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lunes, septiembre 16, 2024
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Pozo profundo

Dos hombres caminan por el desierto. Uno le dice al otro:

No aguanto la sed.

“Tranquilo, pronto llegaremos a un pozo de agua”.

Al llegar, se acercan y comentan entre sí:

Parece que no se ve agua aquí.

“Tengo una idea. Aventaré una piedra para ver si tiene agua”.

Los dos voltean a un lado y otro y ven una gran piedra, uno de ellos la toma y tira dentro del pozo.

Parece que está profundo, porque no se oye nada.

“Espera, ya llegará”, dice el amigo.

En eso ven bajar una cabra corriendo hacia el pozo, ésta se tira de cabeza y uno de los hombres exclama:

“¡Tenía más sed que tú, ¿eh?!”.

Entonces aparece el cabrero:

Buenas tardes, ¿han visto una cabra por aquí?

“Sí señor, acaba de tirarse al pozo, pobrecilla, seguro tenía sed”.

Pero cómo se va a tirar al pozo la cabra, ¡si la tenía yo aquí, amarrada a una piedra!

Autor: Anónimo de la CESPT.

 

Viejos amigos

Pepe y Manolo son dos amigos de la tercera edad que se veían en el parque todos los días para alimentar a las palomas, observar a las ardillas, discutir los problemas del mundo, etcétera. Pero un día Pepe no llegó.

Manolo no se preocupó mucho, pensando que quizá estuvo resfriado o algo parecido. Pero después de una semana, Manolo realmente se preocupó, no sabía dónde vivía Pepe, por lo que no podía averiguar qué le había pasado. Pasado un mes, Manolo fue al parque y sorpresa: allí estaba Pepe. Manolo se alegró tanto de verlo que le dijo:

Por lo que más quieras, Pepe, ¡dime qué te pasó!

“Estuve en la cárcel”.

¿En la cárcel? ¿Qué te pasó?

“¿Conoces a Margarita, la linda camarera rubia de la cafetería donde voy a menudo?”.

Claro, la recuerdo. ¿Ella qué tiene que ver?

“Bueno, me demandó por haberle hecho algunas cositas. A mis 87 años, yo estaba tan orgulloso que, cuando fui al Juzgado, me declaré culpable… ¡Y el maldito juez me condenó a 30 días de cárcel por mentiroso!”.

Autor: El juez.

 

Revelaciones

¿Sabes, Marcelo? Me he separado.

“¿Pues sabes lo que te digo? Mejor para ti. La verdad es que tu mujer era una loca. Se le lanzó a todos los del grupo, incluso a mí un día me llevó por ahí, pero conste que yo no quise. Créeme, lo mejor es que te hayas separado”.

Marcelo, me separé… pero de mi socio.

Autor: El socio.

 

Safari

Dos amigos se encuentran:

¿Qué tal el safari de leones?

“Muy ajetreado, oye, te cuento: iba por la sabana cuando de pronto, camuflado entre los matorrales, aparece un enorme león macho. Saco el rifle y disparo, pero con el nerviosismo fallo el tiro, lo intento por segunda vez y se me traba el rifle, decido soltarlo y salgo corriendo”.

Y el león, ¿qué hacía?

“¡Me seguía! Veo cerca un pequeño barranco, me aviento y caigo en un río”.

Y el león, ¿qué hacía?

“¡Me seguía! Veo un árbol inclinado y pienso: me subiré”.

Y el león, ¿qué hacía?

“¡Me seguía! Veo de lejos una cabaña y me encamino a ella”.

Y el león, ¿qué hacía?

“¡Oye! Te preocupas más por el león que por mí”.

Autor: El amigo.

 

Noche de ronda

Dos borrachos regresan a casa a primera hora de la mañana. En el portal de uno de ellos se despiden:

Oye, sobre todo, de ninguna manera le digas a tu familia dónde estuvimos esta noche, ¿de acuerdo?

“De acuerdo, pero al menos podrías decírmelo a mí, que soy tu amigo. ¿Dónde hemos estado?”.

Autor: Un tercer ebrio.

 

En breve

Tu perro parece un gato.

“Es que es un gato”.

Pues parece un perro.

 

* * *

Antes era una persona vanidosa e insoportable.

“¿Ahora ya no?”.

No, ¡ahora soy perfecta!

* * *

Una llamada a urgencias:

¡Doctor, doctor! Un amigo se tragó el sacacorchos cuando estábamos a punto de cenar.

“¿Y qué han hecho?”.

Abrimos la botella con un tenedor.

 

* * *

Qué niño tan feo.

“Es mi hija…”.

¡Ah! No sabía que fueras padre.

“Soy madre…”.

¡Ah, sí! Es verdad, te vi embarazada.

“Es adoptada”.

Mejor me voy.

Autor: Un lector frugal.

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Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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