Tres premisas: El Estado no produce dinero. El aparato de gobierno genera gasto. Y los políticos “administran” recursos ajenos.
¿De dónde viene el dinero que se convierte en recursos públicos? Principalmente de impuestos, lo que todos y cada uno contribuimos en dinero nuestro para que se convierta en recurso público. La gran mayoría de nosotros somos sujetos de dos: el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que se cobra en nuestra región a razón del 8 por ciento sobre el valor del producto o servicio adquirido, y el Impuesto Sobre la Renta (ISR), que se cobra sobre nuestros sueldos o ingresos de manera progresiva hasta el 35 por ciento de los mismos.
Desde la gran empresa e industria, pasando por el comerciante común, el que presta un servicio en su taller o estética, el que tiene un restaurante o una tienda de abarrotes, el despacho de contabilidad o arquitectura, el ejecutivo de un banco, el empleado de una maquiladora o repartidor de una aplicación… todos, sin excepción, diariamente pagamos un valor agregado a lo que consumimos, o nos retienen una cantidad del dinero que ganamos trabajando, para “contribuir” al país. En 2022 lo hicimos por cerca de 3. 5 billones de pesos.
Para muchos jefes o jefas de familia, el dinero que se les cobra o retiene por impuestos, podría ser la diferencia entre unos mejores zapatos, un anhelado vestido o una visita al cine como premio a una buena calificación de sus hijos; en ese sentido, lo mínimo que esperaríamos es que el Estado que nos quitó ese ingreso, lo utilice legal y transparentemente a las necesidades de todos, en el justo retorno para el cual se contribuye. Desgraciadamente en México, esa garantía no existe.
El reciente escándalo de la Secretaría del Bienestar del Gobierno de Baja California, en el que se comprobó el secuestro de apoyos sociales para fines electorales, deja en claro la base sobre la que actúan: gastar en el necesitado, pero sometiéndolo al engaño de que el recurso llega gracias a ellos, cuando viene de tu bolsillo, quitándote ingresos que podrían ser para tu familia.
Ahí está la desgracia y vulgaridad de quienes mercadean con el hambre de muchos para el privilegio de pocos. Uno de los más graves retrocesos que como sociedad hemos sufrido por la llamada “cuarta transformación”, es la tolerancia a la idea de que el gobierno puede hacer lo que quiera, sin límites ni reglas, basándose única y exclusivamente en la autoridad moral de sus líderes.
La vulgar manipulación ha sido perfecta. Hemos permitido que nuestro dinero, el que no gastamos en las necesidades propias, fondee a Morena, descarada e impunemente. No existe discurso en la entrega de estos apoyos, que omita recordar la generosidad de la “4T” y su diferencia con gobiernos anteriores. No tenemos que buscar los millones de pesos que han costado los actos políticos de las “corcholatas”, cuando el delito electoral lo comete diariamente el mismo gobierno, al hacer caravana con sombrero ajeno; el nuestro, apretando la mano necesitada y envenenar la boca hambrienta con mentiras, ya que los apoyos de asistencia social se encuentran garantizados en el Artículo 4to. Constitucional, independientemente de quien ocupe el gobierno.
Por eso, resulta inverosímil la declaración de la gobernadora y de su secretario del Bienestar, señalando que ignoraban que los apoyos sociales se estaban condicionando para respaldar a su impresentable precandidato morenista. En cualquier colonia del estado, pasillo de oficinas de gobierno o mitin político, saben que es falso.
El uso de recursos públicos con fines electorales y de grupo es indiscutible; más cuando día a día es avalado por el Presidente de la República y simulado por nuestra gobernadora, la cual, en cuestión de minutos, pasó de una supuesta indignación al perdón ex profeso de su cercano secretario. Con ello, la responsabilidad en la manipulación diaria de recursos públicos para fines partidistas terminó recayendo de manera exclusiva en la mandataria.
Teniendo esto claro, lo que sigue sin responderse es: ¿Cuánto recurso público ha sido manipulado y qué se va a hacer para evitar que esto continúe? La respuesta es mágica: ninguno y nada. Porque ya se declaró que esto no pasa y lo grabado fue un hecho aislado. Fin del episodio inmoral del que nadie duda, pero todos callan.
Pero volvamos a hablar de ti. ¿Ya alcanzaste otra meta laboral? ¿Trabajaste una hora extra más? ¿Buscaste un mejor precio? ¿Le dijiste a tu hija que hoy no puedes gastar en lo que se merece? Pues te informo que tu esfuerzo y sacrificio se ha convertido en recurso para que la 4T mantenga sus privilegios, pisando lo único que le queda al más necesitado: su dignidad por sustento.
Héctor R. Ibarra Calvo es mexicalense, abogado postulante y catedrático de Amparo en Cetys Universidad. Regidor en el XXII y XXIII Ayuntamiento de Mexicali.
Correo: hectoribarra@idlegal.com.mx Twitter: @ibarracalvo