Cuando en un lugar tranquilo del estado de Oregon se acumulan casos de familias aparentemente estables que son asesinadas por uno de sus miembros, quien luego se suicida, el FBI interviene con la presunción de un posible asesino serial. La razón es que entre las 40 masacres que han ocurrido a lo largo de 30 años hay un elemento en común: siempre aparece en la escena del crimen una tarjeta de cumpleaños firmada con el nombre de “Longlegs”.
De nada sirve que sabemos que este personaje existe y es encarnado por Nicolas Cage, con un impresionante trabajo de maquillaje y una actuación verdaderamente escalofriante. En muchos sentidos el criminal se parece a otros, a tantos, pero el detalle es que en otro sentido hay un elemento muy diferente que el director Oz Perkins plantea bien y aprovecha mejor porque su intención no es hacer un “thriller” policiaco. Lo que así comenzó se transforma en un filme del Género “H” donde el satanismo sale a relucir y sus consecuencias son devastadoras para las familias y los investigadores por igual, en especial para Lee Harker (Maika Monroe), que logra no debilitar el suspenso con una brillante actuación.
Resolver el misterio es parte del objetivo de esta sólida película, pero no es lo único que se propone. Queda claro que hay una crítica implícita respecto a una sociedad tan perturbada e indiferente a la maldad que permite que se enquiste en su seno.
El monstruo que debe descifrar Lee, bajo encomienda del Agente Carter (Un magistral Blair Underwood), mantiene la atención, eriza la piel y luego hace reflexionar sobre un filme que explora una nueva realidad cuyos peligros son inimaginablemente cotidianos. ****
Punto final.- Anotemos las secuelas del Guasón y el Gladiator para la temporada otoño/invierno en la gran pantalla.