Desde octubre de este año fueron llegando sin aspavientos. Se comenzaron a ver en la ciudad de México en la alcaldía de Tláhuac y en varios municipios del Estado de México. Se miran en grupos, nunca solos. Se desplazan con cinismo, como si fueran de aquí. Llegan en taxi, llegan a rentar como si ya supieran dónde y con quién. Están comprando de todo, traen dinero. En momentos hacen filas en las tiendas que tienen el servicio de cambio de divisas y envío de dinero del extranjero.
Pregunté en el Instituto Nacional de Migración por qué su presencia, por qué nomás no los detenían y por qué no los deportan; me contestaron que tenía que presentar mi petición por escrito y que sería evaluado. “No se les puede detener porque no han cometido delito alguno”, me dijeron concluyendo. En la alcaldía Tláhuac me informaron que sí es una problemática que se está viviendo, y que parece ser tienen permiso de libre tránsito otorgado por derechos humanos.
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Me acerqué a conversar con algunos de ellos, se muestran desconfiados. Sólo pueden pronunciar en castellano algunas palabras, por lo tanto es difícil la conversación. Me refieren que son de Haití, que hablan francés, que existe conflicto bélico con los dominicos (sic); se refieren a los dominicanos. Que no se quedan, se van a regresar; su expresión me dice lo contrario. Al acercarme a otros se muestran sorprendidos, molestos, agresivos, pasivos, evasivos… “Que sólo francés” comentan y se alejan.
El mexicano los ve con asombro, los trata como a cualquier otro ciudadano; algunos son excesivamente amables con ellos y los menos los insultan. En la actualidad, Haití está viviendo un conflicto fratricida con miles de asesinatos, delincuencia desbordada, escasez de alimentos, ingobernabilidad; así como un conflicto con República Dominicana, el país vecino. Los enfrentamientos han sido desde hace siglos: en 1915 los estadounidenses ocuparon el país por razones similares a las actuales, que desocuparon hasta 1934; actualmente se repiten similares circunstancias, empero los estadounidenses han evitado por todos los medios volver a tomar el control del país.
Haití tiene un alto porcentaje de analfabetismo llegando a alrededor de un 80 por ciento de la población, tiene un único centro universitario. En general, son católicos con práctica de ritos antiguos de África.
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Ya están aquí, son demasiados en la alcaldía de Tláhuac y en los municipios de Chalco y Ecatepec. Muy pocos trabajan, empleándose en pequeños negocios; unos venden dulces; los más están parados en las calles viendo o hablando con su celular; y otros más como vagos sólo viendo el rededor.
Atentamente,
Luis Rosas Oaxaca.
Ciudad de México.
