En los 23 gobernadores emanados de Morena (y aliados) en la República Mexicana, el Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene a sus abajo firmantes. Solícitos, estampan la firma en cualquier documento, posicionamiento, desplegado o carta que desde la Oficina de la Presidencia se ordene.
Ni los gobernadores borregos del PRI se sometieron ni se atrevieron a tanto. Algunos que se rebelaban, aunque les costara el cargo. Pero los de Morena son una manada mansa, solícita, presta para lo que diga su líder moral, nacional e institucional.
En un formato ya harto conocido, que no varía trátese el tema del que sea, el desplegado morenista lleva un texto inicial y justificatorio de toda acción, y está finalizado con la firma, ahora digital, de cada uno de los gobernadores en apoyo a lo que sea necesario.
Han sido tantos los desplegados firmados por los morenistas que ya son un meme, una broma, sin credibilidad ni autoridad. Se sabe que responden en bloque, al unísono, a los deseos del Ejecutivo, quien necesita está obediencia a absoluta para no sentirse solo. Lo mismo firman un desplegado de apoyo a la reforma electoral, que uno para defender al primer mandatario de supuestos ataques cuando alguna otra reforma, como la eléctrica, no prospere. “Cierran filas” con López Obrador “porque el pueblo de México no quiere que regrese el viejo régimen”, justifican todos juntos, entrándole a la materia electoral, aunque les esté prohibido por Ley.
Cuando el Instituto Nacional Electoral ha prohibido que quienes ostentan un cargo de elección popular, se abstengan de participar en mítines y organización de actos claramente partidistas y electorales, ¿qué sucede? Los gobernadores de Morena firman un desplegado.
¿Que el Presidente envió una nueva iniciativa? En minutos aparece el desplegado de los gobernadores de Morena apoyando la gran idea del mandatario nacional. Y cuando no cuajaron, sea en el Legislativo o en el Judicial, ni el plan A ni el plan B de la reforma electoral, ahí van los gobernadores de Morena a firmar un posicionamiento para un plan C, que significa ganar la mayoría en el Congreso de la Unión en 2024, para que Morena pueda hacer los cambios que la gana se le dé. Claro, antes de ello habían firmado un desplegado para inconformarse con la Suprema Corte de Justicia de la Nación por haber invalidado la dichosa reforma electoral, por faltas al proceso legislativo.
¿Que Marcelo Ebrard se inconformó por el proceso interno de Morena para la elección de quien será candidata a la Presidencia de la República en 2024? No hay problema, ahí están los gobernadores de Morena para firmar un desplegado en apoyo a Mario Delgado y sus prácticas oscuras en las encuestas del partido para designar candidatos.
Tan no se les solicita la firma a los gobernadores cada que al presidente o a Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, se les antoja el apoyo masivo de los mandatarios morenistas, que en una ocasión, en las prisas por publicar un desplegado de apoyo a AMLO ante los dichos de algunos senadores de Estados Unidos que propusieron la intervención del Ejército estadounidense para combatir a los cárteles en México, entre todos los gobernadores, aparecía la firma de quien titulara el Gobierno de Puebla, Miguel Barbosa. El problema es que el posicionamiento público se hizo en marzo de 2023, y Barbosa falleció en diciembre de 2022.
Entonces fue evidente lo que muchos suponían: hay un acuerdo para que, cuando sea necesario, los gobernadores de Morena respalden el uso de su firma en desplegados y documentos para apoyar “las causas de la Cuarta Transformación”, las ocurrencias del Presidente, sus iniciativas, defenderlo y, por supuesto, cerrar filas con él en lo político y lo electoral.
A los muchos y cada vez menos impactantes desplegados de la borreguiza morenista, se suma otro tanto de ocasiones en que AMLO los ha hecho viajar a Ciudad de México para que, personal y públicamente, le respalden. Mientras él, como jefe del entonces Distrito Federal que fue, no viajaba justificando que su trabajo era gobernar esa entidad, ahora obliga a quienes con su partido como bandera arribaron a la gubernatura en cualquier entidad federativa a estar presentes de manera constante en Palacio Nacional para que su afición en redes sociales vea cómo los mandatarios le apoyan en sus políticas públicas. La última, el 11 de octubre, cuando los 23 acudieron a la conferencia matutina de López Obrador para dar fe del apoyo a su iniciativa de federalizar los servicios de salud del país, aunque en cada una de sus entidades, los mandatarios y mandatarias, no se hagan responsables del pésimo y mortal servicio que el IMSS-Bienestar provee a sus gobernados.
Esta actitud servil de los gobernadores de Morena y aliados no sólo degrada la autonomía de los estados de la República al reducirlos a meros abajo firmantes, también afecta la gobernabilidad en las entidades federativas, pues no sólo en la firma va empeñada la palabra disfrazada de voz del pueblo, sino que los constantes viajes a Ciudad de México para arropar al Presidente en manada, restan horas, esfuerzo y recurso a las administraciones estatales, en cuyas demarcaciones la sociedad debe convivir con los problemas cotidianos cuya solución no se ve. Lo que impera es apoyar al Presidente, y no hacer gobierno a favor de la sociedad.
La inseguridad producto del crimen organizado en todas sus modalidades; la falta de agua y energía eléctrica a raíz de una infraestructura obsoleta; delitos comunes como asaltos, hurtos, robos de vehículo y la falta de oportunidades para el desarrollo, son problemas que se esparcen por todos los estados de la República, pero que los gobernadores no atienden de tiempo completo para combatir o solucionar, porque lo suyo, lo suyo, es firmar desplegados, participar activamente en política electoral partidista o viajar a Ciudad de México para apoyar al Presidente, y no a quienes los eligieron.
En manada, los gobernadores de Morena, y aliados son los peones del Presidente, y no los gobernantes de un pueblo en parte cooptado por un “bienestar” en efectivo que ya muy caro le sale a México.