20.7 C
Tijuana
miércoles, septiembre 18, 2024
Publicidad

“La poesía es una forma de mantenernos de pie sobre el mundo”: Ruth Vargas Leyva

“Mi actitud ante la vida ahora es más contemplativa que de reacción, creo que eso es producto de un cambio personal que sufrí con la enfermedad de COVID”, expresó a ZETA la autora de “Los días contados”

Escrito durante la pandemia por COVID-19, “Los días contados” es el poemario más reciente de Ruth Vargas Leyva, editado este año por Metaletras Editorial y Halfbreed, donde a través de la muerte y la enfermedad, la poeta tijuanense aborda el cuerpo.

A casi cuatro años y medio de la irrupción de la pandemia, “Los días contados” no pierde vigencia, además de que no relata lo mismo que todos vivimos durante el encierro, sino que su autora propone una reflexión duradera, que oscila entre lo literario y el misticismo, sobre el cuerpo que siempre está con nosotros, el cual es visto y presentado por Vargas Leyva desde diferentes ángulos, incluso desde la primera, segunda o tercera persona.

“Escribí ‘Los días contados’ mientras estaba enferma. Yo tuve COVID todo mayo de 2020, cuando todavía no había vacunas. Entonces, por razones familiares tuve apoyo del ISSSTTE en casa, tenía una máquina de oxígeno y tenía que estar todo el semestre en cama con una máscara de oxígeno, entonces me di cuenta de que respondía a mi cuerpo, yo estaba muy atenta a los signos de mi cuerpo. Como no tenía otra cosa más que estar en la cama, empecé a escribir este poemario”, refiere a ZETA Ruth Vargas Leyva.

 

DESDE EL CUERPO

Ruth Vargas Leyva (Culiacán, 1946) es autora de diversos poemarios, desde “Celeste y ocho poemas” (Instituto Tecnológico de Tijuana, 1987), “Poemas del ordenador” (Ediciones Sitiohabitable, 2006), “Sólo estamos de paso” (Ediciones Sitiohabitable, 2011), “Ciudades visibles” (Desliz Ediciones, 2012), “Retorno a la ciudad” (Nódulo Ediciones, 2016), “Los nombres pendientes”  (CETYS Universidad, 2019) y “Más allá de la niebla” (Desliz Ediciones, 2022), donde la muerte, la pérdida y la soledad, giran como eje conductor de su poesía.

En “Los días contados” también deambulan, por supuesto, la muerte y la pérdida, sobre todo como un medio para abordar el tema del cuerpo.

¿Cómo fue el proceso creativo de “Los días contados” a diferencia de sus demás poemarios?

“Este libro lo que tiene es que viene del cuerpo, porque a través de la enfermedad me di cuenta que uno habita el cuerpo, no el cuerpo nos habita. El cuerpo piensa y toma decisiones. Cuando tú estás con ese tipo de enfermedad como COVID, tienes los pulmones afectados, problemas de respiración y sientes todos esos síntomas, cómo el cuerpo responde a eso y cómo también uno conscientemente se defiende. Eso es muy interesante, porque este libro fue escrito en la enfermedad, pero desde el cuerpo”.

Por “Los días contados” se lee: “Hay cuerpos / que no tienen voz / solo un rumor interno / que atraviesa las paredes, / las membranas frágiles”; por otra parte: “Pero ya no estoy en un acto de magia. / Estaba aquí, / esperando que el cuerpo / volviera a sí mismo”; además, en otro verso: “Todo se transforma en el infinito orden del cuerpo”.

Más allá de la muerte o de la pandemia, es evidente que en este poemario está presente el tema del cuerpo…

“Generalmente uno habita este cuerpo. Tu cerebro aparentemente da órdenes: que se levante una pierna, que se mueva un brazo, que gesticules, pero en la enfermedad me di cuenta que el cuerpo piensa, que el cuerpo también te manda órdenes, que el cuerpo también tiene un mecanismo regulador que organiza todo nuestro cuerpo. El cuerpo tiene su propia lógica. Estar enferma me hizo darme cuenta de eso, no me había dado cuenta de cómo el cuerpo actúa sobre nosotros, sobre el espíritu, sobre la inteligencia; que también la inteligencia es el cuerpo, porque es el cerebro.

“Entonces, realmente somos organismos regidos por un cuerpo; o sea, nosotros no damos órdenes al cuerpo, aunque haya alguna influencia. Más bien el cuerpo nos da vida, nos sostiene, coordina nuestros procesos vitales, cambia cuando envejecemos: se deterioran los huesos, los dientes, pierdes masa muscular. El cuerpo tiene su propio ritmo de vida, nace y muere con nosotros y no somos muy conscientes de esa inteligencia que llevamos dentro, esa inteligencia del cuerpo humano. Hasta que está en una enfermedad así de delicada, uno se da cuenta cómo el cuerpo toma decisiones y reacciona a la enfermedad. Te das cuenta que es el cuerpo el que piensa, el que tiene inteligencia”.

