Resulta complicado hacer una historia de transformación sin caer en lecciones de moral, y sin embargo, “Un hombre diferente” deja un mensaje muy claro sin pretender sermonear: las circunstancias de la vida no te definen, sino lo que tú decides hacer con ellas.
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En este largometraje recién estrenado en México bajo la distribución de Cine Canibal, “Un hombre diferente”, de Aaron Schimberg presenta la historia de Edward, un aspirante a actor que tiene neurofibromatosis, razón por la cual es introvertido y por la que piensa que fracasa en el ámbito profesional, social y romántico, por lo que se somete a un procedimiento médico experimental que transforma su apariencia.
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Catalogada como un juego entre el drama y humor negro, la película de poco menos de dos horas muestra a un Sebastian Stane como Edward/Guy, en la que demuestra su talento para que las corporalidades y microexpresiones de ambas identidades queden bien definidas, una actuación que se complementó con la de Adam Pearson como Oswald, personaje extrovertido que incidentalmente va mostrando al otro el reflejo de lo que pudo haber sido su vida, paralelismos irónicos que también se representan con el manejo de cámaras y vibraciones que refuerzan el conflicto mental de Edward.
En una época donde los discursos del “body positive” se han ido abordando de forma distinta en pantalla, “Un hombre diferente” fluye y aporta al tema, en un recorrido emocional que deja al espectador reconociendo las vicisitudes de la vida.
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