Si algo dejó en evidencia los resultados de las votaciones del domingo 2 de junio, aparte del arrastre de Morena en todo el país, incluido Baja California, donde por cuarta elección consecutiva se llevaron carro completo, es que Jorge Hank Rhon, no representa la segunda fuerza política en el Estado, ni es sujeto político que aporte votos de manera mayoritaria.
En 2021, cuando el Partido Revolucionario Institucional no le concedió -como él quería- la candidatura al gobierno del Estado de Baja California una segunda ocasión (ya lo habían designado en 2007 cuando perdió por vez primera), el ex reo de El Hongo renunció a toda una vida priista, iniciada la estirpe con su padre en el Estado de México; se quitó el uniforme de “soldado del PRI”; y, como adinerado sin esfuerzo, salió de compras políticas y encontró un partido en decadencia, el PES, Partido Encuentro Solidario que hizo suyo y de forma inmediata heredó a sus vástagos.
En pleno auge del morenismo, apenas tres años después que el Presidente Andrés Manuel López Obrador lograra, con una votación histórica de poco más de 30 millones de votos, ganarles a los partidos tradicionales, el PRI, el PAN y el PRD unieron fuerzas en un intento por arrebatarle, por lo menos, el control del Poder Legislativo. En ese contexto, la alianza opositora en Baja California, nombró a la mexicalense Lupita Jones Garay, Miss Universo 1991, su abanderada para enfrentar a la candidata de Morena, Marina Ávila Olmeda.
Jorge Hank hizo valer su inversión política y desmanteló al PRI de Baja California para erigirse, por aclamación, candidato a gobernador del PES. Se quitó el chaleco de pene de burro rojo y comenzó a vestirse de morado, color distintivo de ese instituto político. Con una oposición disminuida, acompañada de una candidata que no logró permear en el ánimo de los bajacalifornianos, Hank perdió por segunda ocasión el gobierno del Estado, pero obtuvo un segundo lugar.
A pesar de no haber ganado ni una diputación, y por supuesto, ningún Ayuntamiento de los cinco que por entonces integraban la geografía bajacaliforniana, el preso por acopio de armas se instaló en ese nubarrón de votos y empezó a venderse como “la segunda fuerza política del Estado”. Pero en tres años, llovió y la nube se descargó. Cuestión, que, a pesar de la evidencia, partidos políticos de mayor representación siguieron comprando los espejitos que Hank les vendía de la posición lograda en el 21.
Primero se acercó a venderle espejos a quien lo derrotó, la gobernadora Marina Ávila que, por alguna razón, cayó en la palabrería y no sólo lo invitó de manera especial a su toma de posesión, sino que en los siguientes años lo mantuvo presente en sus principales celebraciones; por supuesto, para 2024 acordaron una alianza Morena, partidos coaligados nacionales y el PES, para Baja California.
Pero la reputación de Hank, la mala reputación, va allende las fronteras bajacalifornianas; y en un acto de deslinde cupular, la secretaria general de Morena, Citlali Hernández, se reunió con el dirigente nacional del PES y, junto, anunciaron a través de un video en redes sociales, que en Baja California no irían en alianza con el partido morado. Cuando le tumban el acuerdo en Ciudad de México con el partido oficialista, Hank y sus hijos regresaron a negociar con su ex partido el PRI, donde Alito Moreno los acogió de brazos abiertos. Al regidor Juan Carlos Hank (así lo anunciaron) le dio una diputación federal por tierra en Tijuana y además le aseguró la curul imprimiendo su nombre en la lista de plurinominales. Para la ambición de los casineros, y considerarse “segunda fuerza política” en el Estado, una diputación resultó poca cosa. Regresaron a negociar con Morena en Baja California, y la solución fue fraccionar la coalición Morena, PVEM y PT, y darle al regidor la candidatura al Senado de la República por el Verde. En el resto de las posiciones los pesistas irían solos.
Y pues… perdieron. Los bajacalifornianos mandaron al partido de Hank a la séptima posición, con lo que no sólo confirmaron que nunca representaron la segunda fuerza política, sino que están en la cola de la preferencia electoral local, únicamente por encima de partidos en peligro de extinción, como el PRD o Fuerza por México.
De hecho, apenas rebasaron el tres por ciento en la elección legislativa bajacaliforniana, requerido para mantener el registro como partido local.
Seis partidos obtuvieron una votación por encima del PES. Por supuesto, el triunfador de la elección, Morena, con 478 mil un votos, que le aseguran la categoría de primera fuerza política.
La segunda fuerza política la ostenta el Partido Acción Nación, con 162 mil 224 sufragios a su favor. La tercera es Movimiento Ciudadano, con 82 mil 58 votos; la cuarta el Partido del Trabajo, con 65 mil 221 votos a su favor; la quinta el Verde, con 56 mil 774 votos; la sexta la representa el ex partido de los Hank, el PRI que los rebasó con 48 mil 434 sufragios; y en la séptima posición, con 38 mil 541 votos, el PES.
Los números no mienten. En la votación del domingo 2 de junio, que la propia gobernadora Marina Ávila tilda de histórica en Baja California, quedó demostrado que desperdiciaron la posición al senado por el Verde en un candidato y un partido que les vendió espejos de poco valor a cambio de una coalición que, en el resto del país, resultó ganadora.
Por supuesto Hank, de nueva cuenta, no ganó una sola de las 17 diputaciones locales en disputa, y estuvo lejos de siquiera acercarse a que alguno de sus candidatos del PES a alcaldes en los siete ayuntamientos significara una competencia para el partido oficialista y ganador de prácticamente todas las alcaldías.
En tanto la candidatura al Senado que Morena le dio al regidor Juan Carlos Hank Krauss en el Partido Verde Ecologista de México, como se esperaba, también la perdieron. A pesar de haber incluido el color morado en su propaganda Verde para “atraer” a los votantes del PES, y presumir en las últimas semanas que estaban en la segunda posición, lo cual lo haría candidato por primera minoría, la realidad los alcanzó. No será senador, y tampoco legislador federal (como el PRI se lo había ofrecido y lo desdeñaron).
La senaduría por mayoría la ganó la morenista Julieta Ramírez, quien llevaba en segunda fórmula a Armando Ayala con 633 mil 160 votos, de acuerdo al programa de resultados electorales preliminares del INE. La senaduría por primera minoría la obtuvo el candidato de la alianza PAN, PRI, PRD, el mexicalense y panista Gustavo Sánchez, con 274 mil 601 sufragios a su favor.
Al final, el vástago de Jorge Hank Rhon quedó más de 140 mil votos abajo del panista, en una tercera posición con 131 mil 481 votos.
Y los Hank, que vendieron ser “la segunda fuerza política de Baja California”, no ganaron nada. Derrotados, apenas lograron mantener el registro de su partido para seguir vendiendo espejitos; aunque con estos resultados y contundentes números ¿habrá alguien que les crea en el futuro?