 

EL DESDOBLAMIENTO DEL CUERPO

Leer “Los días contados” es ver pasar el cuerpo mismo: “Veo mi cuerpo abrirse / entre el cielo y la tierra, / flotar en un sueño”; o en alguna otra parte: “Floto en un vacío donde solo hay / peces dormidos, / sombras en un mar oscuro”; o bien, otro fragmento: “En la noche escucho el sonido del agua, / el latir de los fantasmas / que han penetrado / los muros, / la respiración / que pende de otro cuerpo”.

¿Podría hablarnos de este desdoblamiento que es como una contemplación de su propio cuerpo?

“Sí es un desdoblamiento porque en la enfermedad me di cuenta que realmente somos como dos entidades que corren paralelas y funcionan al mismo tiempo, interactúan y realmente el cerebro puede ordenar al cuerpo, pero aprendí que el cuerpo tiene su lógica. Entonces, hay como dos entes que no somos conscientes comúnmente de que estamos habitando este cuerpo. Y el cuerpo tiene su límite, no lo podemos señalar nosotros: ‘en este momento voy a morir o voy a vivir 99 años’. El cuerpo tiene su propio flujo, su propio ritmo, su propia cronología y nos conduce. Cuando estaba enferma me di cuenta de ese desdoblamiento, porque sentía mi cuerpo distinto a mi deseo de vivir”.

¿Ese desdoblamiento es como ver al propio cuerpo en segunda o tercera persona?

“Lo he visto. Hace cuarenta y tantos años tuve un accidente. En ese accidente murieron dos amigos en altamar y yo vi la muerte, yo vi mi cuerpo separado de mí, veía mi cuerpo extenderse. Esa fue la primera experiencia que tuve de ese desdoblamiento, ese accidente. Después, la segunda vez que tuve ese sentimiento de ver mi cuerpo fue con la pandemia, porque había momentos que estaba muy mal. Entonces, creo que en algunos momentos de nuestra vida tenemos esa conciencia de ese desdoblamiento”.

Cortesía

 

“LA LITERATURA NOS HACE CONSCIENTES DE ESE DOMINIO DEL CUERPO”

La literatura hace posible un desdoblamiento del propio cuerpo no sólo a través de la primera, segunda y tercera persona, también por el recurso de las metáforas e imágenes.

¿Cuál es el papel de la poesía o de la literatura ante un desdoblamiento?

“La cita que yo pongo en el libro es ‘Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo’, de Héctor Viel Temperly, autor de ‘Hospital Británico’ (1986). Él lo escribió a punto de morir estando en un hospital inglés, y hay otros libros que se han escrito en un hospital o en un lecho de muerte que hablan de ese desconocimiento de su propio cuerpo, cómo en ese momento se dan cuenta. La literatura nos hace conscientes de ese dominio del cuerpo y esa conciencia de que vas a morir o que puedes morir, y que en ese momento en que estás en una enfermedad grave, reconoces tu cuerpo, porque generalmente no lo hacemos, nos parece normal habitarlo.

“Para mí la literatura es una terapia. Hablar del cuerpo, escribir ‘Los días contados’ fue también una terapia, y quizá, si me pasaba algo más grave, un testimonio. Hablar del cuerpo en otra presencia, en otra dimensión, es un reconocimiento de nosotros mismos, de nuestras capacidades y un testimonio de la biología; generalmente no hablamos de cosas como esas, hay poca literatura sobre la biología. Este poemario tiene muchos términos médicos. La biología es una dimensión de nuestro cuerpo que toma forma.

“Hay muchas cosas que la poesía no escribe, por razones obvias, a veces porque la habitamos y no nos damos cuenta, a veces porque son cosas que aparentemente no tenemos por qué escribir: escribir de lo cotidiano, escribir de qué puede sentir este librero, la poesía de un librero. ¿Qué nos dice el librero? ¿Qué nos dice una cama o un lecho que te puede hablar del amor, de la pasión, de la muerte? Generalmente, la poesía retrata poco esas otras presencias físicas o materiales, pero el cuerpo quizás sea el más importante de nuestras presencias, porque habitamos diferentes dimensiones también de nuestro cuerpo. Uno puede ser cuando estás enfermo, otro cuando tienes pérdidas. Uno se pierde en ese cuerpo también, eso me pasó a mí cuando murió mi hijo (Haroldo, en 2010). Entonces vas habitando diferentes dimensiones del cuerpo, pero yo no había escrito nada tan directamente relacionado con el cuerpo hasta que escribí este libro”.

