La Dirección del Instituto de la Juventud fue cuestionada debido a presuntos actos de corrupción cometidos al entregar dos licitaciones -en extrañas condiciones- para ofrecer el servicio de Comunder, es decir, el traslado de estudiantes a diversas escuelas de condición rural, principalmente. Un reportaje de ZETA evidenció que había un conflicto de interés porque en uno de los casos, el entonces director del INJUVEN, Rigoberto Boyd, signó un contrato junto con el empresario Everardo Basilio Adame, propietario de Desarrollo de Sistemas y Servicios de Tecnología Informática y Comunicación, S de RL de CV, una de las encargadas de brindar el servicio para el Comunder. Resulta que uno de los asesores de informática del INJUVEN, Leonardo Basilio Adame, firmó como texto en uno de los contratos que benefició a su familiar, lo que evidentemente genera un conflicto de interés. Lo interesante es que este escándalo terminó por clavar la daga al hoy ex director del INJUVEN, quien tuvo que renunciar por presuntos actos de corrupción, además de utilizar las unidades para acarrear gente a los eventos de Adán Augusto López Hernández. Pese a este antecedente, José Francisco Molina, actual titular de la dependencia, pareciera no experimentar en cabeza ajena y, durante el último evento de Claudia Sheinbaum en Tijuana, fue acusado de utilizar camiones del Comunder para movilizar personas. Lo interesante es que cuando DICHOZ solicitó una copia del contrato signado por el Estado y la empresa que ofrece el servicio, decidieron no emitir una respuesta al respecto. De hecho, la dependencia dio a conocer de manera formal que no cuenta con dicha información “en los términos que se plantea”. Parece que Molina no entiende las lecciones de su antecesor y prefiere arriesgarse y ocultar información que debería ser de oficio, para así evitar correr con la misma suerte. ¿Qué tanto podrá engañar para que no lo remuevan del cargo?