Un grupo de amigos se reunía todas las semanas para jugar póker. Un día, uno de los amigos propuso cambiar el lugar de la reunión y llevarla a su casa.
Cuando llegaron, se sorprendieron al ver que el amigo tenía un gran loro en una jaula en la sala de estar. El ave era increíblemente inteligente y repetía todo lo que decían los amigos.
Cuando empezaron a jugar, uno de los amigos perdió una mano y exclamó:
“Maldición, ¡perdí!”.
El loro inmediatamente respondió:
“Maldición, ¡perdí! Maldición, ¡perdí!”.
Los amigos se rieron, pero continuaron jugando. Otra mano, otro amigo perdió y gritó:
“¡No puedo creer que perdí!”.
De nuevo el loro respondió:
“¡No puedo creer que perdí! ¡No puedo creer que perdí!”.
Los amigos estaban divirtiéndose con el loro, pero luego llegó el turno del dueño de casa y perdió una mano. Él se enfureció y gritó:
“¡Eso es un robo! ¡No puedes ganar con esa mano!”.
Y el loro respondió:
“¡Eso es un robo! ¡No puedes ganar con esa mano! ¡Eso es un robo! ¡No puedes ganar con esa mano!”.
Los amigos se rieron aún más, pero el dueño de casa tuvo una idea. Tomó al loro de la jaula y lo arrojó al congelador. Después de unos minutos, lo sacó y lo puso de nuevo en la jaula.
Cuando el loro volvió a repetir su frase, el dueño de la casa le preguntó:
“Y bien, ¿aprendiste algo?”.
El loro contestó:
“Sí, pero tengo una duda: ¿Qué diablos hizo el pollo que estaba en el congelador?”.
Autora: Una gallina.
A propósito de Semana Santa
— ¡Yo soy ateo!
“¡Y yo anuel!”.
—¡Ucho gusto!
“¡El gusto es ío!”.
***
El cura dice en la iglesia:
“Hermanos, estamos en plena Semana Santa, así que quiero complacer a cualquier hermano o hermana que quiera que cantemos una canción”.
Un atarantado levanta la mano y desde la banca sugiere:
— Padre, quiero que cantemos la canción de la democracia. ¡Esa me gusta mucho!
“¿La canción de la democracia? Esa no la conozco”.
— Cómo que no la conoce. La canción de la democracia la cantan todos los domingos, es más, ¡fue aquí donde yo la aprendí!
“Pues no la recuerdo, hijo, pero si quieres tararéala un poco para que la recordemos”.
— Ah, claro. La canción de la democracia dice así: ¡Demo-cracia al Señor, demo-cracia, demo-cracia por su amor!
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En plena Semana Mayor, el cura pregunta a sus feligreses:
“Alguien me puede decir ¿qué es lo primero que hay que hacer para que Dios perdone nuestros pecados?”.
El mismo atarantado levanta la mano. El sacerdote se preocupa, pero se arriesga a darle la palabra:
—¿Qué es lo primero que hay que hacer para que Dios perdone nuestros pecados?
“¡Pues pecar!”.
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¡Tenemos tanto apego por los lunes festivos, que algunos andan preguntando si el Domingo de Ramos lo pasaron al lunes.
Del sermón de hoy he aprendido dos cosas: la primera ¡no recuerdo! La segunda, ¡debo tomar notas en los sermones!
De la Segunda Carta a los Corintios: Queridos Corintios: podrían al menos responder a la primera.
Uno de los regalos de mi papá me vino como anillo al dedo: el hijo pródigo.
Algunos pastores separan el trigo de la cizaña… ¡pero hablan paja!
Lo que no entiendo de la Última Cena es por qué se sentaron todos del mismo lado.
Era de esos hermanos que cuando dicen que quieren bautizarse, salen cuatro voluntarios en la iglesia para aguantarlo cuatro horas bajo el agua.
Jesús multiplicó los panes, pero Dios se los da al que no tiene dientes. Esa es la mecánica de pensamiento cuando no lees correctamente la Biblia.
Nada más peligroso que la aparente seguridad del rebaño… ¡El lobo lo sabe!
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— Padre, puedo dejar el cigarrillo cuando yo quiera.
“Entonces, hijo, ¡déjalo ya!”.
— ¡Dije cuando yo quiera, no cuando usted me diga!
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Aterrado por la visita del anciano ricachón del pueblo, el pastar pregunta:
— ¿Qué lo trae por aquí?
“Pastor, ¡me casé con una mujer joven que debe ser cristiana!”.
— ¿Ah sí? ¿Por qué?
“¡Porque se la pasa preguntándome por el Nuevo Testamento!”.
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— ¿Qué hiciste en Semana Santa?
“¡Engordar!”.
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Estos son los hobbies de Dios, según la gente:
1. Ayudar al que madruga.
2. Apretar pero no ahorcar.
3. Saber por qué haces las cosas.
4. Criar gente para que se junte.
Autor: Ni modo que un devoto.