 

ENTRE EL MISTICISMO Y LA ESPERANZA

Por “Los días contados” aparecen de repente pasajes realmente místicos: “Las trompetas de las revelaciones / más poderosas que el latido del corazón / se reducen a una sístole y una diástole”; o, por ejemplo, “La muerte es la entrada / a la resurrección de todos los reinos / a la Luz que proviene de voces extraviadas”.

¿Por qué en “Los días contados” recurre de repente a pasajes místicos?

“Primero, por mi formación. Yo soy católica practicante; segundo, últimamente he estado leyendo muchos pasajes de la Biblia. Me traje la Biblia también de mi padre que estaba en la casa de mi mamá y la tengo ahora acá, sobre todo porque me parece que esos pasajes de la Biblia revelan mucho de mis lecturas, de hecho el libro ‘Los días contados’ revela muchas de mis lecturas, muchas de las cosas que yo he leído, de mis apegos a la lectura, autores que están ahí, pero también porque estoy escribiendo un libro sobre los ángeles caídos; ese libro está a la mitad”.

A pesar de la pandemia o de la muerte, también prevalece en “Los días contados” un tono como de esperanza propio del misticismo…

“Sí, ‘Los días contados’ tiene un tono esperanzador de que Dios está conmigo, de que puedo contar con él. Yo todos los días despierto y digo: ‘Gracias por todo lo que me has dado y gracias por todo lo que me vas a dar’. O sea, básicamente soy una mujer con creencias religiosas fuertes. Tengo una devoción mariana, tengo mis santos a los que me encomiendo, tengo ese tipo de tendencia desde niña, fui educada por monjas, he mantenido mi fe. Entonces, oscilo entre el misticismo y otro tipo de sentimientos de pasión, pero el misticismo es pasión. Cuando uno lee a Santa Teresa, no sabe si es una poesía erótica o si es una poesía mística. Entonces, creo que las formas cercanas a lo místico tienen mucho que ver curiosamente con el cuerpo, no hay manera de expresar el misticismo más que a través del cuerpo. Eso que siente Santa Teresa y que expresa en sus poemas es el cuerpo. Entonces hay una conexión muy estrecha y muy sutil, pero también muy diferente entre la pasión del cuerpo y la pasión mística”.

Hay una parte en donde usted dice: “Escribo para quienes creen que mañana pueden estar muertos / y están aislados en las paredes de su casa. / Escribo para los que esperan en las puertas de un hospital / y entran por las puertas del cielo”. ¿Para qué o por qué quiso escribir “Los días contados”?

“Para dar testimonio de mi enfermedad, pero también de mis pérdidas. Escribo para los que están vivos, porque yo perdí a un hermano en la pandemia, perdí a amigos muy queridos y ellos ya no sabrán de mí. Escribo para los que me pueden leer todavía y que tengan una esperanza también en Dios, en que no estamos solos, estamos siempre en las manos de Dios. Hay que tener esperanza”.

“LA POESÍA ES UNA FORMA DE MANTENERNOS DE PIE SOBRE EL MUNDO”

Hacia el final de la entrevista para este Semanario, Ruth Vargas Leyva compartió algunas consideraciones sobre poesía; además de revelar algunos de sus proyectos literarios en ciernes.

¿Hubo un cambio en cómo concebía la poesía antes y después de la pandemia tras haber padecido COVID en los primeros meses de la calamidad?

“No sólo la poesía, creo que yo misma cambié. El primer cambio fue con la muerte de mi hijo, nunca me he recuperado; y la segunda fue con esta enfermedad, porque me da la impresión que veo la vida desde afuera. O sea, que mi actitud ante la vida ahora es más contemplativa que de reacción, creo que eso es producto de un cambio personal que sufrí con la enfermedad de COVID. Lo único que tenemos es la vida, lo demás no tiene tanta importancia como le damos comúnmente”.

¿En qué momento considera que se encuentra en su trayectoria como escritora?

“Yo quisiera escribir ahora más, porque voy envejecido. La vida se nos va muy rápido cuando envejeces. Este poemario, ‘Los días contados’, y ‘Más allá de la niebla’, son de mis favoritos, siento que he evolucionado, para mí he ido cambiando como poeta, no conservo la misma voz, voy tomando diferentes voces”.

Vargas Leyva adelantó: “Tengo tres libros pendientes que no se han publicado. Tengo esa necesidad de escribir. Ahora que tome mi año sabático pienso sacar esos proyectos. Creo que también es dar una especie de testimonio. Mi primer libro, ‘Celeste y ocho poemas’, se va a reeditar; ‘Los días contados’ se va a publicar en inglés y estoy trabajando en un ‘Bestiario’”.

Concluyó: “La poesía es una forma de mantenernos de pie sobre el mundo y reconocernos, para dar otra mirada sobre el mundo y sobre la propia existencia. Yo siento que cada vez que se escribe un poema, quien lo escribe tiene una mirada nueva sobre el mundo”.

Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas