Esta semana el joven Luis Donaldo Colosio Riojas sacó la casta y le puso una dura prueba a la oposición política en el país, particularmente al partido con el cual simpatiza, Movimiento Ciudadano, pero también orillando al bloque opositor a tomar decisiones.
Hijo del candidato asesinado en Tijuana en 1994, Luis Donaldo Colosio Murrieta, el joven alcalde con licencia de Monterrey, se ha mantenido alejado del PRI, el partido que su padre dirigió y el cual lo encumbró durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, no sólo a encabezar una de las secretarías por entonces más poderosas, la de Desarrollo Social, sino también como su abanderado a la Presidencia de la República.
La de Colosio fue una muerte de la cual el PRI nunca se recuperó. Quien sucedería al depuesto aspirante, Ernesto Zedillo Ponce de León, terminaría por ser el último Presidente priista a la entrada del milenio, para dar paso a dos administraciones panistas, la de Fox y la de Calderón, y un corrupto periodo de Enrique Peña Nieto, que le dio otra oportunidad al PRI, sólo para que ese contexto de suciedad fuese aprovechado por el entonces opositor más visible, Andrés Manuel López Obrador, para llegar a la Presidencia de la República con la promesa de un combate a la corrupción y un regreso a la seguridad, dos temas pendientes en la agenda nacional.
Avasallada la oposición por el discurso de López Obrador y sus más de 30 millones de votos, quedaron -como los calificaría el mandatario nacional- moralmente derrotados. No podían, “los corruptos de siempre”, quitarse ese estigma con las mismas personas encabezando esos esfuerzos, situación que fue aprovechada por el ahora oficialista López Obrador para hundir más a esa clase política.
Sin más opción que unir lo que parecía repelente, los partidos de oposición, PRI, PAN y PRD, a partir de la intervención ciudadana, se reunieron en un solo bloque, pero, de nueva cuenta, con los mismos señalados del pasado, sin ofrecer nuevos cuadros o nuevas propuestas ideológicas con sustento. Así pretenden, con una candidata ciudadana como lo es Xóchitl Gálvez, vencer al oficialismo; pero no les alcanza.
En ese contexto, Movimiento Ciudadano, partido creado por un antiguo aliado de López Obrador (el también ex priista, Dante Delgado), se propuso ser la “opción nueva”, pero el coqueteo y la prudencia con que se conducen sus liderazgos y el Presidente López Obrador entre ellos, deja claro que detrás de “lo nuevo” podría haber una vieja alianza entre un partido pequeño y el oficial encabezado por el mandatario nacional. Entre el candidato a la presidencia de MC, Jorge Álvarez Máynez, el notorio gobernador de Nuevo León, Samuel García, y el Presidente AMLO, no se tocan ni con el pétalo de una rosa. Todo lo contrario, suele haber referencias favorables de unos para otros.
Alejado de esa probable complicidad naranja con guinda para dividir el voto de la oposición con la tercer candidatura presidencial, y muy lejos de la ideología priista o panista, Luis Donaldo Colosio Riojas se presentó más como un joven de Estado, cuyo pensamiento trasciende los partidos y a las personas, por el objetivo máximo: sacar a Morena de la Presidencia de la República.
Por la libre, esta semana planteó la posibilidad de que, después del tercer debate (a celebrarse este domingo 19 de mayo) entre los dos candidatos de la oposición, se decline a favor del que tenga mayores probabilidades de competir y ganar la Presidencia de la Nación.
Dicha premisa no favorece al partido de sus simpatías, MC, cuyo abanderado no llega ni al 10 por ciento de las preferencias electorales en las mediciones que se han realizado hasta la fecha. En esas condiciones, la lógica estaría en una candidata común públicamente -la declinación no está contemplada en la Ley, ya lo aclaró la presidenta del INE- a favor de Xóchitl Gálvez.
A la fecha, cuatro días después de lanzada la reflexión por la “construcción responsable” de un proyecto político que lanzó el joven Colosio Riojas, no ha habido una respuesta a la altura. Ni por parte del líder moral de MC, Dante Delgado, ni por parte de quienes encabezan a los partidos del bloque opositor, PRI, PAN y PRD. En una caricatura de lo que es la política nacional para esos derrotados adversarios del oficialismo, el dirigente del PRI aprovechó para hacerse notar. Alito Moreno le prometió a Jorge Álvarez que si declina a favor de Gálvez, antes del tercer debate, él renuncia al PRI y a la senaduría plurinominal que se adjudicó para integrar la próxima legislatura en la Cámara Alta.
No fue ésa una propuesta de altura, pero sí una bravuconería política para acaparar titulares en un enfrentamiento verbal entre Álvarez Máynez y Moreno. Nada aporta a la política nacional y nada a la reflexión de Colosio Riojas.
La realidad es que, en una clara falta de compromiso colectivo por un proyecto de nación que trascienda a los partidos y a las personas, los de la oposición y los de MC se hicieron bolas con la premisa de Luis Donaldo Colosio, que los conmina -en el fondo y en la forma- a tomar definiciones y asumir un papel en la historia de la democracia del México que se está escribiendo.
Responder con barrabasadas o mantener el silencio, como lo han hecho el resto de los dirigentes de los partidos de oposición y el propio líder moral del movimiento naranja, es no estar a la altura de lo que Colosio sabe se necesita para enfrentar al oficialismo arrasador en que se convirtió Morena de la mano de López Obrador.
La bola, la dejó Colosio en la cancha de la oposición, y el lunes 20 de mayo se verá de qué están hechos y cuál es su compromiso, si es que lo tienen, o se mantienen en la inercia política electoral, que, de cualquier forma, les dará cargos, a todos, en la próxima integración del Poder Legislativo.