“Malo es el mundo; pero malo y todo, se le ama como si fuera bueno. Pero, ¿qué mundo malo es éste? Porque no es malo el cielo, Ni la tierra, ni las aguas, ni lo que hay en ellos: peces, aves, árboles… Estas cosas son buenas. Al mundo lo hacen malo los hombres malos”.
-San Agustín, Sermón 88.
“¡Viva Josefa Ortiz de Pinedo! ¡Viva su Jefa! ¡Viva Villa! ¡Viva la Cuarta Transformación!”. Todas estas sandeces y barbaridades las han dicho políticos, alumnos y autoridades en el marco del aniversario de la Independencia de México, cuya economía en parte es administrada por la banca española como Santander, y Bilbao Vizcaya (BBVA) y alguna que otra Caixa catalana-española.
Si al padre de la Patria, el sacerdote-cura de la comunidad de Dolores, Guanajuato, que fue Rector de la Universidad de San Nicolás en Morelia, Michoacán, no sólo lo censuraron, persiguieron y fusilaron. Con motivo del Aniversario 214 de la Independencia de México, a don Ramón Castro Castro, Obispo de Cuernavaca, Morelos, y Secretario del Episcopado Mexicano (CEM), le han censurado en la radio morelense.
¿Qué hay que celebrar en México este 15 de septiembre de 2024?
Las decisiones políticas de junio a la fecha nos hacen pensar que no hay mucho para festejar, y estas son las cinco razones por las cuales el Sr. Obispo Ramón Castro, afirma esto:
1.- Una elección de Estado que no respetó las leyes ni la cordura democrática, ni la ética, ni la voluntad popular. Se habla de pruebas contundentes de un mega fraude que hizo ganar al gobierno en el poder con una “amplia ventaja”.
2.- Los “ganadores” del partido en el poder “se agandallaron”. Es un término no muy elegante, pero sí muy mexicano y preciso. ¿Qué se agandallaron? Curules, sus sillas en las dos cámaras (diputados y senadores) tienen la mayoría en las dos cámaras. La mayoría absoluta. Así que podrán hacer y deshacer a su antojo. Como si no existiesen millones de mexicanos que votaron por la oposición y que están representados por otros partidos que ahora son minorías.
3.- Se corrompió o se compró al precio que fuera a un par de senadores de la oposición, para obtener la mayoría absoluta y aprobar sin ningún cambio serio, la propuesta que hizo el Ejecutivo el pasado 5 de febrero a fin de acabar con la Suprema Corte de la Nación (SCJN). Dizque para hacer una reforma en el poder judicial. A la que le toca hacer justicia en el país. Esto significa que el resultado final es que el Partido en el gobierno también tendrá en la práctica dominio absoluto sobre el Poder Judicial y lo pondrá a su servicio; no al servicio de la justicia ni de la Nación.
4.- Al Vapor, los Congresos de cada Estado… Aprobaron esa iniciativa. Con 17 de los Congresos, eso es Ley Constitucional. No se escuchó a los Ministros, Jueces, Magistrados. No se escuchó a los trabajadores del Poder Judicial. No se escuchó a las Barras de Abogados. Tampoco a los estudiosos del derecho; ni a nuestro principal socio comercial (USA).
5.- Resultado final: Se ha destruido el equilibrio de poderes y la estructura misma de la República Mexicana concebida como una Federación de Estados Autónomos. Que por más de 200 años hemos venido construyendo. Todo esto para proteger de por vida a un grupo que ahora está en el poder y que, si así siguen las cosas, ya no habrá poder alguno que les haga pagar actos -quizás- de corrupción, fechorías o malos resultados. Difícilmente volverán a perder elecciones. Ya que ellos mismos las habrán de organizar. Con todo esto murió la República, la Democracia y la Libertad Conquistada.
Reitera entonces el Obispo y Secretario General del Episcopado Mexicano: “Y por eso me pregunto ¿Qué celebramos ayer domingo 15 de septiembre de 2024? Destrucción, Muerte y Mentiras. Y eso, al menos yo, ¡no lo celebro! ¡Ánimo!”.
Así como don Ramón Castro desde Cuernavaca, ciudad rodeada con tanta maldad y a la vez de tanta belleza (la Ciudad de la Eterna Primavera), en el siglo IV, San Agustín, contemplando el Mediterráneo siendo Obispo de Hipona (África), rodeada la ciudad por los feroces bárbaros, proclamó en su Sermón 88: “Os decimos, pues, hermanos: Orad cuanto podáis. Abundan los males, y Dios ha permitido que así sea. ‘¡Ojalá no hubiera tantos malos, y no abundarían los males! ¡Tiempos malos! ¡Tiempos difíciles!’, dicen los hombres. Vivamos bien, y los tiempos serán buenos. Los tiempos somos nosotros: ¿cuáles somos nosotros?, tales son los tiempos. ¿Qué hacer, pues? Quizás no podemos convertir a todos los hombres; procuren vivir bien, por lo menos, los pocos que me están oyendo, y ese reducido número de los buenos soporte la multitud de los malos”.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.