Mario Casas es uno de los actores españoles del momento y recientemente también probó suerte como guionista y directo con este filme en el que su hermano menor, Óscar Casas, ocupa el estelar como Dan, un joven de las comunas de Barcelona que vive con su abuela y roba aquí y allá para subsistir en esa vagancia propia de su barrio marginal. De los antros va a las calles y pasa el tiempo sin mayor oficio que el de matar el tiempo con dos que tres amigos y Violetta o Vio (Candela González), la chica que ama, aunque su relación parece más de amigos.
Esa cotidianidad que pende de un hilo da tremendo vuelco cuando la abuela muere y al poco tiempo su padre vuelve a casa, después de haber estado en prisión. No se nos dice el delito que cometió, pero es obvio que no se reformó.
El hombre es brutal y el odio por su hijo está a flor de piel. Dan no cree tener otra opción más que hacer un atraco grande que le deje dinero para huir, y para ello tiene a Vio como cómplice. Cuando el plan sale muy mal, la pareja huye y con la tensión aflojan los demonios del chico que se refugia en su arte callejero, herencia de la madre que finalmente se perdió en las drogas cuando era un niño. Ese es acaso el inicio de una retrospectiva que poco a poco revela tantos porqués en el destino trunco de Dan, un muchacho solo, creativo, con un sueño imposible de hacer una vida poniendo tierra de por medio.
Con poderosas actuaciones de Casas, González y Boira en un rol muy breve, aunque poderoso, este filme que llamó la atención en la pasada edición del Goya tiene razones sobradas para ser visto y para aprovechar la suerte de tenerlo en el catálogo de Netflix. ****
Punto final.- “Speak no evil” promete ser otro éxito de Blumhouse.