Consuma el despertar de un sueño proverbial adherido al rock, blues, jazz, soul y R&B, con el que tiñó de música negra a “La Revu” y, como sobrino único, tatuó a su “Tía Juana” en el universo con el cabello esponjado y la sonrisa espontánea. A los 80 años, Javier Bátiz (1944-2024) tomó la guitarra, se vistió de blanco y hechizó las cuerdas hacia “La Casa del Sol Naciente”. Ícono de la frontera bajacaliforniana, mentor de Carlos Santana, Alex Lora y Fito de la Parra, la leyenda más viva en la historia musical de Tijuana se despidió entre flores y rock, sellando su memoria en el corazón y sentidos de su humanidad para compartir su oficio
Revolucionó la música en México con su guitarra influenciada por la música negra, instrumento al que se entregó por 67 años de un sueño que inició en 1944, enraizado a sus brazos y cuyas cuerdas entretejió a sus dedos.
Bicultural y bilingüe de nacimiento, Javier Isaac Medina Núñez abrazó los ritmos de Bill Halley, T-Bone Walker, Muddy Waters, B.B. King, Chuck Berry, Howlin Wolf y James Brown para convertirse en “El Brujo” que supo traducir sus influencias desde los 13 años, trayendo el blues, rock, jazz, soul y R&B a Tijuana, de la que partió con su energía a otra parte la tarde del 14 de diciembre de 2024, a causa de un cáncer de próstata que le arrancó el último suspiro.
Desde Los TJ’s al presente, Javier Bátiz tiñó de música negra a “La Revu”, como sobrino único, tatuó a su “Tía Juana” en el universo con el cabello esponjado y la sonrisa espontánea que le acompañó en su triunfo musical en la Capital mexicana (Terraza Casino), donde escribió los capítulos más memorables de su consolidación sonora, detallada en melodías y estrofas de “Si estuvieras aquí”, “Ella fue”, “Sé mi Baby”, “Se me hizo fácil”, “Acapulco Nights”, “Noche triste”, “La montaña”, “El vuelo del ángel”, “Ya no”, “La novia de mi mejor amigo”, “Sentimientos tiernos”, “La primera noche”, “California Sun”, “Qué me das tú”, “Sonámbulo”, “Born under a Bad Sign”, “Susy Q”, “Noche dime tú”, “I Believe to my Soul”, “Pacífico Jardín”, y “La Casa del Sol Naciente”, esta última, insertada en la multipremiada película “ROMA” de Alfonso Cuarón, que hizo celebrar al maestro Bátiz al sonar en la ceremonia de premiación de los Oscar.
Ícono de la música, Bátiz inmortalizó la frase “Vivir es un sueño y morir el despertar”, consumando ese despertar de una alucinación proverbial en el que reversionó la música de su infancia: José Alfredo Jiménez y Los Cadetes de Linares. Compartió su oficio con distintas generaciones a las que enseñó guitarra, batería, bajo y saxofón en casi 30 álbumes discográficos y participación en películas, por lo cual, en 2023, diputados de Baja California le reconocieron como precursor del rock en México, mientras en Tijuana, apenas en el año que concluye le entregaron -innecesariamente- las Llaves de la Ciudad, cuando él con un hechizo de cuerdas abría el portón del rancho de su Tía Juana.
Habitó en el corazón de Tijuana, en una artería conectada a la Casa de la Cultura en la colonia Altamira que lleva su nombre: Javier Bátiz, debajo del inmueble que atestigua el paso del legendario músico que figuró en la música desde la década de los 50, dejando un legado para la eternidad de producciones discográficas. Como el lanzamiento en 2024 de tres volúmenes de “Porque quiero, porque puedo y porque se me da la gana”, con temas de Pedro Vargas, Rigo Tovar, José Alfredo Jiménez y Pedro Infante, instrumentados con mariachi, tarolas y acordeón, y entrelazados por el blues y rock and roll.
Personificado en cera en el museo ubicado en la calle Francisco I. Madero y su estrella en el Paseo de las Estrellas en Tijuana, el músico de voz rasposa será recordado en el pasado inmediato por narrar la película “Travesía musical”, que celebra la historia y colorido de la cultura de Estados Unidos a través de la música, exhibido en el Domo Imax del Centro Cultural Tijuana (CECUT) en 2018; por protagonizar el documental “Javier Bátiz: The Iconic Musician of Tijuana”, del periodista Alejandro Tamayo, mostrado en la edición 31 del San Diego Latino Film Festival; además de haber compartido escenario en su querida “TJ” con Juan Gabriel y El Tri.
Al día siguiente de su partida, Bátiz fue honrado con un concierto navideño en Galería Internacional El Cubo del CECUT, encabezado por Marco Antonio Labastida, donde el gremio y alumnos le honraron con música y memorias; seguido por un funeral abierto al público en Funeraria Hernández en el que destacó un arreglo floral enviado por su alumno más famoso, Carlos Santana: “Amor y respeto, regresamos a la luz”, en un “Adiós, Brujo” finiquitado con un recorrido fúnebre por lugares emblemáticos del corazón de la ciudad, incluida la Casa de la Cultura y su casa, ubicada en Calle Cuarta.
Descanse en Paz, Javier Bátiz.