Finalmente llegó a los cines la última película de lo que fuera el Universo Extendido de DC. Tras una primera entrega exitosa, “Aquaman y el reino perdido” tenía mucho que demostrar tanto en trama como en efectos audiovisuales, sin que pareciera mera copia de lo logrado por la anterior, hazaña que definitivamente logra.
En este largometraje, Jason Momoa se vuelve a enfundar en el traje de Arthur Curry, ahora rey atlanteano, quien debe hallar un balance entre la vida como gobernante y su nueva etapa como esposo y padre, mientras una amenaza se cuece en el océano, por parte de David Kane/Black Manta (Yayah Abdul-Mateen II), quien continúa buscando venganza por la muerte de su padre.
Mientras que en el film anterior, el eje se basaba en los paralelismos entre protagonista y antagonistas, sus logros y fracasos, en esta segunda parte vemos las consecuencias de esas acciones.
Es el personaje de Abdul-Mateen quien cobra mayor protagónico como la amenaza no sólo para Arthur, sino para el resto del mundo, y cuya ansia por arreglar su traje lo lleva a descubrir una energía muy peligrosa.
Por otra parte, y quien sin duda se lleva la película, es Patrick Wilson reinterpretando a Orm, el cual se encuentra cumpliendo sentencia tras su rol en la primera película; sin embargo, luego de que Arthur requiera su apoyo para salvar a los siete reinos, se enfrentará a un conflicto interno y un gran desarrollo de personaje.
Si había un punto pendiente y polémico, era la participación de Amber Heard como Mera; y si bien, en “Aquaman” faltó explorar las motivaciones del personaje, en esta segunda y última entrega ese elemento juega a favor, permitiendo que el espectador deje pasar su presencia, sin que por ello repercuta en la trama.
Asimismo, la calidad en los efectos especiales aportó aún más realismo a las escenas submarinas, permitiendo un contraste entre éstas y las ocurridas sobre tierra o en espacios cerrados, con la dirección acertada de James Wan, quien en todo momento procuró realizar una película que estuviera a la altura para cerrar de manera efectiva el ciclo que iniciara Zack Snyder en “El hombre de acero”, y que ahora se reinicia de la mano de James Gunn. (Andrea López González)