En la escuela de Medicina, un alumno pregunta cuál es la peor combinación de enfermedades.
Sin pensarlo mucho, el maestro responde:
“El Alzheimer y la diarrea: corres para llegar a algún lado, pero no recuerdas a dónde”.
Autor: Un médico recibido.
En el bar
Estaba bebiendo un martini y en eso la mesera gritó:
“¿Alguien sabe RCP?”.
Y yo dije: me sé todo el abecedario.
Todos nos reímos… bueno, menos una persona.
Autor: El cantinero
Descubrimiento
Dos amigos conversan:
— Acabo de encontrarme con el perfil de Facebook de mi mujer y estoy muy enojado por sus mentiras.
“Por qué, o qué…”.
— No es nada divertido estar con ella.
Autor: Anónimo.
Haciéndose el importante
Este es un hombre al que siempre le gusta parecer más importante de lo que realmente es, así que finge que mantiene grandes conversaciones telefónicas en su oficina cada vez que llega alguien de visita, cuando en realidad no hay nadie al otro lado del teléfono.
Un buen día, entra una persona desconocida, así que el hombre se apresura a tomar el teléfono y, como de costumbre, hace como que está en medio de una gran conversación:
“Buenas tardes, señor secretario. ¿Cómo dice? ¿Que quiere que nos veamos para cenar? Está complicado, señor secretario, porque justamente tengo hoy cita con el presidente. ¿Cómo dice? ¿Que su tema a tratar es más importante que el del señor presidente? Bueno, veré si puedo encontrarle un hueco en mi agenda, aunque no prometo nada. Buenas tardes”.
Después de fingir, el hombre cuelga el teléfono y pregunta a la persona desconocida:
—¿Qué desea, joven?
“Vengo de la empresa telefónica para reparar su línea. Su secretaria reportó que no sirve”.
Autor: Anónimo de un partido político.
50 pesos
Un niño de 10 años reta a su hermanito de 5 años:
— Te doy 50 pesos si dejas que te rompa tres huevos en la cabeza.
“¿Me lo prometes? ¿No vas a engañarme?”.
— Te lo prometo.
Muerto de risa, el mayor rompe los dos primeros huevos en la cabeza de su hermanito. Mientras este se queda quieto, para que la yema de huevo no manche su ropa, se extraña al ver que su hermano sigue con el tercer huevo en la mano. El hermano pequeño pregunta:
“¿No vas a aventarme el último huevo?”.
Mientras se dirige a su habitación, el mayor responde:
“No, porque no tengo 50 pesos”.
Autor: El hermano de en medio.
La mejor alimentación
Un buen día, un inspector aparece en una granja para efectuar una revisión. Entonces pregunta al granjero:
— ¿Puede usted decirme qué da de comer a sus animales?
“Pues les doy lo mejor de lo mejor: frijol, arroz, carne, pollo, verduras…todo de primera calidad”.
— Pues le voy a poner una multa muy fuerte. No hay derecho que sus animales coman tanto mientras en el resto del mundo hay personas sin dinero que no pueden comer suficiente todos los días.
El inspector se retira, dejando tremenda multa. Otro día llega un periodista y aborda al granjero:
— ¿Puedo hacerle una entrevista para mi reportaje sobre el mundo de la ganadería?
“Claro, dígame”.
— ¿Qué da de comer a sus animales?
“Pues lo más barato que encuentro. Las sobras de mi comida, pan seco, cáscaras de fruta… muy poca cosa, la verdad”.
—No sé cómo no se le cae la cara de la vergüenza. No hay derecho a maltratar así a sus animales. Pienso criticarle en mi artículo.
El periodista se retira y cumple su palabra. El granjero queda muy mal en el artículo y pierde muchos clientes por ello.
Al día siguiente, aparece otro periodista en la granja:
— ¿Puedo hacerle una entrevista?
“¡Claro!”.
— ¿Qué da de comer a sus animales?
“Mire, le doy 100 pesos a cada uno ¡y que compren lo que quieran!”.
Autor: Un granjero mexicano, seguramente.
Fiesta en la selva
El león, que es el rey del bosque, reúne a todos los animales porque tiene un anuncio importante:
“Vamos a organizar la mejor fiesta de todas”.
La ranita exclama sin parar:
“¡Qué bien, qué bien! ¡Cómo nos divertiremos! Organizaremos la mejor carrera de sacos de la historia. ¡Qué bien, qué bien! ¡Qué bien nos lo vamos a pasar! Y al final de todo, ¡daremos un gran banquete! ¡Qué bien, qué bien! ¡Qué bien vamos a comer!”.
Harto de tal entusiasmo, el león mira a la ranita y avisa:
“Pero habrá cierto animal verde, muy feo, que además vive en la orilla del río, al que no dejaremos participar”.
Y la ranita dice sin parar:
“¡Qué bien, qué bien! ¡Si no va el cocodrilo, habrá más comida para mí! ¡Qué bien, qué bien!…”.
Autor: El cocodrilo.