Augura el director y guionista mexicano un cine desbordado de historias de arraigo; será homenajeado con el Ariel de Oro el 9 de septiembre en Guadalajara, Jalisco
Su interés por el séptimo arte lo condujo a explorar en territorios y temas que poco se analizan en el cine nacional. Formador de grandes nombres de la industria y vocero de historias indígenas, el director, escritor y editor mexicano Juan Mora Catlett se eleva como uno de los homenajeados al Ariel de Oro durante la sexagésimo quinta edición del premio que se efectuará mañana sábado 9 de septiembre por primera vez en el Teatro Degollado de Guadalajara, Jalisco.
“Ya era hora que se hiciera esta descentralización de los premios, que se buscara otro lugar en el país. Evidentemente por problemas de logística y sobre todo la falta de apoyo que se venía arrastrando era complicado, pero es bueno que vaya a otras sedes, lugares donde se produce cine; es maravilloso promover el séptimo arte mexicano”, apuntó a ZETA Mora Catlett, quien junto a la cineasta Marcela Fernández Violante, serán reconocidos por la Academia Mexicana de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.
“Satisfactorio, un reconocimiento crítico, a la necesidad de mi cine, que se hace muy poco, está en un marco internacional, pero también recupera lo que es esencialmente de nuestro país y que no tiene ningún otro: la imagen de un pueblo con una visión tanto hacia fuera como hacia dentro, el cual podemos ver y reconocer”, precisó el catedrático de importantes figuras del séptimo arte como Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki y Everardo González.
Para el consagrado cineasta de 74 años, ser visto como uno de los difusores del cine indígena en los títulos “Retorno a Aztlán” (1990), “Eréndira, Ikikunari” (2006) y “La ira o el Sol” (2017), ha sido una oportunidad para abrir ventanas a contar historias de arraigo y desmarcarse del cine que permea en Europa y Norteamérica.
“Se afronta una realidad de las comunidades indígenas, pobreza, marginación, se nos olvida que son parte integral de nuestra cultura. Deben ser reconocidos como tal y no ser vistos como extraños, recursos folclóricos o naturistas. El cine mexicano no se ha proyectado en México y el cine indígena hecho por indígenas es difícil, debido a que hay una necesidad por impactar en los mercados extranjeros, la idea de dedicarte a él o hacerlo es hasta fantástica para las comunidades”, subrayó.
Sobreviviente de cáncer y actualmente en labor de un próximo proyecto sobre Hernán Cortés, el cinéfilo agregó:
“La cinematografía europea y hollywoodense es una que no sólo se refiere al cine comercial, también al cine de arte. Hay esta tendencia de algunos festivales internacionales de sentirse superiores hacia el llamado tercer mundo, de vernos como un lugar caótico, lo cual refuerza su imagen de ser ordenado, es la idea colonial, pero creo que se están desbordando los nichos, explorando nuevos caminos con gente joven hablando de las cosas cercanas, tanto de carácter personal como social. Cineastas que se han interesado, como otro de mis ex alumnos, Federico Ceccehetti, que ha hecho “El sueño del Mara’akame”. Hay que poner en pantalla los mitos, leyendas, historias e idiomas de las comunidades indígenas”.
Para concluir, el hijo de la escultora Elizabeth Catlett y del pintor Francisco Mora destacó: “Las películas que vemos en festivales no llegan a la pantalla grande, finalmente para eso fueron creadas, para llegar a la mayor cantidad de público posible, no para verse en una pantallita de celular. Se pierde mucho en streaming, las plataformas aún están pasando esta pelea por dominar el mercado, también se entiende que hay una cuestión comercial. Por otro lado, la tecnología es maravillosa, tan rápido avanza que ha abierto puertas que antes estaban cerradísimas”.