La personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e incluso interpretamos la realidad.
La personalidad en parte está determinada por los genes que nos proporcionan una gran variedad de predisposiciones. Pero el ambiente y también las experiencias de la vida (padres, sociedad, amistades, cultura, etcétera) se ocupan de moldear todas esas posibilidades en una o en otra dirección.
Sin embargo, existen patrones de conducta profundamente entre tejidos, los cuales incluyen el modo como el sujeto se relaciona, percibe y piensa sobre el entorno y también sobre sí mismo. Los rasgos de la personalidad son aspectos prominentes que generalmente no implican ninguna patología.
La individualidad es la función de la personalidad y está determinada generalmente por la herencia y el medio ambiente como ha sido plenamente probado. De esta forma, algunos trastornos de la personalidad suponen patrones rígidos y desadaptativos que pueden ser de gravedad suficiente como para causar un déficit importante en la capacidad adaptativa o en un sentimiento de malestar.
Es importante señalarles que los elementos de la personalidad básicamente son dos: a.- El carácter, que es el conjunto de reacciones y hábitos de comportamiento que se han adquirido durante la vida y que dan especificidad al modo de ser individual y b.- Temperamento peculiaridad o intensidad individual de los aspectos psíquicos y de la estructura dominante del humor y la motivación.
Los estados de ánimo influyen en el comportamiento, de modo que una persona puede variar en función de los cambios de humor. Un aspecto muy importante de nuestra personalidad es la forma en que nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Dos personas diferentes pueden interpretar la realidad de forma distinta. Debemos recordar que las personas reaccionan al mundo de acuerdo a su modo de percibirlo. La personalidad determina ese modo de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos, pero, al mismo tiempo, la manera de vernos a nosotros mismos influye de manera muy determinante en nuestra personalidad. La percepción de nosotros mismos y de los demás suele estar relacionada.
En ocasiones, atribuimos a los demás rasgos de la personalidad que nos pertenecen a nosotros mismos, porque de ese modo nos resultan más fáciles de entender y porque en ocasiones los conocimientos que tenemos para explicar las causas de nuestra conducta son los únicos de los que disponemos.
Así las características de la personalidad podríamos afirmar que es la flexibilidad; llevar una vida más variada, realizando diversas actividades en vez de centrar nuestra vida sobre un mismo tema; es capaz de tolerar las situaciones de presión y enfrentarse a ellas y la forma de verse así mismo al mundo y a los demás se ajusta bastante a la realidad.
Desde luego que, cuando hablamos de un delincuente debemos de tomar en cuenta su forma de ser, sus pensamientos, actitudes, durante las distintas etapas de su vida, ya sea la infancia adolescencia o adultez.
Para poder definir el perfil del delincuente tenemos que saber quién es, el medio en el cual se ha desenvuelto, su sensibilidad dentro de otros aspectos a considerar. Así podemos afirmar que la personalidad es un conjunto de características o patrones que definen a una persona, es decir, sentimientos, actitudes, pensamientos, hábitos y la conducta de cada individuo, que de manera muy particular hacen que cada persona sea diferente a las demás. Así, para crear la personalidad de un individuo, éste habrá de transitar por varias etapas: La infancia que se comprende desde su nacimiento hasta los doce años aproximadamente. Esta primera etapa es fundamental en el desarrollo, ya que de ella depende su evolución posterior y sus características serían las físicas, motrices y socioafectivas. En la adolescencia se desarrolla la etapa de maduración entre la niñez y la condición de adulto. Aquí inicia el período de la pubertad hasta la madurez y generalmente empieza a la edad de los catorce años y es el tiempo que una persona necesita para considerarse independiente socialmente.
Benigno Licea González es doctor en Derecho Penal y Derecho Constitucional; actualmente preside el Colegio de Medicina Legal y Ciencias Forenses del Edo. de B.C.
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