RaMell Ross tomó la novela de Colson Whitehead, acreditada en 2019 con el Pulitzer, y la llevó a otro nivel mucho más verosímil y emotivo, donde el idealista Elwood complementa y se complementa a la vez con el cinismo de Turner, dos jóvenes por distintas circunstancias condenados al reformatorio de Nickel Academy, en Florida.
Ethan Herisse interpreta al Elwood adolescente y Brandon Wilson se encarga de dar vida a Turner, quienes se encuentran en la brutalidad de este reclusorio juvenil: uno como el veterano del cautiverio y sus atrocidades institucionales, y el otro, como el chico que dejó escapar su sueño de ir a la universidad en un abrir y cerrar de ojos.
El contexto es el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, pero el mensaje parece tan contemporáneo como nunca. En esta cruel realidad, donde las desventajas son cotidianas y el destino parece escrito e inapelable, estos menores afroamericanos forman una alianza que tenía que ser, porque no se ve otra opción de sobrevivencia.
En este encierro, el discurso de Martin Luther King se antoja distante, entre palabras, meramente oratoria y, cuando se entiende esto, el filme conmueve, sobre todo al ser testigos de la lucha interna de Elwood por no perder su sentido de humanidad. A pesar de todo, con ello a final de cuentas hacer que Turner enfoque la mirada a otro lado, así, quizás encontrará la salida. Qué película tan sincera, bien actuada, dirigida con cabeza y corazón. No hay que dejarla pasar. ****
Punto final.- Con “Aún estoy aquí”, Walter Salles retrata los peligros de un régimen totalitario. No es casualidad que el cine de hoy retome los errores del pasado.