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viernes, febrero 16, 2024
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Cada quien a lo suyo…

Un mando de seguridad en Baja California se quejaba, entre el sarcasmo y la frustración, de cómo en la Mesa de Seguridad en el Estado no hay liderazgo. Comentó que, literal, cada quien anda por su lado. Se manejan entre la desconfianza y la incapacidad, lo cual crea un caldo de cultivo para dos temas de suma preocupación: el incremento en la inseguridad, particularmente en hechos violentos, homicidios, balaceras en medio de la comunidad como la de la 5 y 10 en Tijuana y el crecimiento de los cárteles, al subir de tono ante la ausencia de procuración de justicia, la persecución y la prevención, su guerra por los territorios que consideran, en todo el Estado, plazas para la producción, distribución y trasiego de droga.

Ciertamente reflexionó al tiempo que otros miembros de la Mesa hicieron lo mismo. El último mando que tomó el liderazgo del Grupo Coordinación, fue el General Saúl Luna Jaimes, sucedido en febrero de 2023 por el General Francisco Javier Zubía González. ¿Y la gobernadora? ¿Acaso la coordinadora de la seguridad en Baja California no ejerce su papel? No, refieren con desgano. Y eso se nota.


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El hecho que la mandataria estatal no tome las riendas de la estrategia de seguridad en Baja California se ve reflejado en el aumento de homicidios en municipios antes no tan conflictuados, como Tecate, en el cual los primeros once días de septiembre registraron 17 asesinatos con evidentes trazos de haber sido orquestados en los cárteles de la droga que se disputan esa región: Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa.

Lo mismo sucede en Mexicali, Ensenada y Tijuana. Muertos, descabezados, desmembrados, levantados, asesinados, balaceras entre uno y otro bando, con toda impunidad, para erigirse como “dueños” de calles, avenidas y frontera.

Marina del Pilar Ávila Olmeda no ha tomado ni el mando, ni el liderazgo. Como muchos gobernantes de Morena, la inseguridad y la violencia que priva en el país y en el Estado, a la mandataria de BC también el tema parece serle indiferente. Los gobernadores de Morena acaso parecen pensar que el mismo velo que cubre al Presidente al no cobrarle la factura del voto por el tema del narcotráfico y la inseguridad que este genera, los cubre a ellos.


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En la Mesa de Seguridad, explicaron los miembros, cada quien anda en lo suyo y de coordinación ni hablamos. No ha habido mando o mandatario que tome ese liderazgo para concentrarlos en un solo objetivo: disminuir la inseguridad, arrebatándole los territorios a los cárteles, desarticulándolos. Sea a partir de aprehensiones de asesinos que muchas veces son exportados de estados base de conflicto como Jalisco, Michoacán, Sinaloa, o de confiscarles la droga que por toneladas transita las carreteras de Baja California, los mares o los cielos, en cargamentos que se dividen para distribuirse en lo local y para trasegarse a Estados Unidos.

Es tanta la impunidad de la que se saben seguros los criminales, que han levantado redes de comunicaciones celulares y audiovisuales por todas las ciudades, erigiendo poco a poco sus centros apócrifos de control, instalando cámaras de vigilancia en “sus territorios” para cazar contrincantes delincuenciales o autoridades persecutoras o preventivas. Se sabe de estos hechizos centros de control con cámaras por parte de los cárteles, por esfuerzos que en lo individual hacen corporaciones, como sucedió recientemente en Tecate, donde desmantelaron una red de cámaras de video vigilancia del narco, y en Tijuana, sucedió lo mismo. Pero tal hazaña no fue producto de la acción coordinada de las diferentes corporaciones o un acuerdo entre los mandos en una estrategia única de combate de los tres órdenes de gobierno, sino esfuerzos individuales que, al final terminan por fracasar ante la falta de entendimiento, ausencia de liderazgo y falta de estrategias institucionales establecidas.

De la Guardia Nacional, dicen, ni hablamos. Sus elementos han sido captados coadyuvando, pero con los cárteles en el robo de drogas o en la huida de criminales. Los policías municipales se ven rebasados por el número y las armas de las células que los cárteles de Sinaloa, Jalisco y Arellano Félix tienen en los siete municipios de BC.

Es evidente, ante la ausencia de resultados en conjunto y los esfuerzos perdidos en las acciones individuales por corporación, que lo que le hace falta a Baja California es un líder que en materia de seguridad tome la batuta, sume a todos con objetivos iguales y emprendan acciones que reflejen mayor seguridad para los ciudadanos, justicia para las víctimas y procesos y cárcel para asesinos, distribuidores de droga, secuestradores, extorsionadores.

La nueva fiscal María Elena Andrade puede traer un nuevo plan, pero si este no es compatible con la “estrategia” (si es que la tiene) del secretario de Seguridad, Leopoldo Aguilar, de poco o de nada servirá. De igual forma, si la delegación de la Fiscalía General de la República va por su lado, y las Fuerzas Armadas actúan en su ámbito sin considerar a otras corporaciones, ningún plan funcionará.

Antes que la escalada de violencia toque el centro de la sociedad, urge un liderazgo en Baja California en materia de seguridad. La figura ideal es la gobernadora Marina Ávila Olmeda, pero entre tanto viaje partidista a Ciudad de México y con una elección en puerta (federal y estatal), tal parece que su esfuerzo y concentración están en a quiénes imponer como candidatos, más que poner orden y proveer seguridad a la entidad federativa que gobierna. La inseguridad también inhibe votos, ojalá y reaccionara la primera mujer al frente del Gobierno del Estado y se impusiera como la líder que puede y debe ser en la Mesa de Seguridad.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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