“Por el auge del feminismo se ha creado una especie como de división, de que los hombres tienen que escribir sólo sobre hombres y las mujeres sólo sobre mujeres; yo estoy en contra de eso completamente”, expresó a ZETA
Con el humor negro a cuestas, Enrique Serna platicó con ZETA sobre su libro de cuentos “Lealtad al fantasma”, editado en 2022 por el sello Alfaguara de Penguin Random House Grupo Editorial, mismo que presentó en la reciente XXXVIII Feria del Libro de Tijuana que se realizó del 7 al 16 de julio.
La última vez que Serna había visitado Tijuana, tuvo lugar en la Feria del Libro de la ciudad fronteriza de 2019, ocasión en que presentó su novela “El vendedor de silencio” (Alfaguara, 2019). Ahora que entregó a Alfaguara un libro de cuento, refirió a este Semanario para empezar sobre la recepción de “Lealtad al fantasma”:
“El cuento en general es un género bastante arrinconado por la mercadotecnia editorial, que ha creado hábitos de lectura que privilegian sobre todo a la novela. Entonces, yo cada vez que publico un libro de cuentos, ya sé que voy dirigido a un público minoritario comparado con el de mis novelas. Yo había publicado ‘El vendedor de silencio’, que fue una novela que tuvo una enorme repercusión, y con ‘Lealtad al fantasma’ yo sabía de antemano que este libro iba hacia un público minoritario, pero pues no por ello voy a dejar de incursionar en este género, que es el género con el que empecé”.
PRIMERO FUE EL CUENTO FANTÁSTICO
Un elemento que caracteriza a dos cuentos (“El anillo maléfico” y “Lealtad al fantasma”), de los siete que integran la colección, es lo fantástico en medio del cuento cruel. En la entrevista para ZETA, Enrique Serna (Ciudad de México, 1959) se remontó hasta 1977, año en que incursionó en la literatura fantástica.
— A propósito de estos dos cuentos, “El anillo maléfico” y “Lealtad al fantasma”, ¿de dónde viene tu interés por incursionar en lo fantástico?
“Así me inicié yo. Cuando tenía 17, 18 años escribía cuentos fantásticos y uno de ellos inspirado en mis autores de cabecera de aquel tiempo, Edgar Allan Poe, Lovecraft, se llamó ‘La bóveda’; fue el primer cuento que yo publiqué en un suplemento cultural del periódico El Nacional, en el 77, donde había un concurso semanal de cuento corto, entonces mandé ese cuento, me lo publicaron y me llevé una gran emoción, sentí que había descubierto mi vocación, pero yo realmente no fui un escritor precoz, o sea, tuve una evolución lenta. Ese cuento era muy malo, no entiendo por qué me lo publicaron, no lo debieron de haber publicado, pero yo creo que no llegaban colaboraciones a ese suplemento, que era de un periódico oficialista que no leía absolutamente nadie, El Nacional, solamente circulaba en oficinas públicas. El director del suplemento era Alberto Dallal, un crítico de danza que durante un tiempo dirigió ese suplemento.
“Realmente tuve un proceso lento y, cuando ya escribí relatos más legibles, ya habían pasado 10 años, habían cambiado mis gustos literarios y ya no me interesaba tanto la literatura fantástica, por eso, ya para esa época había descubierto a los clásicos del cuento cruel y estaba más inclinado al humor negro, pero paradójicamente en este libro y concretamente en el último cuento de la colección, que es el que le da título, ‘Lealtad al fantasma’, regreso a mis orígenes, porque ese es un cuento fantástico de corte clásico”, expuso el narrador mexicano.
DE LA LITERATURA ERÓTICA
El erotismo es uno de los elementos presente en la obra de Enrique Serna, en novelas como “Fruta verde”, “La sangre erguida”, “La doble vida de Jesús”, por ejemplo; y en sus cuatro libros de cuentos: “Amores de segunda mano”, “El orgasmógrafo”, “La ternura caníbal” y, obviamente, “Lealtad al fantasma”.
— ¿Por qué es importante abordar el erotismo en tu obra?
“Lo que pasa es que yo creo que el erotismo es parte de la vida, es un aspecto de la vida que yo creo que los escritores de ficción no podemos soslayar; hay algunos que por pudor prefieren hacer una elipsis cuando los personajes empiezan en un escarceo sexual, y otros a los que sí nos parece más importante para completar el retrato de los personajes, ver cómo actúan. Y entonces, pues eso sí implica entrar en esos terrenos de la literatura erótica”, refirió Serna, además de compartir algunos desafíos literarios al abordar el erotismo en un cuento no novela:
“La literatura erótica me parece que es algo muy difícil, porque tienes que evitar caer en los extremos: uno es un exceso de preciosismo verbal, que creo que falsea los placeres de la carne; y el otro es un exceso de obscenidad, porque cuando hay un énfasis tan demasiado fuerte en la obscenidad, pierdes de vista los sentimientos de los personajes. Y finalmente, lo que más importa en un cuento o en una novela erótica es que no te está pasando por la mente de los personajes más que lo que hagan en la cama. Entonces, creo que tienes que tener un equilibrio entre la poesía y la prosa, y lograr ese equilibrio es bastante difícil. Hay críticos que creen que la literatura erótica es literatura barata; están completamente equivocados, para mí la literatura erótica es lo más difícil de la literatura”.
