“Cuando un médico está enfermo y necesita uno de confianza, no se llama a sí mismo”.
-Francisco de Quevedo.
El médico tiene gran parte de culpa en el cambio de relación con su paciente, al no establecer -como ya dijimos- una buena comunicación, un intercambio constante y una aclaración de dudas y una orientación cuidadosa.
Otras causas atribuibles al médico son deficiencias en sus conocimientos, habilidades y destrezas, por fallas en la preparación básica y en posgrado, con programas muy técnicos y muy pocos clínicos, enfocados a patologías poco frecuentes y desligados de la solución de problemas comunes.
Otro aspecto importante de la relación del paciente y su médico es la comunicación. Un gran número de inconformidades tiene su origen en la falta de información al enfermo, acerca de su padecimiento, del tratamiento y pronóstico; el consentimiento informado evita muchas controversias por las que resulta de gran importancia que el paciente conozca los riesgos y los beneficios de los procedimientos, diagnósticos y terapéuticos que rechace o acepte su realización.
Como causa de problemas en el desempeño médico ante el paciente, de igual manera es importante el pago por terceros, entre los que se encuentran la medicina institucional, las compañías de seguros y las administradoras de servicios de salud como terceros pagadores, que habitualmente limitan al médico en la indicación de estudios de laboratorio y gabinete, interconsultas con especialistas y ciertos tratamientos, lo que da como resultado una inconformidad del paciente.
También podríamos mencionar como causas atribuibles al paciente, como motivo de la medicina defensiva, las siguientes:
1.- La mayor cultura médica; esto es, el nivel educativo de los habitantes se ha incrementado. Hoy la población urbana tiene acceso a los medios de comunicación masiva, como la televisión, el radio, los periódicos, internet, las cuales difunden nuevos medicamentos, procedimientos, diagnóstico o terapéuticos y los casos de demandas contra médicos por supuesta negligencia, que los mantiene en alerta y a la expectativa cuando acuden a consulta con el médico.
2.- Los individuos y la sociedad en general conocen mejor sus derechos. Este conocimiento de mis derechos como pacientes, por consecuencia me otorga el privilegio o la autorización de hacer algo o de dejarlo de hacer; ahora con la mejor información que tiene el paciente puede cuestionar al médico decide con él, o a pesar de él si se quiere someter a ciertos procedimientos, se acepta o no las indicaciones médicas, e incluso decide sobre la toma de medicamentos prescritos.
3.- El sistema de pago de servicios y seguros médicos. Una cosa es cierta, el hecho de que yo como paciente no seleccione al médico favorece la inconformidad y así surgen las controversias con las compañías privadas de servicios de salud, ya que es por todos conocidos que las compañías de seguro que ofertan seguros de gastos médicos mayores, no contratan a los mejores médicos o les ofrecen pago de honorarios por procedimientos quirúrgicos muy bajos y nada comparables con lo que el médico cobraría individualmente a su paciente; y las compañías de seguros tampoco contratan los servicios de los mejores hospitales, así que es fácil este origen de controversia si yo como enfermo, que además pago, ni puedo proponer al médico que deseo atienda mi problema de salud ni puedo estar en el hospital que deseo. Resulta claro que voy a tener diferencias muy seguramente con el médico.
Afortunadamente en México no llegamos a los extremos en que han llegado ciertos países, por ejemplo, Estados Unidos, en donde es muy común que los abogados se promocionen por televisión, radio, carteles, periódicos o internet anunciando sus servicios para demandar al médico por una mala praxis profesional.
En los últimos diez años en México se han tomado algunas medidas de franca persecución contra los profesionistas de la medicina; así, hay compañías de seguros que ofrecen las pólizas médico-legales para proteger al médico o para estar protegidos contra las demandas.
Benigno Licea González es doctor en Derecho Penal y Derecho Constitucional; fue presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa” y actualmente preside el Colegio de Medicina Legal y Ciencias Forenses de B.C.
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