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sábado, septiembre 7, 2024
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1938, avioneta con droga en Valle de Mexicali

“Para 1938 ya había empezado el contrabando por vía aérea. El gobernador de Baja California, coronel Rodolfo Sánchez Taboada, informó a la Secretaría de Gobernación, el 17 de febrero, que habían capturado un avión en el Valle de Mexicali, pilotado por dos ciudadanos estadounidenses, que transportaba un importante cargamento de marihuana”.

-Juan Alberto Cedillo, Los Nazis en México.

 

El primer capo mexicano fue el general hidalguense de Ixmiquilpan Francisco Javier Aguilar, “El loco Aguilar”, tan zafado, que siendo diplomático en Argentina, un diputado de Santa Fe lo denunció por contrabandear no sólo droga, sino cargamentos de ropa, aprovechando la inmunidad e impunidad. Y el crápula retó al legislador a un duelo a muerte en Uruguay, donde estaba permitido eso. La Associated Press (AP), dio a conocer el hecho en la prensa latinoamericana.

Un buen amigo me explicaba que, en las fronteras de México, el narcotráfico lleva más de un siglo. Y cierto, Juan Alberto Cedillo en Los Nazis en México, refiere cómo a finales del siglo XIX e inicio del XX, los chinos que habrían descubierto las bondades de la sierra sinaloense, iniciaron la producción de opio (el fentanilo es un opioide). Lo paradójico y relevante es que las rutas chinas del opio que recorren Mazatlán hasta San Francisco, California, sirvieron en el contexto de la II Guerra Mundial para enviciar a los soldados y la juventud norteamericana, así como japoneses y nazis alemanes, que por odio y razones geopolíticas buscaron desde México destruir y dañar abiertamente a los Estados Unidos. Y vaya que sigue la guerra.

El asunto es que, más allá de los chinos en el siglo XIX y los nipones y nazis en el siglo XX, el estado de Sinaloa primero fue víctima de los intereses nacionales e internacionales. Quiere usted nombres: Miguel Alemán Valdez, Ramón Beteta, Francisco Aguilar, Gonzalo N. Santos. Ezequiel Padilla. Muchos militares, políticos y diplomáticos. La razón: la avaricia, los placeres, la soberbia, la ley del silencio, la impunidad. Y una mezcla de pecados de siempre encarnados en artistas famosos, empresarios petroleros, banqueros, y la crápula, la vida light que no es vida.

En el teatro de operaciones de Alemania, Japón, China, México y USA, la intención abierta o simulada es destruir, como lo están haciendo a la juventud mexicana y norteamericana. Basta ir al Logan Height o al Sur de Los Ángeles, o ahora en nuestras ciudades fronterizas.

Cerca de 1940 comenzó el flujo de los narcóticos. La prensa mexicana reportó, hacia los primeros meses de 1939, un incremento en el tráfico de drogas en la frontera entre México y Estados Unidos, principalmente en el poblado de Naco, Sonora.

El 8 de abril de 1939 El Porvenir de Monterrey en primera plana reportaba: “Japón y Alemania tratan de envenenar con opio a la juventud de Estados Unidos. Pasan la droga por nuestro país. Varios contrabandistas han sido detenidos en los últimos meses en Douglas, Arizona”. (Juan Alberto Cedillo, Los Nazis en México).

“Me gusta el chocolate, pero no en bacinica” decía el gobernador potosino Gonzalo N. Santos (Memorias). No se habla de Antonio Toledo Corro (Sinaloa), pero los gobernadores que se beneficiaron del dinero del narcotráfico fueron el de Puebla, Maximino Ávila Camacho; N. Santos de San Luis Potosí; Braulio Maldonado (BC), y Abelardo L. Rodríguez, entre algunos.

Pero el primer Capo mexicano fue el militar Francisco Javier Aguilar, diplomático en muchos países, como en la Suecia pre nazi.

 

Germán Orozco reside en Mexicali, B.C.

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