EN FEMENINO
Otra de las características de la obra de Enrique Serna, es que es capaz de escribir en primera persona del singular desde la voz de una mujer. En su obra ha dado voz a personajes femeninos como Crisanta en “Ángeles del abismo”; Paula en “Fruta verde” o Leslie de “La doble vida de Jesús”; y en “Lealtad al fantasma” destaca el cuento “Abuela en brama”, donde a sus 57 años, Delfina cuenta su historia en busca del amor por Facebook.
— ¿Qué fue lo más difícil lograr en “Abuela en brama” con la voz en primera persona de una mujer como Delfina?
“Yo tenía que hacer aquí un desdoblamiento, que es meterme en el alma de un personaje femenino, con lo cual tenía un punto de contacto: nuestra edad. Yo ya estoy más viejo que ella, pero en esa época cuando escribí el cuento tenía más o menos su edad. Ella tiene 57 años y ya va a cumplir 58, de hecho, tiene su cumpleaños en el transcurso del cuento. Entonces, digamos que yo tenía ya esa visión crepuscular de la vida, y me parece un desdoblamiento muy interesante cuando los hombres se meten en la piel de una mujer o cuando las mujeres se meten en la piel de un hombre; creo que ha habido una gran literatura con ejemplos de ambos casos, todo el Siglo XIX: ‘Madame Bovary’ (Gustave Flaubert), ‘Anna Karenina’ (Tolstói), ‘Fortunata y Jacinta’ de Pérez Galdós, por ejemplo, en el caso de novelas de hombres con personas protagonistas femeninas. Y en el caso de las mujeres que escriben de hombres, pues las ‘Memorias de Adriano’, de Marguerite Yourcenar; ‘Felipe Ángeles,’ de Elena Garro. En fin, esas escritoras se han logrado meter muy bien en la mente del hombre, y creo que es algo que no se debería abandonar.
“Creo que por el auge del feminismo se ha creado una especie como de división de que los hombres tienen que escribir sólo sobre hombres y las mujeres sólo sobre mujeres; yo estoy en contra de eso completamente. Me parece un reto interesante porque se trata de ser otro, en este caso de ser otra, es el travestismo literario que yo creo que les recomendaría mucho a los misóginos recalcitrantes, porque tiene efectos terapéuticos”.
EL CUENTO CRUEL
Un profesor enamorado de una alumna es chantajeado por un estudiante cuya historia da un giro tan inesperado como fantástico; una pareja protagoniza sus melodramas maritales mientras está de por medio una mascota, que podría decidir el rumbo de ambos; un ombudsman esengañado por su médico, que quiere quedarse con su esposa. Ésos son sólo algunos de los argumentos de los cuentos crueles que Serna propone en “Lealtad al fantasma”.
No obstante a los elementos fantásticos en los cuentos “El anillo maléfico” y “Lealtad al fantasma”, Enrique Serna aclara:
“En mi libro ‘La ternura caníbal’ (Páginas de Espuma, 2013) hay un cuento fantástico que se llama ‘El converso’, digamos que no estaba tan alejado de este género. De todos modos, tanto en este libro como en ‘La ternura caníbal’, el género que predomina es el cuento cruel, son cuentos de humor negro, incluyendo a estos fantásticos, porque también tiene una intención satírica bastante fuerte en ‘Lealtad al fantasma’”.
— ¿Cuál es el origen de tu predilección por el humor negro presente no sólo en “Lealtad al fantasma”, sino en tu obra en general?
“Pues es una educación que he tenido desde bastante joven, desde los veintitantos años, que fue cuando leí a los clásicos de la sátira latina: a Juvenal, a Petronio, a Horacio; también leí a los clásicos del cuento cruel, Villiers de L’Isle Adam o Baudelaire, más cercanamente a Joaquim Maria Machado de Assis, a Rubem Fonseca, a Virgilio Piñera. En fin, esas lecturas que me marcaron bastante en esa época de mi vida”.
— ¿El humor negro es parte del temperamento del autor, o un recurso estrictamente literario?
“Cuando no estoy en vena humorística no me esfuerzo por escribir ni cuentos ni artículos humorísticos, porque creo que no se puede fingir; las ganas de hacer el humor son como las ganas de hacer el amor. Yo tiendo a comprometerme sentimentalmente con mis personajes, pero al mismo tiempo trato de ver su lado cómico, con una distancia irónica, porque siento que cuando hay esa mezcla de emociones, o sea, que estoy compenetrado sentimentalmente con ellos, pero al mismo tiempo me puedo reír de los aspectos ridículos de su carácter, los personajes cobran vida; siento que ahí se logra un efecto de ambigüedad, que es el que más me interesa producir. Y pues es algo a lo que tiendo de manera natural, espontánea”.
Es entonces cuando resume: “El humor negro es mi enfoque de la existencia”.