dos mares que bordean nuestra península y que no han sido descubiertos ni pensados, ni siquiera soñados. ¿Qué diría Suiza? ¿Qué diría Bolivia? Y otros muchos lugares por gozar de las aguas dulces del Mar Bermejo y del Pacífico. En Baja California no hay un hotel de 5, 6 o 7 estrellas todavía. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?
José Galicot es empresario radicado en Tijuana.
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