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jueves, noviembre 21, 2024
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Ignacio Hábrika celebra 50 años de trayectoria

Ha transcurrido medio siglo desde que Ignacio Hábrika incursiona en la pintura, para fortuna de la plástica tijuanense en particular y bajacaliforniana en general.

Para conmemorar 50 fructíferos años de trayectoria, Hábrika inaugura hoy viernes 19 de julio, a las 18:00 horas, la individual “El Trayecto. Retrospectiva de Ignacio Hábrika”, alrededor de 40 piezas creadas en cinco décadas, en la Galería de la Ciudad, a su vez localizada en el Antiguo Palacio Municipal de Zona Centro de Tijuana.

De acuerdo con el artista plástico, “El Trayecto” propone una “recopilación de obras que reflejan la búsqueda estética y mi travesía artística desde los años setenta a la actualidad”, refiere a ZETA antes de hurgar en su búsqueda durante medio siglo.

 

DE MEXICALI A TIJUANA

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Hijo de Ignacio González y Dolores Hábrika, Ignacio Hábrika nace el 14 de enero de 1953 en Mexicali, Baja California. Estudia en la Normal Fronteriza en Mexicali entre 1969 y 1973. Maestro de educación básica, en la Capital bajacaliforniana descubre su vocación por la pintura, tal como revela en entrevista para este Semanario:

“Un día me hicieron un regalo de pintura al óleo, pinceles y una tela, y a partir de ahí fue así como una fiebre que se desató. Dos días después tenía que cortar cartones o sábanas, pero yo no tenía conocimiento técnico de nada. En Mexicali, en 1973, hice mi primera pintura el óleo y ahí descubrí que era el camino que quería explorar y hasta la fecha. La primera obra se llama ‘El Loco’, de 1973, la hice sin conocimientos técnicos, pero para mí fue importante porque eso fue el detonante, ahí detoné creo yo la creatividad y el deseo de seguir ese camino. Entonces empecé a estudiar, a tener algunas clases con Manuel Aguilar, que fue un gran pintor de Mexicali. Él fue uno de mis primeros guías en Mexicali”.

¿Dónde tomaste clases con el maestro Manuel Aguilar en Mexicali?

“Iba a su taller, estaba en la colonia Orizaba. Manuel Aguilar fue muy importante porque me dio muchos tips y pues estuve trabajando con él de alguna manera, iba los sábados por la mañana y estaba unas horas. Siempre me insistía: ‘Debes tener tu propio estudio, un taller donde estés tú con tu obra y tu trabajo’”.

En 1974, Nacho se establece en Tijuana para ejercer su profesión de maestro de educación básica, hasta que se jubila en 2012:

“Mi turno terminaba a las 12:30 y ya de ahí era pintor. Mi taller estaba cerca del área de Cantamar, allá por Primo Tapia, antes era Tijuana, Tijuana llegaba hasta La Misión. Luego de que llego a Tijuana, como en el 75 armé mi primer estudio y pues ahí pintaba, pero no tenía experiencia alguna, pero aquí se hace uno experto haciéndolo: pintando y dibujando.

Entonces tomé clases con Nereo de la Peña, aquí en Tijuana, en Calle 11 y Madero, en la Escuela de Dibujo Artístico. Y armé mi primer estudio, mi primer taller”.

Foto: Cortesía Ignacio Hábrika

 

EN LA ACADEMIA DE ARTE MINERVA

Una de las etapas en la década de los 70 que Nacho Hábrika trae a la memoria es su estancia en la Academia de Arte Minerva, dirigida por Graciela Hurtado de Sotelo y ubicada en la calle Ermita, casi esquina con Bulevar Díaz Ordaz en La Mesa, donde toma algunas lecciones de escultura con Rosendo Méndez y algunas sesiones de dibujo a lápiz con Mario Ismael Moreno.

¿Cómo describirías el momento de las artes plásticas de los 70, en el que empiezas tu trayectoria como pintor?

“En el 77 estaba prácticamente naciendo la Dirección de Asuntos Culturales del Gobierno del Estado. Cuando llego a Tijuana, en el 74, pues no había nada, no había casas de Cultura, no había CECUT, no había CEART, andábamos exponiendo en el patio de Palacio Municipal, o, si bien nos iba, nos facilitaban el Banamex de la calle Segunda. En el 77 nace la Casa de la Cultura. En esa época yo estaba estudiando dibujo y pintura en el Instituto Minerva, en La Mesa, era una casita de cultura, un local prácticamente, y ahí estaba Rosendo Méndez de maestro. Con Rosendo Méndez tomaba algunas lecciones de escultura y con Mario Ismael Moreno algunas sesiones de dibujo a lápiz, nada más que me di cuenta que iban muy cargados hacia las cuestiones de bodegones, entonces no me desanimé, pero yo traía otros intereses, yo quería otro tipo de pintura”.

