De Federico G. Lorca
-su “Romancero Gitano”-
me han venido los recuerdos
mientras rezaba el rosario.
Un romance he de escribir
en este papel en blanco
para decirle al poeta
por qué es que le admiro tanto.
Más no salen las palabras
y me quedo en él pensando,
pues no puedo comprender
que nadie lo haya encontrado.
Y si estoy equivocada
quisiera ir a visitarlo
para conversar con él
mientras estrecho su mano.
Le pediría primero
consejo al hombre letrado
para escribir un romance
con música y tono sacro.
Quizás pudiera decirme
qué le inspiraba en antaño,
cuando escribía poemas
y sus obras de teatro.
“De Granada para el mundo”
salió aquel grandioso bardo
y ganó la admiración
su talento extraordinario.
De pintores gran amigo,
de poetas y del piano,
siempre recordó a su tierra
con sus bellos verdes campos.
Hombre bueno y muy sencillo,
disfrutaba del remanso
que le daba la poesía
y el dibujo, con su encanto.
Anhelaba ir por el mundo
con sus libros bajo el brazo,
pero regresó a Granada,
su tierra; amado santuario.
En la casa de su amigo
se sintió muy amparado,
pero llegaron por él
los que sus alas truncaron.
No sólo España le llora
al juglar y ser humano;
le lloran en todo el mundo
y le dedican un salmo.
Por la Vega de Granada
recita sus poemarios
el magnífico rapsoda
con el alma y pies descalzos.
Al pasar de tanto tiempo
se le sigue recordando
porque un legado dejó,
que perdura con los años.
Lourdes P. Cabral.
San Diego, California.