En plena efervescencia para disputar candidaturas de “elección popular”, abundan manifestaciones baratas para distinguirse los personajes que aspiran a alcaldías, diputaciones o senadurías.
Un mexicano de hoy, por mejor que sea para el servicio público, sin la simpatía del centro no camina lejos. Hay reglas no escritas que están por encima de la Constitución. El poder político, la cultura, las universidades, la industria, los estadios deportivos y los más equipados centros de salud y teatros se encuentran en CDMX. Gobierno presidencialista y centralista, los más importantes eventos políticos se dan allá. Con una población de más de 20 millones de habitantes, incluyendo el Estado de México, es ahí donde se dan los movimientos políticos multitudinarios, aunque no siempre los más trascendentes, que puedan incubarse en la periferia.
Quienes tienen mayores probabilidades de ser designados por el “partido”, de acuerdo a la experiencia añeja -refrendada en el pasado reciente-, en primer lugar, vemos los millones de pesos que aporten a la campaña, y de paso, a los bolsillos de quienes deciden. Piensan en el fondo y descarnadamente los líderes cínicos más allá de la “rentabilidad” de las elecciones. A ellos poco les importan las responsabilidades frente al pueblo raso. Pocos rinden cuentas a la hora de la verdad. Es un hecho en las tribus oficiales y las oposiciones hicieron escuela y camino al andar. Se compran y venden candidaturas plurinominales, sin ideas ni sustancia.
En segundo lugar, está la identificación política y cercanía del delfín con quienes palomean la lista de personas, a quienes se les exige jurar ser incondicionales del gobierno.
En tercer lugar, puede ser que el personaje en competencia tenga prestigio, influencia y peso electoral sumando ciudadanos disciplinados activos que lo sigan y sea respetable su desempeño como servidor público. Y sean imán potente como para tener una ventaja tanto en logros como en imagen pública. Que posea atractivos que unan votantes de la propia casa y atraiga a otros de la acera de enfrente. Que agregue a la causa, indecisos y hasta los de otros partidos con candidatos impresentables.
Pero este último factor, el más deseable, no abunda lamentablemente es un mundo muy contaminado por los capitales, los caprichos como el del campeonísimo boxeador, remedo de una frustración del futbolista que desgobierna Morelos, y la ciega obediencia a los intereses tenebrosos de la vieja política que aún no reconoce la conciencia despierta de ciudadanos y el autoengaño. Mentiras que condujeron a desviaciones, colocándolos al borde de desaparecer como el PRI, el PRD y las chiquilladas, con las alianzas que fabrican parásitos muy caros.
El ensenadense saluda con sombrero ajeno, y no tiene más que el claro repudio en su terruño. Hay promoción inexplicable en gastos espectaculares. No se entienden honradamente esos apoyos. ¿De dónde sale para la mercadotecnia sin ideas ni propuestas? Ese panorama generalizado, despierta cuestionamientos al INE, carísimo árbitro y “testigo democrático” que debería regular gastos e información del origen y destino de las finanzas de las fuerzas políticas.
La experiencia se repite en cuestiones de dinero. Por ejemplo, el “delegado único”, heredero de universidades privadas que su padre fundó con “sustancial ayuda” de una preparatoria federalizada (actualmente su director es cuestionado en el tema por propios alumnos) y de jugosas y tenebrosas prácticas entre 1983-1989, un gobierno intoxicado de corrupción. Es la negra herencia priista que contamina a Morena, donde “el político pobre, es un pobre político”. Tienen estos grupos chequeras generosas, pero con dinero desaseado. ¿Recuerdan 2019 con subastas de candidaturas?
El otro suspirante de desfondadas ollas políticas de la región, desde el trotskismo, populismo, perredismo, priismo, hankismo, panismo, bonillismo (no habrá cosas peores), disfrazado según la temporada. Y diputado de consolación, que era vox populi, negociaba en los empates del PRIAN. Es recomendación de la gobernadora y con la billetera del Gobierno del Estado le alcanza para el codiciado escalón político. Es constante que no hay lo necesario para salud y educación, pero sí se derrocha en elecciones.
Las decisiones se toman en base a encuestas intragables, puesto que nunca se trasluce su metodología y claridad democrática. Los demás precandidatos inscritos, a reserva de tener contactos como Claudia, tienen mayor viabilidad. Baja California está lejos de ser un estado clave en sumar el caudal de votos, y estamos poco conectados con el tejemaneje de la CDMX.
Ojalá “el centro” tenga paciencia y enfoque para valorar con justicia trayectorias, convicciones y congruencia que sume voluntades como la de J. L. Pérez Canchola. El PAN luce tuerto, chimuelo, tramposo y enfermo, pero un anciano zorro que huela sangre y cazara errores de la 4T.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com