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viernes, enero 17, 2025
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Guadalupanismo

“Madre mía de Guadalupe, por tu religión me van a matar”.

-Valentín de la Sierra, corrido popular

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Tras la muerte del Papa Juan Pablo II en abril de 2005, en su casa natal de Wadowice, junto a veladoras encendidas al exterior, alguien colocó una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

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El jesuita Jesús Gómez Fregoso, doctorado en La Sorbona de París, con su tesis sobre el misionero Juan María Salvatierra, fundador de Loreto, siendo maestro en la Universidad de Guadalajara, dedicó un ensayo a don Benito Juárez “Un liberal Guadalupano”.

Otro jesuita, el padre Enrique Maza, jefe de Información y fundador de la prestigiada revista Proceso, en charla en Ciencias Humanas de la UABC Mexicali, comentaba que lo único que no han podido quitarle los imperialistas y los políticos a los mexicanos es a la Virgen de Guadalupe. Y consideraba el padre Maza que esto ha sido uno de los estorbos para “apoderarse” de México.

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A través de la historia de Nueva España o Méjico (con J), el guadalupanismo ha ido transformando y seguido su curso en la religiosidad popular. Si es un fenómeno de religiosidad popular, no hay que perder de vista que es un hecho religioso, es decir, relacionado con Dios. Pero no un Dios subjetivo, sino concreto: el del Antiguo y del Nuevo Testamento.

De los documentos históricos más célebres, el del bachiller Miguel Ángel Sánchez (1646) hace una asociación bíblica entre la Señora del Tepeyac y la Mujer Encinta del Apocalipsis de San Juan.

Si los padres de la Patria Miguel Hidalgo, y José María Morelos y Pavón tomaron a la Virgen de Guadalupe como estandarte libertario e inspiración para la Independencia de México, bien dice el jesuita Gómez Fregoso que don Benito Juárez fue un liberal guadalupano. Muchos liberales le han rendido homenaje sincero.

No es extraño que en México encontremos incluso testigos de Jehová guadalupanos. No son iconoclastas o destructores de las imágenes. De hecho, la Atalaya está llena de imágenes; por ahí en años recientes le dedicaron un tiraje de millones de ejemplares a María, una mujer ejemplar. Por algo se empieza.

Si todas las ciencias y científicos, incluyendo premios Nobel y la NASA han destacado el Milagro de las Rosas; es admirable, por ejemplo, aquellas palabras de la misma Virgen María (Magnificat): Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.

Si uno le pide a YouTube el concepto “Best Ave María Collection”, se puede escuchar el Ave María en muchas interpretaciones, sobre todo la de Gounod, con Kenny G, el saxofonista judío memorable. O con la también hebrea Barbara Streisand. Y ni se diga con todos los tenores, barítonos, sopranos, hombres y mujeres de todas las nacionalidades y razas y, claro, de todas las generaciones, honrando a la Madre de Dios a través del canto del Ave María. Por ahí incluso está la versión con Quena (flauta) con el grupo Sanampay y Guadalupe Pineda.

Nuestra Señora de Guadalupe lo dijo a Juan Diego -por decirlo a todos- Soy la Madre del Verdadero Dios por quien se vive. Y al obispo Fray Juan de Zumárraga, le pidió a través del Macegual, que quería una casita para bendecir a quienes se lo pidieran. Y resulta que a la vuelta de casi 500 años, esa casita se volvió el santuario más visitado del mundo.

De los grandes pintores de Estados Unidos, Ted Degrazia, un italonorteamericano, se fue a vivir a las orillas de Tucson, Arizona, y ahí le dedicó sus mejores trabajos y una capillita a la Virgen de Guadalupe. Algún bárbaro quiso destruirla, como cuando el miserable presidente Álvaro Obregón mandó dinamitar en 1926 la tilma de Juan Diego en la Villa de Guadalupe. Nada le pasó a la imagen original.

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

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