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Tijuana
viernes, febrero 16, 2024
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De lo que tenemos hambre, de lo que tenemos sed

Porque necesitamos recordar, o que nos recuerden. He aquí que comenzamos primero a definir las zonas marginadas: una zona marginada es aquella relegada al ostracismo, la que sucumbe, por más intentos de derribar los muros impuestos, por esos que llevan el teje y maneje de su estado en limbo; los marginados no tienen nombre, no tienen edad, no hay registro que compruebe su andar en ninguna agenda política. Algunas veces llegan jefes de estado con proyectos apantalladores para cubrir las esquinas sórdidas de la realidad de un país; así, la chamba que éste debería hacer es más sencilla.

Sirva de ejemplo Tijuana, mi ciudad tan compleja (nuestra ciudad), y el tan sonado proyecto de la actual alcaldía “Parque Cerro de las Abejas”, el parque de más de 200 millones de pesos. Aunque primero se debería desenterrar lo podrido, aun así la inversión de este proyecto no resuena en los sectores sumidos en la oscuridad por la falta de luminarias en la zona Este (acá no llegó el proyecto Kilometro sin Luz); ni es un proyecto que formará parte de la realidad de aquellos niños explotados, vestidos como payasos, usados para entretenimiento, víctimas de una cadena de tráfico infantil gobernada por el crimen organizado y normalizada por la administración pública. A estos niños se les puede ver: crucero Ruta Hidalgo y blvd. Josefa Ortiz de Domínguez, crucero del blvd. Sanchéz Taboada, blvd. Benítez, esparcidos en blvd. Tecnológico, etc.


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¡Pónganles atención! Ya que las autoridades públicas no lo hacen. La alcaldía no vislumbra estas víctimas, ni vislumbra el problema creciente de indigencia, ni sus zapados lustrosos conocen de heces ajenas al esquivar el borboteo constante de aguas negras debido al nulo mantenimiento de alcantarillado: volteen a ver la calle Principal Florido 1ra. sección; ahí la gente ya acostumbrada a fumar el tufo de las aguas negras, obligados a vivir sobre éstas: crucero Anabel, río de heces, es el pan de cada día; estudiantes toreando el escaso transporte público bajo el puente de la 5 y 10 mientras inhalan su cóctel diario de esporas bacterianas (me veo restringida a citar más ejemplos ya que necesitaría más de 10 cuartillas de hoja).

Los mega proyectos (elefantes blancos) municipales y estatales (y nacionales), aquellos que se lanzan con bombo y platillo, son para atarantar el hambre de los “perros falderos”; ¿no se acuerdan de las mujeres víctimas de trata sexual en los bares de la Zona Norte de la ciudad?, a ellas no llegan las leyes globales que se firman en Organizaciones Internacionales, de las cuales México es miembro, y deberían ejercerse a nivel local. Pero que el ciudadano también recuerde que todo esto también es culpa suya: la inacción, el no exigir, el solo tener tiempo para sí, el no observar, el no empatizar. Porque sucede, administración tras administración, que la historia pasa y nunca cambia nada.

Y que el ciudadano entienda que el verdadero cambio se comienza a denotar cuando aquel niño que disfrazaban de payaso en los cruceros, va a la escuela; cuando la mujer obligada a prostituirse, puede buscar auxilio sin ser asesinada; cuando el estudiante puede caminar libremente en calles limpias y seguras.


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Justicia social para las verdaderas zonas marginadas.  

Atentamente

Leslie Vela González, una ciudadana común que observa su país.

Tijuana, B.C.

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