El martes 27 de agosto, a tempranísima hora, un agente del Ministerio Público adscrito a Narcomenudeo se dispuso salir de su casa en el fraccionamiento Cerro de las Abejas en Tijuana para cumplir con su labor en la FGE. Al abordar su auto en la calle Obrera se le emparejó otro vehículo, una camioneta de esas tipo guayina, del cual descendieron dos hombres cargando sendas armas largas. El MP, de apellido Cervantes, reaccionó rápido y aceleró la marcha de su carro para huir de la escena que anticipaba un atentado en su contra. El agente actuó con celeridad y encaminó su vehículo a toda velocidad hacia la colonia vecina. Los hombres armados lo persiguieron, pero no lograron darle alcance. Ambos carros se perdieron entre el caserío y el oficial de la FGE salvó la vida. De la tentativa criminal se dieron cuenta los vecinos de Cervantes y éste dio parte a su superior, Juan Carlos Pelayo, fiscal especializado en Narcomenudeo, quien lo primero que ordenó fue secrecía sobre los hechos, que no trascendiera fuera de la corporación. Lo segundo, fue enviar custodia a la casa del agente del Ministerio Público, estuvieron varios guardias oficiales resguardando la vivienda y a quienes ahí residen, hasta que se retiraron por la noche del miércoles 28 de agosto. La tercera decisión del titular de Narcomenudeo fue transferir al MP a otro municipio de Baja California para salvaguardar su integridad, la cual se vio amenazada en Tijuana. El resto de los agentes del área no están muy satisfechos con el actuar de Pelayo. Sus propias investigaciones les indican que quienes pretendieron atentar contra la vida de Cervantes “fue gente del Ranchero, del Cártel de Sinaloa”, e insisten en que esa fiscalía especializada tendría preferencias por un grupo criminal contrario, lo cual presumen, es el móvil del fallido ataque contra el MP. No les satisfizo nada la actitud de Pelayo, ni lo que les dijo para remediar el asunto: “Hay que platicarlo con los amigos aquí para ver si nos pueden ayudar en algo”, pues no aclaró a qué “amigos” se refería y no ahondó en estrategias para la protección de los agentes, que, como el del Cerro de las Abejas, ven vulnerada su vida, su hogar y su privacidad con la inseguridad que prevalece en la ciudad, precisamente por las células dedicadas al narcomenudeo para los diferentes cárteles.
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