¿Por qué fue importante para ti y tu trayectoria la Academia de Arte Minerva como un polo del movimiento de las artes plásticas en Tijuana en la década de los 70?

“Para mí fue como un ancla, como un inicio importante para mí, porque es la experiencia que me tocó vivir. En el Instituto Minerva había clases de música, artes plásticas, teatro, danza, ésa fue la base de la Casa de la Cultura. Yo considero que de ahí inicia todo un movimiento, era el único lugar, era nuestra base”.

Foto: Cortesía Ignacio Hábrika

 

LAS PRIMERAS EXPOSICIONES

En el diálogo con este Semanario, Nacho también recuerda que su primera individual, “Confusiones”, se monta en la Galería de Asuntos Culturales del Gobierno del Estado en Mexicali en 1977. Ese año también se exhibe en la Academia de Arte Minerva en Tijuana:

“Mi primera exposición de Mexicali, que se llamó ‘Confusiones’, se trae a Tijuana al Instituto Minerva; meses después me dice la directora, la maestra Graciela Hurtado, que vamos a ser los fundadores de la Casa de la Cultura: ‘Todos los maestros del Instituto Minerva, maestros y alumnos, van a ser los primeros en exponer’”.

De hecho, rememora una colectiva de artistas plásticos de aquella época en la que participa como joven pintor, en la recién inaugurada Casa de la Cultura Tijuana, hacia finales de 1977:

“En la Casa de la Cultura hicimos la primera exposición, ahí estábamos nosotros, maestros y alumnos del Instituto Minerva, recuerdo a Rosendo Méndez, Armando ‘Becris’ Becerril, Mario Urrea, Ramón Ramírez, Francisco Chávez Corrujedo. Nosotros hicimos la primera exposición en la Casa de la Cultura y yo estaba participando ahí. Esto fue a finales del 77, era el otoño, fue la primera exposición en uno de los salones de la Casa de la Cultura”.

Incluso recuerda la importancia de sus primeras dos individuales: “Confusiones” en 1977 y “El Congreso de los Reprimidos” en la Galería de la Ciudad de Mexicali, Casa de la Cultura de Tijuana y Centro Cultural Riviera de Ensenada en 1979, 1980 y 1981, respectivamente:

“En esa exposición del 77 yo tenía muchas dudas porque no sabía por qué lado ir, o sea, de pronto veía un cuadro y decía ‘Éste se parece a Cuevas’, ‘Éste se parece a no sé quién’, a diferentes artistas. No tenía definido un estilo, por eso se titulaba ‘Confusiones’. En 1979 yo encontré el camino que iba a seguir para desarrollar mi propio estilo. Ese año participé en la Bienal de Baja California y obtuve el segundo lugar, y también en el 81 y 83 participé y obtuve premios. En 1979 hice una exposición que se llamaba ‘El Congreso de los Reprimidos’, pero ahí tenía la línea que manejo ahora, técnicamente ya daba la sensación de que ya tenía un camino y un estilo y lo he mantenido”.

Tras sus primeras exhibiciones, lo demás es historia para fortuna del arte tijuanense, pues la obra de Ignacio Hábrika se ha expuesto en España, Estados Unidos, Cuba y, por supuesto, México.

Foto: Cortesía Ignacio Hábrika

 

LA MIGRACIÓN

Desde la figuración o la abstracción, Hábrika ha explorado diversas temáticas, pero indudablemente la migración ha sido recreada en su obra, particularmente en piezas icónicas en su trayectoria, como “Composición” (2007), “En Blanco, Rojo y Negro” (2007), “Destino para Nuestros Pasos” (2011), “El Misterio” (2012), “El Sueño de la Multitud” (2023) y “El Trayecto” (2023), entre otras.

¿Cómo te fuiste interesando en el tema de la migración para tu obra?

