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martes, diciembre 3, 2024
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Arbitraje médico y responsabilidad legal (Primera parte)

La capacidad para establecer relación personal entre el médico y el paciente es ponderada como una habilidad fundamental del médico no sólo porque le proporciona información directa y necesaria para tomar decisiones, sino porque le permite percibir la derivada de la expresión no verbal y porque tiene, en sí misma, una indudable capacidad de terapéutica.

En más de tres cuartas partes de los casos, la entrevista arroja los datos requeridos para el diagnóstico. En psiquiatría, por ejemplo, una buena proporción del diagnóstico y el tratamiento ocurren durante la plática que se desarrolla entre el médico y el paciente.

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Se ha demostrado que lo que médicos hacen, dicen, sienten y creen cuando interactúan con pacientes afecta los desenlaces de la atención. Se dice que los pacientes nunca verbalizan sus emociones directa y espontáneamente, sino que ofrecen claves, y que si el médico no tiene la habilidad de percibirlas y atenderlas, es como el cirujano que pasa por alto una hemorragia en el campo quirúrgico. La capacidad de conversar (que no de interrogar) con el paciente no se limita a formular una serie de preguntas, a la manera de una lista de cotejo que debería de contestarse para cumplir con la historia clínica, sino que es la habilidad del médico que le permite obtener información y así construye una relación terapéutica y prepara el terreno para una eficiente asesoría.

La relación médico-paciente ha sido el sustento de la profesión desde sus inicios, y aunque en esencia no ha cambiado, las condiciones de la práctica clínica han impuesto modificaciones al modelo original.

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Los avances en la comunicación han permitido que los pacientes tengan al alcance información que en otras épocas les estaban vedadas. Además, los medios de comunicación han creado expectativas que rebasan la factibilidad real. Hay en la sociedad actual una desconfianza en la autoridad, y el médico la representa. Con frecuencia las condiciones de trabajo de los médicos no favorecen una dedicación eficiente y la atención a cada enfermo resulta más difícil porque los profesionistas enfrentan presiones por demandas, la exigencia de productividad y desde luego la escasez de recursos que ocurren en el hospital, como sucede ya en todos los hospitales del sector salud. El paciente se comporta cada vez más como cliente, usuario y consumidor, y el médico como proveedor y prestador.

Muchos pacientes ya no eligen actualmente a su médico basados en su confianza o prestigio, sino que tienen que aceptar al que se les asigna; y quizá influya también la comodidad del horario, el costo de los servicios, dentro de otros factores.

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Ante esas nuevas condiciones que está imponiendo una sociedad diferente, con pacientes que no son como antes o con o sin los avances tecnológicos a su alcance, el médico debe de conservar su esencia en sus valores ancestrales.

La responsabilidad profesional del médico supone un compromiso con los valores de la profesión, entre los cuales se jerarquiza el bienestar del paciente. El punto de vista legal considera la capacidad de aceptar las consecuencias de los actos realizados, y así vemos que se castigan las conductas dolosas, la culpa, la imprudencia, la negligencia, la ignorancia inexcusable y la impericia inexcusable. El médico es responsable de su propia competencia, de mantenerse apto y de poner aptitud y competencia en favor de la sociedad; no es su responsabilidad la falta de insumos para realizar sus deberes y las deficiencias de la organización hospitalaria. La actuación del médico ha estado históricamente vinculada al concepto de apostolado, pero empieza a revelarse al identificar las contradicciones en la que es el único sacrificado.

En la época actual, la actuación profesional de médico en su aspecto de liberación económica, la relación médico paciente, sufre las influencias del mercado de servicios: las desconfianzas mutuas de esta relación que afecta factores como la competitividad, la mercadotecnia oculta o abierta.

 

Benigno Licea González es doctor en Derecho Penal y Derecho Constitucional; fue presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa” y actualmente preside el Colegio de Medicina Legal y Ciencias Forenses de B.C.

Correo: liceagb@yahoo.com.mx

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