140 mil personas al día y todos los días cruzan la frontera para trabajar. La gente de San Diego se siente invadida por estos tijuanenses que laboran allá y les quitan el trabajo a los americanos. Esto es el pensamiento, la reflexión que todos en la frontera compartíamos.
Viene la pandemia, está prohibido que los mexicanos crucen la frontera y, sin embargo ¡oh, sorpresa!, los 140 mil continúan cruzando tranquilamente para laborar. Hay un mal entendido: estos personajes que cruzan se pueden llamar Pérez, Rodríguez o Gonzáles, pero son ciudadanos americanos o emigrantes legales que pagan sus impuestos en Estados Unidos y pernoctan en Tijuana, pues los costos de vida son menores, y con salarios relativamente bajos para Estados Unidos, pueden vivir bien al utilizar las facilidades de Tijuana.
Son gringos americanos con deberes y derechos de allende la frontera: utilizan las calles de Tijuana, las escuelas, beben nuestras aguas y ocupan nuestra electricidad, lo que de alguna manera significa un subsidio a la economía de San Diego.
Este es un lado de la moneda, veamos el otro.
En economía hay una regla que se denomina la velocidad del dinero y que funciona así: “Un señor llega a un pueblo y le regala a una muchacha 100 dólares, ésta paga sus alimentos al abarrotero, el abarrotero paga la renta de su casa, el rentero paga al carpintero para que haga unos muebles… y así continúa girando los 100 dólares por lo menos en 10 ocasiones de compra-venta; o sea, se convirtieron en mil dólares de consumos”. Supongamos que estos 140 mil trabajadores dejan cada mes en Tijuana mil dólares per cápita y entran en la tesis de la velocidad del dinero, o sea, giran en la economía de la ciudad 10 veces y se convierten en mil 400 millones de dólares, lo que enriquece a la ciudad, permitiendo que su economía florezca. Quizás es el mayor beneficio económico que recibe Tijuana. Más alto que los sueldo de las maquiladoras o que el percibido por la industria médica.
Hace años la única fuente de ingresos importante en la ciudad era el hipódromo de Caliente y cuando, por alguna razón, se detenía su actividad, prácticamente Tijuana se estancaba y se adormecía. Hoy día, las tres áreas mencionadas son la fuente principal de la economía, junto con el turismo del Valle de Guadalupe y el comercio que, por años, prácticamente no existía, y que ha tenido un poderoso surgimiento en los últimos tres años, compitiendo con los centros comerciales del otro lado de la frontera.
Pronosticamos un futuro económico brillante para Tijuana, donde el nearshoring servirá para traer más y mejores trabajos. San Diego seguirá creciendo y es actualmente la ciudad más cara del mundo, por lo que continuará exportando ciudadanos a Tijuana, quienes utilizarán los servicios de la ciudad y, a su vez, generarán un ingreso formidable que se demostrará en la energía económica que crece.
Obviamente, la ciudad tiene que prepararse para el brillante futuro venidero, pues cientos de miles de mexicanos y extranjeros buscarán aposentarse en Tijuana, donde encuentran una calidad de vida excelente y buenas posibilidades de empleo. Es necesario que se invierta en vehículos de movilidad masiva para la gente, que se procure agua, energía y demás insumos que se necesitan en una creciente población. Las demandas a la ciudad son y serán cada vez más grandes; necesitamos una coordinación entre autoridades y sociedad para poder crecer armónicamente.
Aquí es el futuro, pero hay que cuidarlo con meticulosidad y amor, y con la ayuda de los gringos que aquí residen.
José Galicot es empresario radicado en Tijuana