“Cuando era muy pequeño, tenía tal vez seis años, mi padre nos llevó a San Felipe, es lo mismo que se ve en mis cuadros: espacios enormes, abiertos, con montañas, eso es en el trayecto a San Felipe. De pronto dijo mi padre: ‘Aquel cerro se llama El Chinero’. Yo pregunté por qué se llama El Chinero y me contó una historia de que llegaban migrantes asiáticos en barcos a San Felipe y hacían la travesía rumbo a Mexicali o San Francisco, se venían caminando y muchos de ellos para empezar no sabían cómo iban a estar las condiciones del clima, entonces se iban muriendo en el camino y El Chinero está lleno de osamentas de esa época. Cuando mi padre nos contó esa historia yo me imaginé las filas de personas. Ya viviendo aquí en Tijuana, una noche iba por la Avenida Internacional y de pronto veo unas personas cargando escaleras para brincarse la línea, para saltarla con escaleras, las ponían y por ahí pasaban, eso me impactó. En ese momento yo no sabía que iba a tomar esas temáticas. He explorado muchas formas de expresarme, incluyendo la abstracción, que es algo que me encanta”.

¿Cómo consideras que ha influido la frontera en tu obra?

“Definitivamente, desde el momento en que veo que unas personas cruzan la Avenida Internacional con escaleras, pues eso fue un impacto. Al tiempo recordé, estaban pasando a  Estados Unidos. Desde siempre he visto las personas que llegaban a Tijuana, en Mexicali igual. Claro, en una gran cantidad, pero en Mexicali también llegaba mucha gente. Recuerdo, por ejemplo, el área donde estaba la estación del tren y ver mucha gente ahí en filas que habían llegado. Venía la gente, pero yo no entendía qué era exactamente lo que pasaba. Todo eso, de pronto me doy cuenta que puede ser algo por explorar y es lo que he hecho”.

 

UNA BÚSQUEDA ESTÉTICA

Además de compartir su proceso de creación de una obra, Nacho Hábrika revela algunos detalles estéticos y los símbolos en sus piezas. Por ejemplo, en obras como “En Blanco, Rojo y Negro” (2007), “Destino para Nuestros Pasos” (2011) y “El Misterio” (2012), las escaleras entre las multitudes tienen un valor simbólico.

“Al principio del 77 empecé a hacer algunas obras sobre migración. A principios de los 80 empecé a trabajar un poco más. Me llamaba la atención estéticamente, cómo se ve y obviamente me pregunto qué sentirán esas personas, y de alguna manera trato de reflejarlo ahí. En el tema de multitudes y escaleras, pues precisamente la escalera la tomé como un símbolo del deseo que todos tenemos de prosperar y muchísima gente también de sobrevivir”.

En piezas como “Composición” (2007), figura el símbolo de las escaleras, pero destaca también la multitud a base de manchas negras: “Hay muchas obras que están con manchas y tú ves perfectamente las personas, pero están hechas con manchas, es una exploración de las multitudes vistas desde diferentes ángulos. Hay otras que son puras líneas, o sea, es una búsqueda con el tema de la migración, algunas son blanco y negro, otras son a color”.

¿Cómo es el proceso de creación de una obra?

“Yo pinto óleo, acrílico y técnicas mixtas, ésas son las técnicas que manejo en tela, madera o papel. Yo pinto con libertad, eso es básico. Yo no uso lápiz, yo me voy directo a la tela, no empiezo así como ‘voy a hacer un cuadro y voy a poner esto’, me voy directo a la tela. Yo pinto lo que siento y lo que quiero, algo que me llame la atención y diga ‘Quiero hacer esto’. Así pinto. No trabajo de otra manera que diga ‘tengo que pintar algo así’ o ‘me encargaron algo’. Yo pinto lo que siento y lo que quiero, nada más, ésa ha sido mi línea desde que empecé. Yo me siento libre”.

Sobre su paleta de colores refiere: “Mi paleta son etapas, hay etapas que he estado pintando mucho en rojo, otras que he estado pintando mucho en azules, es de acuerdo a cómo me siento, se va dando y siento la inclinación hacia un color, son búsquedas”.

Foto: Ramón T. Blanco Villalón

 

EL HUMANISMO

Hacia el desenlace de la entrevista para ZETA, Nacho Hábrika deja claro que su interés, más que la migración, es el humanismo:

“Siempre mi tendencia fue hacia el humanismo, hacia la humanidad, las personas, siempre explorando, buscando hacia el interior de las personas. He explorado muchos temas, pero más que la migración, la humanidad y su deseo de prosperar o sobrevivir. Yo no tengo necesidad de expresarme haciendo detalles del rostro, ése es mi estilo”.

Sentencia Hábrika:

“Yo no soy retratista, ni tampoco hago bodegones, ni naturalezas muertas, eso no me atrae. Estar copiando algo, de un modelo, no me satisface; pero si es algo  que voy a crear, ahí sí encuentro mucho más sentido. Para mí la pintura es una vía de comunicación, para mí la pintura es tener algo que decir”.

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Fotos: Enrique Mendoza

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Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
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