Los juegos de antes los puse a practicar, y era lo mejor, pero hoy todo cambió.
Los amigos del barrio o de la misma comunidad, están atados y casados con la tecnología. Hoy esa juventud está enferma, obesa, estresada y con males. Por ello me siento afortunado con mis amigos de esa época, que seguro se han de acordar.
Si volviera a nacer, con gusto repetiría ese cansancio y ejercicio físico, que creo me benefició.
Gracias a la Edad Media del lejano imperio romano, fuimos los niños y adolescentes más felices del mundo, sin necesidad de inversión.
Y otra: nosotros mismos hacíamos nuestros juguetes, papalotes, yoyos, baleros, carritos de leche con su cartón, monitos, avioncitos de palos de paleta, teléfonos (con dos vasos de plástico e hilo largo). En día de Halloween, hacíamos nuestras máscaras. En fin.
En buena hora jugué todo eso, y la nostalgia me hizo escribir esto para las nuevas generaciones. La edad del juego, con juegos de la Edad Media acá en mi barrio.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez
Tijuana, B.C.